IQUITOS, Perú -- Derrames de petróleo en lados opuestos de Perú -- uno cerca de Lima, la capital costera, y el otro en un remoto pueblo indígena en el Amazonas -- reunieron a católicos de las dos regiones por medio de misas simultáneas el 13 de febrero.
Ellos rezaron por los que sufren la contaminación causada por ambos derrames al conmemorar el segundo aniversario de "Querida Amazonía", la exhortación papal emitida por el Santo Padre, el papa Francisco, después del Sínodo de Obispos para la Amazonía de 2019.
Las liturgias -- acompañadas por mensajes de video por parte del obispo Miguel Ángel Cadenas de Iquitos y el arzobispo Carlos Castillo Mattasoglio de Lima y reproducidos en cada una de las misas -- representaron la primera iniciativa conjunta de este tipo entre obispos de Lima y la Amazonía.
En enero, desastres similares afectaron a las dos regiones. Un barco que descargaba petróleo el 15 de enero en una refinería costera derramó alrededor de 6,000 barriles de petróleo en el Océano Pacífico, contaminando al menos 30 millas de la costa. El 20 de enero, personas criminales cortaron un oleoducto en un pequeño pueblo amazónico, contaminando el río del que depende la gente para tomar agua, cocinar, y bañarse.
Al final de la misa en Iquitos, Gilter Yuyarima describió el impacto del derrame de petróleo en los habitantes de Nueva Alianza, el pueblo de Kukama y Urarina, donde es líder de la comunidad católica.
La limpieza del agua ha sido lenta y las fuertes lluvias han hecho que el petróleo se esparza por el bosque y llegue al río, que es la fuente de agua de la comunidad, expresó, agregando que las madres y los niños son los que más sufren.
Por su parte, la misa en Lima incluyó a residentes indígenas de la ciudad y pescadores artesanales que perdieron sus medios de sustento y una fuente esencial de alimento cuando el derrame de la cisterna contaminó sus zonas de pesca. Varios de ellos presentaron una red de pesca como ofertorio en la misa.
Ambos obispos señalaron que los derrames de petróleo en sus regiones tuvieron mayor impacto en las personas cuyas vidas ya eran precarias.
En su homilía, monseñor Castillo indicó: "tenemos un compromiso, toda nuestra ciudad de Lima y toda nuestra costa, con nuestra Amazonía".
En su mensaje a los católicos de Lima, monseñor Cadenas recordó que el Libro del Génesis describe cómo Dios le dio a los humanos la responsabilidad de cuidar la creación, y agregó: "Queremos dejar para la siguiente generación el planeta al menos en las mismas circunstancias en que lo hemos heredado".
El obispo Cadenas se ha pronunciado abiertamente sobre temas ambientales durante más de dos décadas, especialmente después de que derrames de petróleo afectaran a las comunidades dispersas a lo largo del río Marañón, donde él y el padre agustino Manolo Berjón eran pastores de la parroquia rural de Santa Rita. Ellos comenzaron a abordar problemas ambientales en talleres parroquiales para líderes de comunidades católicas en pueblos a lo largo de los ríos.
En 2015, cuando los dos se mudaron a las afueras de Iquitos -- una ciudad de alrededor de medio millón de habitantes -- descubrieron un nuevo conjunto de problemas urbanos. Su parroquia incluía vastos vecindarios de casas construidas sobre pilotes para elevarlas por encima de las inundaciones estacionales, pero sin alcantarillado ni servicio de agua.
Varios barrios se inundaban constantemente con aguas residuales y desechos de un matadero y un hospital cercano. Con el apoyo de la vicaría, las juntas de vecinos demandaron al gobierno por los servicios públicos, un caso que se conocerá el 18 de febrero ante el Tribunal Constitucional del Perú.
Los dos hombres han perseguido especialmente casos que han tenido implicaciones más allá del área local, que involucran temas como la contaminación por petróleo, la falta de servicios públicos, y el derecho de las comunidades indígenas a ser consultadas sobre proyectos que los afectarían, manifestó el obispo Cadenas a CNS.
Su trabajo se inspiró en su comprensión del cristianismo, agregó, y señaló que los problemas ambientales no pueden separarse de la salud y los derechos básicos.
En el camino, "hemos aprendido a tener paciencia . . . paciencia geológica", dijo el padre Berjón, refiriéndose a la lentitud de los avances, especialmente en los procesos judiciales.
El hecho de que los jueces hayan fallado a favor de las comunidades locales en casos relacionados con derrames de petróleo y consultas sobre un controvertido proyecto de dragado de ríos los ha convencido de que sus esfuerzos han valido la pena, a pesar de la resistencia de funcionarios del gobierno e incluso acusaciones de terrorismo, dijo el obispo Cadenas. Tener una sólida red de aliados les ha ayudado a sobrellevar los momentos difíciles.
"Hemos aprendido a rezar", acotó, "porque ha habido situaciones muy, muy, muy conflictivas".
Sobre todo, añadió el padre Berjón, "hemos aprendido que, de una forma u otra, el reino de Dios está aquí".
Escrito por Barbara J. Fraser.