CIUDAD DE MÉXICO -- La Conferencia del Episcopado Mexicano, la Compañía de Jesús y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México convocaron a los tres candidatos presidenciales del país el 11 de marzo para firmar su Agenda Nacional de Paz: una hoja de ruta para pacificar a México y el punto de partida para el diálogo con el próximo gobierno.

El documento describe la situación terrible en México, donde más de 30.000 personas han sido asesinadas en cada uno de los últimos seis años, y más de 90.000 han desaparecido durante muchos años de violencia y disputas territoriales entre los cárteles de la droga.

"Nos ha rebasado la violencia que no ha dejado de crecer en los últimos 18 años", dijo el padre jesuita Jorge Atilano, director del Diálogo Nacional por la Paz, una serie de foros en todo el país que formaron la Agenda Nacional de Paz.

"Son las personas que ya perdemos día con día, las 90 asesinadas, las 20 desaparecidas, son las que paguen derecho de piso, a quien les extorsionan y los que han tenido que migrar o desplazarse, son quienes nos convocan aquí", dijo.

Sin embargo, la favorita en las elecciones, Claudia Sheinbaum, del partido gobernante Morena, no estuvo de acuerdo con partes del plan y dijo a una audiencia compuesta por líderes religiosos, la sociedad civil, víctimas de la violencia, diplomáticos y expertos: "No comparto la evaluación pesimista del momento actual" reseñado en el documento.

Ella firmó el documento, pero con el anexo: "Sigamos dialogando".

Respondiendo a los comentarios de Sheinbaum sobre el documento de los obispos, Xóchitl Gálvez, candidata por una coalición tripartita, publicó en X a finales del 11 de marzo que lo que Sheinbaum hizo ante la conferencia episcopal "es una falta de respeto, pero sobre todo es un acto de soberbia al no reconocer la inseguridad del país".

"Mientes sobre las cifras de violencia, mientes cuando dices que eres ambientalista y mientes cuando usas las palabras de fraternidad del Papa Francisco", dijo, atacando a su rival.

"¿En dónde vives? ¿En Disneylandia?" concluyó Gálvez.

México acudirá a las urnas el 2 de junio en una elección sin precedentes en la que las mujeres lideran las dos principales coaliciones políticas, lo que significa que es probable que el país elija a su primera mujer presidenta. Pero las campañas se están desarrollando en medio de profundas divisiones políticas, preocupaciones sobre un retroceso democrático y violencia política, con cárteles de la droga matando candidatos con impunidad.

La conferencia de obispos mexicanos ha instado a la participación de los votantes, pero ha expresado preocupación por la democracia, el estado de derecho y los grupos criminales que intervienen en el proceso electoral.

"Creemos que el peor de los escenarios, el que mayormente debemos evitar, es aquel en que el crimen organizado y otros grupos delincuenciales intervengan en el proceso electoral, en cualquier lugar y momento", dijeron los obispos en una declaración del 3 de marzo. "La democracia electoral mezclada con la delincuencia es un binomio totalmente inaceptable. Es un signo de la más deplorable corrupción que se debe evitar a toda costa".

La declaración se produjo tras revelaciones de que obispos del estado de Guerrero intervinieron como mediadores en una disputa entre cárteles de la droga en guerra en un intento de pacificar una zona plagada de delitos como la extorsión.

"Ese es el mensaje que se desprende de sus iniciativas por la paz, que el Estado ha perdido el control del problema y que necesitan intervenir con otros actores sociales para negociar una agenda común", dijo Pablo Mijangos González, historiador del catolicismo mexicano de la Universidad Metodista del Sur a OSV News.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, que nunca ha criticado públicamente a los cárteles de la droga, ha cuestionado cualquier sugerencia de que el Estado haya perdido el control de su territorio. También señala que la tasa de homicidios cayó un 20% durante sus cinco años en el cargo bajo una política de seguridad conocida como "abrazos, no balazos". Pero el presidente ha minimizado repetidamente las atrocidades y se ha negado a reunirse con las víctimas de la violencia, mientras saludaba na la madre del jefe del cartel de la droga condenado Joaquín "El Chapo" Guzmán.

Sheinbaum, ex alcalde de la Ciudad de México y protegida de López Obrador, expresó diferencias con la Agenda Nacional de Paz, incluidas sus secciones sobre la retirada de los militares de las tareas de seguridad pública. Tampoco estuvo de acuerdo con las afirmaciones de que las estadísticas sobre criminalidad fueron manipuladas, que el tejido social se estaba deshaciendo y con la visión del documento de que el miedo, la impotencia, la desconfianza y la incertidumbre prevalecen en México.

El 12 de marzo, López Obrador se burló del plan de los obispos en su conferencia de prensa matutina, acusando a los rivales de Sheinbaum -- sin mencionar nombres -- "de hipocritas" al firmarlo "si por atrás están ordenando que haya guerra sucia". Añadió, haciéndose eco del desacuerdo de Sheinbaum: "Políticamente, no estoy de acuerdo en que se quiere crear un ambiente que no existe".

Gálvez criticó la idea de una seguridad pública "militarizada", diciendo que hay que "Dar a los civiles lo que es de los civiles y a los militares lo que es de los militares".
También dio marcha atrás en los planes para construir una mega prisión, diciendo que quería que las prisiones fueran "verdaderos centros de readaptación social, no escuelas de delincuentes".

Jorge Álvarez Máynez, candidato del pequeño partido Movimiento Ciudadano tambien firmó el documento. "La única diferencia entre 2018 y 2024 es que el horror ha aumentado", afirmó, refiriéndose al último año electoral.

La conferencia episcopal mexicana tradicionalmente no se ha pronunciado sobre temas de violencia, prefiriendo no enfadar a los políticos locales ni poner en peligro a los sacerdotes que trabajan en zonas de conflicto.

Pero los asesinatos en junio de 2022 de los padres jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos en su parroquia en el estado de Chihuahua supusieron un punto de inflexión, según el presidente de la conferencia, el arzobispo Rogelio Cabrera López de Monterrey.

Los asesinatos también impulsaron el Diálogo Nacional por la Paz, que brindó espacio para que decenas de mexicanos de todos los ámbitos de la vida discutieran ideas para pacificar el país.

"Es esa voz más profética y más, más, más comprometida", dijo el padre jesuita Javier Ávila, quien llamó al presidente a cambiar la política de seguridad en la misa fúnebre de los padres Mora y Campos, sobre las recientes declaraciones de los obispos. "Ya no es el temos de hablar".