La conferencia de obispos mexicanos anunció que dedicará un mes a temas de salud -- impulsando el uso de mascarillas, el distanciamiento social, y otras medidas -- reforzando así los conceptos básicos de seguridad durante la pandemia de COVID-19. La campaña también promoverá las vacunas contra el coronavirus e instará a las personas esperar su turno para que los trabajadores de salud y las poblaciones vulnerables puedan ser los primeros en obtenerlas.

"Se fomenta a las personas a vacunarse, por su propio bien y el de todos los demás", expresó el arzobispo Domingo Díaz Martínez de Tulancingo, presidente del ministerio de salud de los obispos, en una conferencia de prensa el 29 de enero.

"También alentamos a todos a tener paciencia y esperar su turno. No hay necesidad de buscar privilegios, tenemos que esperar. Tenemos derecho (a vacunarnos) y tenemos que seguir el plan (de vacunación)".

Los obispos de México que anunciaron esta campaña de salud -- 11 meses después de la primera muerte confirmada por coronavirus en el país -- ilustraron las dificultades para enfrentar la pandemia de COVID-19.

También manifestaron la realidad de la situación pandémica de México, que se ha agravado a lo largo de diciembre y enero. En la Ciudad de México, las personas con síntomas graves están siendo rechazadas de los hospitales, hay escasez de elementos básicos como el oxígeno, y los médicos dicen que carecen de los medicamentos adecuados para intubar a los pacientes.

“Quienes trabajamos en la pastoral de la salud estamos preocupados que las infecciones sigan aumentando, y no podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de nuestra gente”, expuso el arzobispo Díaz.

"Creemos que, como iglesia, podemos tomar acciones beneficiosas a favor de nuestros hermanos, especialmente en la prevención. Como iglesia, no tenemos muchos medios para curar, pero tenemos (medios) para la prevención".

El COVID-19 ha golpeado duramente a México con 32,729 muertes en enero, su mes más letal hasta ahora. El número total de muertos del país, de más de 158,000, superó recientemente a India y ahora es el tercero peor del mundo, solo detrás de Brasil y Estados Unidos. En México se realizan pocas pruebas, lo que significa que muchos casos pasan desapercibidos.

Las infecciones por coronavirus también han afectado duramente a la iglesia; el Catholic Multimedia Center ha registrado la muerte de 154 sacerdotes, nueve diáconos, cinco obispos, y cinco monjas.

"Yo estuve infectado", admitió el arzobispo Díaz, "y realmente sufres".

Las diócesis han tomado medidas para frenar el contagio, como limitar los asientos en la misa y cancelar grandes celebraciones, incluida la fiesta del 2 de febrero de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, el segundo santuario más visitado del país.

"Hemos tomado medidas de prevención con la ayuda de expertos", señaló el obispo Eugenio Lira Rugarcía de Matamoros. "Esto ha significado que no hemos tenido muchos casos y hemos podido mantener abiertas las iglesias".

El mes de la promoción de la salud que programaron los obispos se produce cuando el gobierno federal continúa con las campañas de vacunación, las cuales han generado una serie de quejas que denuncian su uso con fines políticos. Además, trabajadores de salud de primera línea no recibieron su segunda dosis según lo proyectado.

El presidente Andrés Manuel López Obrador también anunció el 24 de enero que dio positivo al test de coronavirus, revelando la información luego de haber tomado un vuelo comercial a casa desde el centro-norte de México, donde sostuvo reuniones con colaboradores cercanos y supervisó proyectos gubernamentales.

La conferencia de obispos ofreció oraciones por el presidente, quien apareció en un video el 29 de enero para decir que se estaba recuperando y que sus síntomas eran leves.

López Obrador, quien a menudo ha minimizado el impacto de la pandemia y quien no usa una máscara en publico, habla a menudo de la fe y ha ofrecido mensajes esperanzadores durante el año pasado, incluso cuando el número de muertos se disparó. Los líderes católicos esperaban que también comunicara consejos sobre como proteger la salud.

"Espero y todos esperamos que el presidente salga bien de esta situación y con una actitud diferente (y) un plan bien pensado", dijo el padre Rogelio Narváez, director nacional de Cáritas, la federación internacional de caridad de la Iglesia Católica. "En el caso del gobierno ... no había ningún diseño, un plan verdadero".

López Obrador ha respondido al impacto económico de la pandemia con austeridad y promete no asumir nuevas deudas ni rescatar empresas en quiebra. México ha gastado solo el 1.1 por ciento de su producto interno bruto en su respuesta a la pandemia, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. El presidente ha promovido a las familias como una red de seguridad en tiempos de crisis, aunque los obispos dijeron en un comunicado el año pasado que los recursos de las familias se agotaron y la violencia doméstica prevaleció.

"México ha salido de muchas crisis y creemos que también puede salir de esta", sostuvo el padre Narváez. "Lo único que nos duele (es) que no hay una estrategia para unirnos. Todos van a salir adelante lo mejor que puedan, por su cuenta".

La economía de México se contrajo 8.5 por ciento en 2020 después de no expandirse en 2019. Una encuesta del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Igualdad de la Universidad Iberoamericana, dirigida por jesuitas, estimó que la pobreza había aumentado del 42 por ciento de la población en 2018 al 51 por ciento en diciembre de 2020.

Cáritas respondió a la pandemia proporcionando paquetes de ayuda. Posteriormente estableció líneas de escucha e iniciativas con fundaciones y el sector privado para generar empleos e iniciativas de reciclaje.
Pero los recursos son escasos. Los diezmos han disminuido y muchas parroquias están "vendiendo tamales" para pagar las cuentas, dijo el padre Narváez.

Aún así, dijo, "hemos aprendido que la generosidad de la gente está viva y no se agota".