SÃO PAULO -- Mientras representantes de casi 200 países se reúnen para la Conferencia de Biodiversidad de la ONU en Montreal, los activistas ambientales que viven en la región amazónica esperan que las propuestas de la conferencia generen nuevos proyectos a favor del bosque y las poblaciones que viven en dicha región.

"Más de la mitad de los bosques tropicales que quedan en el mundo se encuentran en el bioma amazónico", expresó Ima Célia Vieira, investigadora y asesora de REPAM, la Red Eclesiástica Pan-Amazónica, en Brasil.

Vieira dice que es un consenso en la comunidad científica que la Amazonía es clave para conservar la biodiversidad y regular el clima del planeta y que Brasil ya ha demostrado que es posible comprender la región y contener la destrucción de la Amazonía a través de instituciones fuertes y una estrecha supervisión.

Para el diácono Alirio Cáceres Aguirre de la Arquidiócesis de Bogotá, Colombia, la región amazónica no solo ayuda a remediar la emergencia climática, sino que, por la complejidad de su bioma, regula el latido del corazón de la tierra.

"La Amazonía es la cuna de una nueva forma de vivir el cristianismo. La Amazonía se ama, se cuida, se defiende. La Amazonía no se vende. No es solo tarea de los obispos, es la comunidad de bautizados que, desde su diversidad, naveguen (esta región), proclamando la vida plena y desbordante anunciada por Jesús", indicó el diácono Aguirre, quien también es miembro de la Red Ecológica Eclesial Mesoamericana, vinculada a la Conferencia Eclesial de la Amazonía.

El diácono dijo que una de las cosas a tener en cuenta en la COP15 es la influencia que la doctrina social de la iglesia pueda tener entre los que toman las decisiones de los diferentes países.

Dijo que una iglesia presente en la Amazonía está vinculada al cambio sistémico explicado en los documentos papales "Laudato Si'", "Fratelli Tutti", y "Querida Amazonia".

"Nuestra civilización requiere una profunda conversión ecológica. Para ello, debe contar con la sabiduría de los pueblos originarios que han convivido con la selva durante miles de años sin destruirla", sostuvo el diácono.

Sin embargo, dijo, conferencias anteriores indican que Naciones Unidas es ineficaz a la hora de determinar el cumplimiento de los acuerdos, y algo similar puede ocurrir con la COP15.

"La falta de voluntad política para financiar las metas de Aichi (biodiversidad), acordadas en la COP10 en Nagoya, Japón, en 2010, ha sido evidente", acotó.

El diácono Aguirre dijo que el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 de la COP10 murió, mientras que la pérdida de biodiversidad ha crecido exponencialmente desde 1970, alcanzando el 69 por ciento. Durante el mismo período, la tasa de deforestación en la Amazonía ha superado el 20 por ciento, y el aumento de su temperatura promedio está por encima de 1°C, según el Fondo Mundial para la Naturaleza.

Dijo que los miembros de la Conferencia Eclesial de la Amazonía creen que la COP15 debe proporcionar un marco mundial para la diversidad biológica.

Pero esto, señala, requiere una "economía con alma", en la que la gente anteponga el bien común a los intereses individuales.

El diácono Aguirre enfatizó que la Amazonía "no puede ser considerada una mercancía". Dijo que los países deben poner una moratoria a los proyectos que incluyen combustibles fósiles y minería.

Vieira estuvo de acuerdo.

"Es importante que los gobiernos y las empresas se comprometan a reducir los subsidios a las actividades que destruyen la biodiversidad. También es importante tener un plan de expansión y mantenimiento de áreas protegidas, respeto a los derechos de los pueblos tradicionales y sus territorios", dijo.

Vieira dijo que desde 2002, los miembros de la Convención de Biodiversidad se han comprometido a reducir la tasa de pérdida de biodiversidad, pero han fracasado. Solo se lograron dos de los 22 objetivos globales propuestos. Para un acuerdo de Montreal se necesitan avances políticos para un nuevo pacto capaz de frenar la pérdida de especies, dijo.

"Con el avance de la deforestación en la Amazonía y el empeoramiento del riesgo para la biodiversidad, aumenta la responsabilidad de los participantes en Montreal. Está en juego el futuro de la diversidad biológica del planeta", dijo.

El diácono Aguirre lo expresó de otra manera: "Caminando juntos, en sinodalidad, pasemos del decir al hacer, para que la vida revelada en la Amazonía sea admirada y protegida de los mezquinos intereses que la amenazan".