Tras el atentado suicida del 22 de junio en una iglesia de Damasco, en el que murieron al menos 25 personas, un obispo de EE.UU. ha hecho un llamado a la "oración ferviente" y al fin de la violencia sectaria en Siria.

"La violencia sectaria, sea del tipo religioso o ideológico que sea, si no se detiene, hará descarrilar la plena integración de Siria en la comunidad de naciones", declaró el obispo A. Elias Zaidan, quien dirige la Eparquía Maronita de Nuestra Señora del Líbano de Los Ángeles, con sede en San Louis.

El obispo compartió sus pensamientos en un mensaje del 23 de junio, un día después de que un hombre armado abriera fuego y luego detonara su chaleco explosivo mientras unos 350 asistían a una Divina Liturgia dominical en la Iglesia Ortodoxa Griega de San Elías, en el distrito de Dweil'a de Damasco.

Hizo estos comentarios en su calidad de presidente del Comité de Justicia Internacional y Paz de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Su declaración fue hecha pública por la USCCB, como se le conoce a la conferencia episcopal estadounidense por sus siglas en inglés.

Hasta el 23 de junio, el atentado había dejado al menos 25 muertos y unos 63 heridos.

En una declaración, el Patriarcado Ortodoxo Griego de Antioquía dijo que "la mano traicionera del mal" había golpeado, y describió a los muertos como "mártires".

Las fotos de la iglesia mostraban las paredes salpicadas de sangre y los bancos destrozados, con el altar gravemente dañado.

La mortífera agresión ha sido condenada nacional e internacionalmente.

Además, varios líderes católicos y expertos en libertad religiosa han expresado su creciente preocupación por la seguridad de las minorías religiosas en Siria, donde el largo gobierno del régimen de la familia Assad fue derrocado en diciembre en una fulgurante ofensiva rebelde. Esa campaña se produjo tras 13 años de guerra civil en la que murieron más de 600.000 personas.

El nuevo gobierno se ha comprometido a defender las libertades religiosas de todos los sirios, pero siguen surgiendo focos de tensión.

En marzo, al menos 800 personas murieron mientras las fuerzas de seguridad sirias luchaban contra partidarios armados del derrocado ex presidente sirio Bashar Assad. En la región viven musulmanes alauitas, miembros de la misma secta minoritaria que Assad y la élite de su régimen. Alrededor del 70% de los sirios son musulmanes suníes, mientras que un 10% o menos son cristianos.

Anteriormente, el arzobispo maronita Antoine Chbair de Latakia y Tartus, Siria, dijo a la Catholic Near East Welfare Association (CNEWA) -- una iniciativa de la Santa Sede -- que "nadie conoce el final" de la reciente violencia mortal y de la "lucha sectaria" en Siria.

La comunidad internacional debe rezar y trabajar duro para poner fin a estos enfrentamientos, afirmó el obispo Zaidan en su declaración.

"A medida que vamos conociendo más detalles sobre el mortífero atentado suicida perpetrado en Damasco durante el fin de semana, recordamos un hecho aleccionador: la vigilancia internacional para la salvaguarda de los cristianos, los alauitas y otras minorías religiosas debe mantenerse firme, trabajando con todos los hombres y mujeres de buena voluntad en Siria para la consolidación de una transición política que promueva el bien común de todos los sirios", dijo. "Nos solidarizamos con la Iglesia Antioquena de Siria en estos momentos difíciles".

También instó a EE.UU., que había levantado las sanciones contra Siria para que el país pudiera volver a desarrollarse económicamente, "a seguir trabajando con las autoridades sirias en apoyo de la libertad religiosa, la paz, la seguridad y la reconciliación nacional en el país".

"Pido fervientes oraciones por la seguridad de nuestros hermanos y hermanas cristianos en Siria, así como por el desarrollo del país hacia una sociedad que fomente la seguridad, el desarrollo y la prosperidad de todos sus ciudadanos", dijo el obispo.
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Gina Christian es reportera multimedia de OSV News.

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