San Juan, Puerto Rico — En vísperas del Sexto Congreso Americano Misionero (CAM6), el Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, Arzobispo de Caracas, compartió sus reflexiones sobre la difícil situación de la Iglesia Católica en Nicaragua. En una entrevista realizada el 18 de noviembre de 2024, en la Catedral de San Juan, el Cardenal Porras presentó un panorama sombrío de una Iglesia acosada, pero que sigue firme en su fe.

El Cardenal Porras se encuentra en Puerto Rico para participar del CAM6 como representante del Papa Francisco.

Una Iglesia Mártir

El Cardenal Porras describió a la Iglesia nicaragüense como una "Iglesia mártir," enfrentando una persecución implacable por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “En estos momentos no hay duda que la Iglesia de Nicaragua es una iglesia mártir, es una Iglesia que está siendo sometida, pues prácticamente a desaparecer. Vemos como cinco obispos nada más, no hay representante pontificio, y cantidad de sacerdotes y de laicos exiliados,” señaló el cardenal.

A pesar de esta cruda realidad, destacó la resiliencia de los fieles: “Sin embargo recibo noticias de cómo la fe de la gente sencilla se mantiene con vigor. Por supuesto que hay mucho temor y miedo por toda la represión que significa y por todo lo que es el abuso, el abuso de la fuerza, pero creo que ahí es donde entra en juego de verdad esa capacidad de discernimiento, esa creatividad, para que no nos dejemos robar lo poco que tenemos, que en realidad es mucho: la Gracia del Señor para crear fraternidad.”

Entre los obispos exiliados se encuentran Mons. Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, quien fue encarcelado antes de ser enviado al Vaticano a principios de 2024; Mons. Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, exiliado en Guatemala; Mons. José Báez, quien encontró refugio en Costa Rica; y Mons. Isidoro Mora, obispo de Siuna, actualmente residente en Roma. La persecución alcanzó un nuevo nivel cuando el nuncio apostólico, el arzobispo Waldemar Stanisław Sommertag, fue declarado persona non grata en 2022. Su expulsión marcó una ruptura significativa en las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y el régimen de Ortega-Murillo, profundizando el aislamiento de la Iglesia Católica en Nicaragua.

Un Llamado a la Solidaridad

El Cardenal Porras instó a la Iglesia universal a solidarizarse con Nicaragua, subrayando que su sufrimiento concierne a toda la comunidad católica. “Para la Iglesia universal y la Iglesia latinoamericana no pasa desapercibida, ni puede pasar. No podemos pensar, bueno, que no nos incumbe, no somos nosotros, esa es otra situación muy distinta. La fraternidad exige cercanía, no solo en la oración sino intentar ver, tanto para los que han salido como para los que están adentro, cómo podemos echar una mano.”

Reflexionando sobre los desafíos que enfrenta su natal Venezuela bajo un régimen autoritario similar, el Cardenal añadió: “Hemos seguido pues muy de cerca [a Nicaragua] porque la afinidad política entre ambos regímenes y el exaltar, como si fuera una virtud, cierto comportamiento, pues no lo es. Sabemos que hay que escuchar la voz del pueblo. La razón de ser de toda autoridad no es mantenerse en el poder, sino servir a la gente y a sus necesidades. Cuando esto no se da, pues se deslegitima.”

Un Contexto Global de Represión

El Cardenal situó las luchas de Nicaragua dentro de un marco global más amplio de injusticia, vinculándolas con problemas en el Medio Oriente, África y la guerra entre Rusia y Ucrania. “Vemos que esto se está repitiendo de una u otra forma en este cambio de paradigma que existe en el mundo de hoy en lo político. Progreso no puede haber si hay unos cuantos poderosos y millones de esclavos,” advirtió.

Mientras comienza el CAM6 en Ponce, Puerto Rico, la difícil situación de Nicaragua sigue siendo un recordatorio contundente de los sacrificios hechos por aquellos que están en la primera línea de la misión de la Iglesia.

Articulo originalmente publicado en el sitio de las Obras Misionales Pontificas de Estados Unidos.