WASHINGTON -- En medio de la "hora oscura" por la que pasa Nicaragua -- con el encarcelamiento de un obispo, la expulsión de más de 200 presos políticos y las continuas violaciones de los derechos humanos -- la "valiente esperanza, caridad y solidaridad" de los nicaragüenses dan testimonio de su fe duradera, dijo el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

El Arzobispo Timothy P. Broglio, que dirige la Archidiócesis para los Servicios Militares, EE.UU., emitió una declaración el 21 de febrero en respuesta a varios acontecimientos recientes en Nicaragua, incluida la deportación de 222 presos políticos a Estados Unidos el 9 de febrero por el régimen del presidente Daniel Ortega.

El grupo deportado incluía a cinco sacerdotes, un diácono, dos seminaristas y dos profesionales de los medios de comunicación empleados por la diócesis de Matagalpa. Ortega los despojó a todos de su ciudadanía para impedir permanentemente su regreso.

La Iglesia Católica condenó la "deportación" en el Concilio Vaticano II en su constitución pastoral de 1965, "Gaudium et Spes", catalogándola como una de las "infamias" que son "suprema deshonra para el Creador" y que hacen aún más violencia a las sociedades que las practican que a quienes experimentan la injusticia - una enseñanza que San Juan Pablo II reforzó tanto en su encíclica "Veritas Splendor" de 1993 como en la encíclica "Evangelium Vitae" de 1995.

El Obispo de Matagalpa Rolando Álvarez, detenido en agosto por el régimen de Ortega y puesto bajo arresto domiciliario, estaba en la lista para salir con el grupo, pero se negó. El 10 de febrero fue declarado culpable y condenado por un tribunal nicaragüense a 26 años de prisión. También se le retiró la nacionalidad nicaragüense.

El Arzobispo Broglio hizo un llamamiento al gobierno de Estados Unidos y a otros países "para que sigan buscando la liberación de monseñor Álvarez y el restablecimiento de los derechos humanos en Nicaragua".

El arzobispo dijo estar "orgulloso y agradecido de que la comunidad católica de los Estados Unidos -- desde las diócesis y las agencias locales de Caridades Católicas hasta Catholic Charities USA y la USCCB -- estuviera entre las que se movilizaron rápidamente para acoger a los exiliados nicaragüenses cuando fueron despojados de su ciudadanía antes de subir al avión".

"¿Cómo puede un régimen negar la ciudadanía a sus ciudadanos?", preguntó.

El arzobispo señaló que los exiliados "están siendo asistidos por autoridades y socios del gobierno de Estados Unidos".

Tanto la Arquidiócesis de Miami como la Diócesis de Charlotte, Carolina del Norte, han acogido en sus respectivas diócesis a sacerdotes del grupo de exiliados. Miami también acogió a los seminaristas. El Obispo Auxiliar de Managua Silvio José Baez vive exiliado en Miami desde hace algún tiempo.

"Me uno a nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, en su exhortación a los responsables en Nicaragua, para que 'a través de un diálogo abierto y sincero, todavía se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica'", dijo el Arzobispo Broglio.

En cuanto a Monseñor Álvarez, el Arzobispo Broglio dijo que su condena "marca otra violación de los derechos humanos en el continuo calvario al que se enfrenta la Iglesia católica en Nicaragua".

La condena de 26 años impuesta a Monseñor Álvarez fue la más dura para un opositor a Ortega desde que el líder nicaragüense desató la represión contra los críticos de su régimen cada vez más tiránico, según The Wall Street Journal.

"Como se ha dicho antes, desde 2018 el régimen nicaragüense y sus aliados han estado implementando una política de agresión severa contra la Iglesia católica en Nicaragua -- incluyendo profanaciones calculadas del Santísimo Sacramento como medio para aterrorizar a los fieles nicaragüenses", dijo el Arzobispo Broglio.

Tras un juicio secreto en el que se le negó un abogado de su elección, el Obispo Álvarez fue condenado por un tribunal por cargos de conspiración para socavar la integridad nacional y difusión de información falsa.

El día anterior, Ortega calificó a monseñor Álvarez de "desquiciado" y le acusó de ser "alguien que se considera líder de la iglesia en Nicaragua, de la iglesia en América Latina".

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