ROMA - Fernando Karadima, quien fuera uno de los sacerdotes más populares de Chile y posteriormente definido como el depredador sexual más infame del país, murió el 26 de julio a la edad de 90 años, una década después de ser declarado culpable de abusar de menores y tres años después de ser removido del sacerdocio.

En 2011, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano lo declaró culpable de abusos sexuales. Fue condenado a una vida de penitencia y oración. Un año después, la justicia chilena reconoció la credibilidad de los delitos, pero nunca fue juzgado civilmente debido a la prescripción.

Karadima pasó sus últimos años en el Hogar San Juan de Dios, una residencia de ancianos, aunque murió en un hospital de Santiago tras ser ingresado unas semanas atrás.

En 2018, el Papa Francisco tomó la decisión "excepcional" de apartarlo del sacerdocio, años después de su condena original. Un comunicado del Vaticano publicado en ese momento decía que la decisión se tomó "a conciencia y por el bien de la Iglesia."

Nacido en 1930, este hombre que se convirtió en padre espiritual de muchos jóvenes de la élite social acomodada de Santiago fue acusado de abusar sexualmente de niños ya en 1984. Sin embargo, gracias a sus profundas conexiones tanto en el régimen militar chileno como en el Vaticano, tras forjar una amistad con el entonces representante papal en Chile, el arzobispo Angelo Sodano, que más tarde sería nombrado secretario de Estado y cardenal, consiguió que las acusaciones presentadas contra él por un grupo de fieles fueran desestimadas por el arzobispo Juan Francisco Fresno.

Tres de las víctimas de Karadima -Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton- lo acusaron públicamente de abusos sexuales en 2010, pero tanto la jerarquía local como un importante sector de la opinión pública se rechazaron las acusaciones, inclinados a creerle al hombre que durante décadas había sido un héroe para los fieles católicos más conservadores de Chile.

"Ha muerto Fernando Karadima, ex sacerdote católico que abusó sexual y espiritualmente de muchas personas, entre ellas, nosotros", dijeron los tres sobrevivientes en un comunicado conjunto difundido el lunes. "Todo lo que teníamos que decir sobre Karadima está dicho".

"Él fue un eslabón más de esta cultura de abuso y encubrimiento en la Iglesia", escribieron. "Estamos en paz, y sólo nos mueve seguir luchando para que estos crímenes no vuelvan a ocurrir, y por tanta gente que ha vivido esto y que aún no tiene justicia".

Posteriormente, en Twitter, cuando un usuario lamentó que no hubo justicia por los crímenes cometidos por el exsacerdote, Hamilton declaró que “si la hubo , Chile despertó, (reconociendo la) imprescriptibilidad de abuso sexual en niños y adolescentes y ahora probablemente a cualquier edad, miles que se liberaron, fue como en ´la era del hielo´, la ardilla pequeña que triza un glaciar.

Murillo contó por primera vez al cardenal de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, que había sido abusado por Karadima a través de una carta en 2003. Se abrió una investigación y las acusaciones se consideraron creíbles. Sin embargo, el cardenal, que durante varios años fue miembro del consejo de cardenales que asesora al papa Francisco, la rechazó. Años después, Errázuriz reconocería que se había basado en la opinión de otra persona sobre el sacerdote abusador en lugar de creer el informe.

Hasta hoy se desconoce cuántas personas fueron abusadas sexualmente por Karadima.

En las décadas de 1980 y 1990, Karadima lideró un movimiento de laicos desde su parroquia en El Bosque, en Santiago de Chile. Unos 40 jóvenes encontraron su vocación al sacerdocio bajo su guía. Cuatro de estos hombres, que formaban su "círculo de hierro", fueron posteriormente nombrados obispos.

Los cuatro prelados han sido acusados durante mucho tiempo por las víctimas de Karadima de haber ocultado los abusos cometidos por su mentor y de haberle encubierto.

Cuando en 2015 Francisco decidió nombrar al obispo Juan Barros, uno de los seguidores de Karadima, a la diócesis de Osorno, los tres sobrevivientes mencionados anteriormente hablaron con todo el que quisiera escuchar, acusando al obispo de encubrir a quien fuera su mentor. Los medios de comunicación, tanto en Chile como en Roma, mantuvieron el caso en la opinión pública. Los políticos chilenos enviaron una carta al Papa pidiéndole que diera marcha atrás, e incluso algunos obispos se pronunciaron en contra del nombramiento.

Durante su visita a Chile a principios de 2018, el pontífice argentino defendió a Barros y acusó a los sobrevivientes de “calumnia”. Sin embargo, a su regreso a Roma, envió a dos de los principales investigadores del Vaticano para tratar de comprender mejor la situación.

El resultado fue un informe de 2.300 páginas que llevó al Papa a convocar a todos los obispos chilenos a Roma para una cumbre de tres días, en la que el Francisco habló de encubrimiento.

Al final de la cumbre, todos los obispos chilenos presentaron su renuncia y, en el lapso de un año, Francisco aceptó un tercio de ellas, incluida la de Barros.

La decisión en el 2018 de remover a Karadima del sacerdocio se dio al poco tiempo de un decreto similar contra el también exsacerdote chileno Cristián Precht, quien también fue encontrado culpable de abusos sexuales. Por motivos nunca revelados, en lugar de obtener una condena a oración y penitencia de por vida, Precht había sido originalmente suspendido del ministerio por sólo cinco años, de 2012 a 2017.

Mientras Precht era un héroe para la izquierda y Karadima era considerado mucho más conservador, los dos se movían entre las élites del país. A Precht se le solía calificar como un "hombre encantador, amigable con todo el mundo", mientras que Karadima era considerado lo opuesto.

El sacerdote murió sin reconocer públicamente sus crímenes. En 2018, tras reunirse con Francisco, uno de los hermanos menores de Karadima pidió al exsacerdote que admitiera sus crímenes y pidiera perdón.

"Le pediría que fuera humilde", dijo Óscar Karadima al diario chileno La Tercera consultado sobre qué le diría a su hermano.

"Fernando, pide perdón. No en silencio a Dios, no en tus oraciones. Hazlo público, para que la gente te escuche pedir perdón por el daño que has causado a las víctimas y a todos", había dicho. "Fernando, eres un hombre que va a morir. Cómo te atreves a morir así, como un soberbio que no pide perdón".

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Este artículo fue publicado originalmente en CruxNow. Fue traducido y adaptado por su autora.

Inés San Martín se encuentra en Twitter.