Las decisiones recientes de las principales instituciones financieras y las principales economías del mundo para aliviar la carga de la deuda de las naciones más pobres del mundo, ayudarán a estos países a responder a la crisis económica causada por la pandemia de coronavirus, sostuvo el director ejecutivo de Jubilee USA.
Estas decisiones se tomaron durante las reuniones de abril del grupo de las 20 naciones (o G-20), el Grupo del Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional.
"Hemos logrado un verdadero progreso", dijo Eric LeCompte, quien encabeza la alianza de organizaciones religiosas de desarrollo y alivio de la deuda, y quien ha abogado durante mucho tiempo por reformas financieras que afecten a las 73 naciones más pobres del mundo y a docenas de otros países de ingresos medios.
"Estos pasos permitirán a los países responder a la pandemia y otras necesidades", manifestó LeCompte a Catholic News Service el 15 de abril. "Al mismo tiempo, con la gravedad de la crisis, reconocemos que tenemos que hacer mucho más y, en algunos ámbitos, movernos rápido."
En la cima de la lista de prioridades de Jubliee USA estaba la creación de $650 mil millones en fondos de reserva de emergencia, conocidos como derechos especiales de giro o DEG. LeCompte describió el tamaño del paquete de fondos como "la mayor movilización jamás realizada de tales reservas".
Este paquete incluye más de $200 mil millones para los países en desarrollo, con aproximadamente el 10 por ciento de los fondos disponibles para las naciones más pobres. LeCompte expuso que su organización está trabajando con el FMI en un proceso para transferir $400 mil millones adicionales a los países en desarrollo, que han visto las consecuencias económicas más graves de la propagación del COVID-19.
El FMI también canceló los pagos del servicio de la deuda de los países más pobres hasta octubre.
LeCompte señaló que, en las reuniones, Estados Unidos y el FMI apoyaron un impuesto corporativo mínimo e impuestos digitales que ayudarán a los países en desarrollo a obtener ingresos significativos para su respuesta a la pandemia.
El apoyo de Estados Unidos fue particularmente vital debido a su influencia en el FMI y entre el G-20.
Jubilee USA, el obispo David J. Malloy de Rockford, Illinois -- quien es presidente del Comité de Justicia y Paz Internacional de obispos de Estados Unidos -- y el arzobispo Roberto González Nieves de San Juan, Puerto Rico, fueron algunos de los que se reunieron con la secretaria del tesoro, Janet Yellen, el 16 de marzo para pedir que las políticas sean aprobadas durante las reuniones virtuales del 5 al 11 de abril.
El Papa Francisco también instó actuar en nombre de los países pobres y en desarrollo en un mensaje al Grupo del Banco Mundial y al FMI cuando se reunieron.
El Santo Padre dijo que a pesar de "nuestras convicciones profundamente arraigadas de que todos los hombres y mujeres son creados iguales, muchos de nuestros hermanos y hermanas en la familia humana, especialmente aquellos en los márgenes de la sociedad, están efectivamente excluidos del mundo financiero".
"Si queremos salir de esta situación como un mundo mejor, más humano y solidario, se deben idear nuevas y creativas formas de participación social, política y económica, sensibles a la voz de los pobres y comprometidos a incluirlos en la construcción de nuestro futuro común", expresó el papa.
LeCompte hizo eco de inquietudes similares y dijo que él y otros están preocupados de que "algunos países ricos se recuperen" mientras que "la mayoría del mundo no se recuperará".
LeCompte también pidió una distribución más equitativa de las vacunas en todo el mundo a través de una ayuda humanitaria enfocada y ampliada. "A menos que actuemos rápidamente, gran parte del mundo en desarrollo no verá vacunas hasta 2023", dijo.