ROMA - Mientras la Argentina natal del Papa Francisco se encuentra al borde de la hiperinflación y dirigida por un presidente y una vicepresidenta en disputa pública, los obispos del país dicen que el pueblo está "hambriento", hambriento de cuerpo y de espíritu.
"Hoy nuestra patria es un pueblo hambriento, desconcertado, preocupado y herido. A muchas familias les falta el pan de cada día y un trabajo digno. La pobreza ha crecido", dijo el arzobispo de Tucumán, Carlos Alberto Sánchez, el sábado 9 de julio.
"Hay hambre de justicia y dignidad, de respeto y cuidado de la vida en todas sus etapas. Hay hambre de paz social, de respeto a la Constitución y de auténtica democracia".
"Hay hambre de diálogo, de encuentro y de participación para superar las divisiones y los enfrentamientos. Hay hambre de verdad, de una educación que ponga a la persona humana en primer lugar, que no imponga ideologías, que lleve a pensar y realizarse con dignidad", dijo.
"Hay hambre de libertad y de una vida más segura y cordial. Hay hambre de confianza y de trabajo conjunto entre todos para el bien de todos. Hay hambre de esperanza y de consuelo... Hay hambre de fraternidad y de amor", dijo Sánchez.
Sus declaraciones se produjeron en el Día de la Independencia de Argentina de España. Como es costumbre, se celebró un Te Deum (ritual de acción de gracias a Dios) en la Catedral de Tucumán, ciudad del norte, donde en 1816 se declaró la independencia de esta nación sudamericana.
Rompiendo con la tradición, el Presidente Alberto Fernández no asistió a la ceremonia a pesar de estar en Tucumán. Participó en una celebración oficial, pero apenas se le ha visto en público desde la dimisión, el 2 de julio, de Martín Guzmán, ex ministro de Economía.
Fernández y su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, llevan meses enfrentándose públicamente, y la dimisión de Guzmán se considera una victoria para ella. Sin embargo, su sustituto no ha conseguido ganarse la confianza de los mercados. La economía parece estar en caída libre, generando temores y dando lugar a compras de pánico y a rápidas subidas de precios mientras el tipo de cambio informal se dispara.
Kirchner, un ex presidente que sigue manteniendo una fuerte base de apoyo a pesar de enfrentarse a cargos en la justicia argentina por corrupción, mala gestión y malversación de fondos públicos, eligió a Fernández, que carecía de peso político para su propia candidatura, para liderar la papeleta con ella como vicepresidenta poco antes de las elecciones de 2019.
La alianza se forjó para derrotar al presidente de centro-derecha Mauricio Macri. Sin embargo, la tenue coalición comenzó a agriarse rápidamente, y en los últimos meses las tensiones se han hecho públicas, con Kirchner criticando abiertamente a Fernández en discursos públicos mientras el país sigue deteriorándose.
Seis de cada diez personas en Argentina han sido pobres en algún momento de la última década y el treinta por ciento de los argentinos no ha conocido otra cosa que la pobreza, según el informe anual de la Iglesia Católica publicado en junio.
Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, aprovechó el 9 de julio para reflexionar sobre los problemas económicos del país y también sobre lo que llamó una "verdadera crisis política".
Ojea dijo que es necesario tener coraje para que se superen las divisiones en la sociedad, más aún si Argentina quiere detener a los miles de jóvenes que quieren huir del país en busca de mejores oportunidades y estabilidad económica.
"Cuando sepamos apoyar a los que lo necesitan, estaremos construyendo la patria. No me refiero a la patria como una extensión territorial o como un consenso de voluntades que llamamos 'nación', sino a esa patria que tiene que ver con la raíz de una nueva historia."
"Para ello tenemos que tener mucho coraje, mucha decisión, mucha audacia y mucha creatividad, especialmente, en este momento, el liderazgo", dijo Ojea.