Los migrantes que viajan en lo alto de los trenes en dirección norte descansan de sus viajes en un centro diurno dirigido por jesuitas en la ciudad industrial de Torreón, situada a unas 500 millas al sur de la frontera entre Estados Unidos y México.
En un día de semana reciente, Josué, un adolescente hondureño delgado con cabello corto y aretes en ambas orejas, estaba entre los migrantes que esperaban el desayuno en el centro jesuita, junto con una oportunidad de ducharse y pedir una nueva muda de ropa.
Cuando se le preguntó por qué se fue de Honduras, Josué, de 17 años, mencionó varios motivos, comenzando por las pandillas callejeras, que, según él dijo, mataron a su padre y a su hermano de 13 años.
"Se dirigen a los jóvenes", sostuvo. "Si no les pagas la extorsión, tienes que unirte a ellos". Josué también habló de los huracanes gemelos que azotaron Honduras en noviembre y "nos dejaron sin hogar". El primer huracán arrancó el techo y el segundo derribó las paredes, señaló.
El joven anhelaba reunirse con familiares que viven en Estados Unidos.
"Estoy buscando una vida mejor allí", dijo.
Niños y adolescentes migrantes como Josué se dirigen hacia los Estados Unidos en números cada vez mayores.
Los funcionarios fronterizos estadounidenses detuvieron a 561 menores no acompañados el 15 de marzo. En febrero, más de 9,400 niños y adolescentes que cruzaban solos fueron detenidos, un aumento del 60 por ciento desde enero, según reportó The Associated Press.
Los funcionarios fronterizos también informaron que detuvieron a 97,000 migrantes que intentaban ingresar ilegalmente al país en febrero, cifras que no se ven desde 2019.
"A este ritmo, tendremos más personas en la frontera suroeste que en los últimos 20 años", expresó el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, en un comunicado el 16 de marzo.
La mayoría de los detenidos son adultos solteros. Una mayoría de ellos -- junto con algunas familias detenidas -- son devueltos rápidamente a México bajo las disposiciones de salud implementadas durante la pandemia de COVID-19, dijo Mayorkas.
Sin embargo, el secretario de Seguridad Nacional agregó: "Todos los días nos encontramos con muchos niños no acompañados en nuestra frontera suroeste . . . Nos encontramos con niños de 6 y 7 años, por ejemplo, que llegan a nuestra frontera sin un adulto. Son niños vulnerables y hemos terminado con la práctica de la administración anterior de expulsarlos".
El motivo por el que un gran número de menores -- y de migrantes en general -- está llegando a la frontera de Estados Unidos en cantidades cada vez mayores sigue siendo un tema de controversia.
El centro diurno de Torreón, que está experimentando un aumento de migrantes no acompañados y familias, había recibido pocas personas durante la primavera y el verano debido a la pandemia. Esa tendencia, sin embargo, está cambiando.
"La pandemia ya no es un impedimento para la migración", expuso María Concepción Martínez Rodríguez, directora de operaciones del centro de Torreón.
Los motivos para migrar siguen siendo en gran medida los mismos, según dijeron directores de refugios para migrantes y católicos que trabajan en temas de migración en Centroamérica: pobreza, violencia, y problemas políticos. También estuvo la devastación de los huracanes, Eta e Iota, que dejaron a miles de personas en situación de pobreza, hambre, y falta de vivienda.
"La violencia, la extorsión, y las personas que viven bajo amenaza han continuado" debido a que las pandillas no cesaron sus actividades durante la pandemia, dijo la hermana Scalabriniana Nyzelle Dondé, directora del ministerio de migrantes de los obispos hondureños.
"La corrupción y la impunidad en este país son cada vez más graves y eso hace que la gente se vaya sin posibilidad de quedarse aquí", ella agregó.
El padre franciscano Gabriel Romero dijo que su refugio -- llamado La 72 en el estado de Tabasco, en el sur de México -- alberga a 30 menores no acompañados. El padre Romero atribuye la llegada de tantos jóvenes migrantes, en parte, a cambios en la ley mexicana, que prohíbe a los funcionarios de inmigración mantener a menores en centros de detención.
"No pueden detenerlos, entonces los dejan pasar libremente", expresó el padre Romero.
El cambio de gobierno en Estados Unidos también alentó a los migrantes. Además, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dijo a los periodistas: "Ven (a Biden) como el presidente migrante".
El padre José Luis González, coordinador de la Red Jesuita de Migrantes en América Central y América del Norte, atribuyó parte del éxodo de migrantes a la confusión de mensajes, junto con la desinformación difundida por traficantes de personas que intentan generar negocios.
Incluso cuando la administración de Biden les dice a los migrantes que la frontera está cerrada, los centroamericanos escuchan historias de cambios en la política de Estados Unidos -- como extender el Estatus de Protección Temporal a los venezolanos y poner fin al esquema de Protocolos de Protección al Migrante -- y se imaginan ya a algunos migrantes y solicitantes de asilo entrando a Estados Unidos, continuó.
"A nivel popular" en Centroamérica, sostuvo el padre González, "la gente sólo ha escuchado que hay un nuevo presidente que es favorable a los migrantes".
En la frontera entre Estados Unidos y México, en Matamoros, frente a Brownsville, Texas, el padre Francisco Gallardo trabajó con solicitantes de asilo en los Protocolos de Protección al Migrante, quienes se vieron obligados a esperar en México mientras sus reclamos se escuchaban en los tribunales estadounidenses.
Aunque los solicitantes de asilo todavía tienen citas en la corte, dijo, "piensan que no es más que cruzar (la frontera). No saben que tienen que continuar el proceso para ingresar legalmente a los Estados Unidos".
La administración de Biden quiere restaurar el proceso de asilo, que se redujo durante la administración del presidente Donald Trump. Sin embargo, los operadores de refugios dicen que tomará tiempo revertir las acciones tomadas durante la administración de Trump.
"La gente no escucha toda la historia. Escuchan: se abre el asilo y la frontera", dijo el padre Scalabriniano Pat Murphy, director de un refugio para migrantes en Tijuana. "Recibimos 20 o 30 llamadas al día sobre asilo . . . Aunque les dices 'no', intentan reformular la pregunta con la esperanza de que digas 'sí'". Simplemente no pueden captar la idea en este momento".
Recientemente se formó un campamento de solicitantes de asilo en la frontera de Tijuana. El padre Murphy dijo que la gente está ocupando el campamento "para que puedan ser los primeros en la fila, sin entender que no hay fila" para el asilo.
Los migrantes que se detenían en el centro de día en Torreón citaron las dificultades en casa como motivos para huir en lugar de la política estadounidense o posibles cambios en la política fronteriza.
Juan Francisco Dubón, de 39 años, partió de Honduras después de que los huracanes arrasaran sus cultivos de maíz y banano y luego destruyeran su casa en Santa Bárbara, Honduras.
"Ya no tengo un hogar", dijo.
No había planeado irse. De 2008 a 2011, trabajó instalando aires acondicionados en Houston y ahorró lo suficiente para comprar una granja y construir una casa de cuatro habitaciones, pero dijo que no podía alimentar a su familia de cinco después de los huracanes.
Dubón viajaba solo hacia el norte, aunque reconoció que muchos migrantes creen que traer un niño podría facilitar la entrada a Estados Unidos, ya que se supone que no deben permanecer detenidos por más de 72 horas.
Cuando se le preguntó por qué no traía a sus hijos, respondió: "No soy lo suficientemente valiente como para pedirles que hagan ese sacrificio. Es mejor que lo intente yo solo. Si lo logro, sé que en dos o tres años puedo recuperar mi finca".