SAN FRANCISCO - Tras casi cuatro meses alejado de la escena pública, el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes celebró el domingo una misa en la catedral de su archidiócesis. Había sido hospitalizado con COVID-19, y luego se recuperó en su casa.

La última aparición pública del arzobispo de Managua había sido el 31 de julio, cuando celebró la misa en conmemoración del primer aniversario del incendio provocado contra un histórico crucifijo conocido como la Sangre de Cristo, también en la Iglesia catedral.

Hablando dos semanas después de que el presidente Daniel Ortega fuera reelegido, el prelado dijo que los sacerdotes y religiosos no pueden permanecer en silencio, en un país donde el clero ha sido perseguido por sus críticas al gobierno.

"Recen por mí, recen por nuestros sacerdotes, para que seamos promotores de su reino [de Jesucristo], dijo Brenes. "Los apóstoles lo dijeron bien: No podemos callar lo que hemos visto y lo que hemos oído".

"Por eso mi exhortación, que no nos cansemos, aún en medio de la oscuridad y en medio de las tensiones, de anunciar este reino, un reino fuera de lo común, el reino de Jesucristo, que tiene su base en el corazón y que da frutos", subrayó el cardenal en su homilía dominical.

"El reino de Cristo crece cada día porque tiene su base en el corazón, como esa pequeña semilla de mostaza que crece o como un minúsculo grano de trigo que depositado en la tierra se convierte en espiga", dijo, señalando que la "Carta Magna de ese reino es Jesús, es el amor".

El cardenal también dejó entrever que aún no está totalmente recuperado del COVID-19 al señalar que por "instrucciones médicas tuve que guardar el respectivo reposo, para ir avanzando poco a poco, pero no podía faltar a esta fecha tan importante para todos nosotros", refiriéndose a la presentación del padre Said Ruiz Fajardo como nuevo rector de la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María.

Ortega fue reelegido para un tercer mandato consecutivo -pero el cuarto en total, tras gobernar en la década de 1980- el 7 de noviembre, tras unas elecciones presidenciales que fueron consideradas como "ilegítimas" por gran parte de la comunidad internacional, incluidos Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos.

Once días después, cuando los obispos nicaragüenses debían elegir un nuevo presidente de la conferencia, Brenes dejó en claro que no era candidato, argumentando que el presidente de la conferencia no puede ser elegido para un tercer mandato.

La relación entre la Iglesia y el Estado es especialmente tensa en Nicaragua desde abril de 2018, cuando ante una revuelta civil, la jerarquía católica decidió abrir las puertas de las iglesias para que los manifestantes pudieran refugiarse de la policía, el ejército y las milicias progubernamentales que utilizaron balas -y tanques- para disipar las manifestaciones.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al menos 355 personas murieron durante las protestas.

En julio de ese año, Ortega acusó a los obispos de intentar llevar a cabo un golpe de Estado, y desde entonces se han producido ataques a iglesias católicas, como ocurrió en la catedral de Managua en 2020. A pesar de que varios testigos declararon que un hombre había entrado en la catedral con un cóctel molotov y había gritado "Vengo por la sangre de Cristo", la policía declaró que se trataba de un accidente, producto de una vela votiva.

El llamamiento de Brenes para que los sacerdotes sigan hablando se produjo sólo unos días después de que el presidente rebajara la presencia diplomática del Vaticano en Nicaragua. En muchos países donde el catolicismo es la religión dominante, el nuncio apostólico es el decano del cuerpo diplomático en virtud de su cargo, independientemente de su antigüedad. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece que cualquier país puede optar por dar a los nuncios una precedencia diferente a la de los demás embajadores.

Sin embargo, mediante un decreto presidencial publicado el jueves, Ortega eliminó el cargo de Decano del Cuerpo Diplomático que ocupaba el arzobispo polaco Waldemar Stanislaw Sommertag.

Monseñor Silvio Báez, el obispo auxiliar de Managua que está exiliado en Miami desde 2019 tras una serie de amenazas de muerte, señaló durante su homilía dominical que "el reino de Jesús no es violento ni se impone con violencia, porque nada violento es eterno".

"El reino de Jesús es eterno, los que se imponen por la fuerza ya están derrotados, los que se creen fuertes porque son agresivos y humillan a los demás, lo único que hacen es mostrar su debilidad, los poderosos que quitan la libertad al pueblo y lo dominan porque tienen armas, ejercen un poder ilegítimo que tarde o temprano terminará", dijo el prelado.

El obispo Rolando Álvarez, de la diócesis de Matagalpa, también arremetió contra el gobierno, diciendo que hay muchas causas de la pobreza, pero la de Nicaragua tiene más que ver con la voluntad política que con otra cosa.

"Hay muchas cosas que nos han empobrecido", dijo. "No somos pobres porque somos pobres, sino porque hay una decisión política de no distribuir la riqueza con equidad, sometiendo al pueblo a la pobreza".