ROMA — La libertad religiosa no solo es un derecho humano fundamental y esencial, “también es un camino hacia la verdad y una comunión más profunda con Dios y con el prójimo”, afirmó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.

Sin embargo, la libertad religiosa está gravemente restringida en 62 de los 196 países del mundo, lo que afecta a unos 5.400 millones de personas; “en otras palabras, casi dos tercios de la población mundial viven en países donde se cometen graves violaciones a la libertad religiosa”, dijo el cardenal.

Parolin citó datos del Informe sobre la Libertad Religiosa 2025, elaborado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) y presentado el 21 de octubre durante una conferencia en el Instituto Patrístico Agustiniano de Roma.

El hecho de que el informe de 2025 tenga 1.248 páginas, la cifra más alta en sus 25 años de historia, “indica que las violaciones a la libertad religiosa aumentan año tras año”, señaló el purpurado.

El documento, que abarca el período del 1 de enero de 2023 al 31 de diciembre de 2024, concluye que “violaciones graves y sistemáticas, como violencia, arrestos y represión, afectan a más de 4.100 millones de personas” en países como China, India, Nigeria y Corea del Norte.

Hablando con periodistas después del evento, el cardenal Parolin advirtió contra la tentación de considerar todos los ataques contra cristianos en Nigeria como signos de persecución religiosa.

Citando fuentes de la Iglesia local, el cardenal explicó que gran parte de la violencia en Nigeria “no es un conflicto religioso, sino más bien social, por ejemplo, entre pastores y agricultores”.

Y donde los extremistas musulmanes atacan a los cristianos, añadió, también agreden a otros musulmanes que no comparten sus ideas. “Estos son grupos extremistas que no hacen distinción al perseguir sus objetivos. Usan la violencia contra cualquiera que consideren un oponente.”

Ayuda a la Iglesia que Sufre identificó otros 38 países —entre ellos Egipto, Etiopía, México, Turquía y Vietnam— como naciones donde la “discriminación religiosa” es común. En esos países, “los grupos religiosos enfrentan restricciones sistemáticas al culto, la expresión y la igualdad legal. Aunque no sufren represión violenta, la discriminación a menudo deriva en marginación e inequidad jurídica”.

En México y también en Haití, señala el informe, “el crimen organizado es un factor clave de persecución o discriminación”, con sacerdotes y agentes pastorales secuestrados o asesinados, templos y objetos sagrados profanados, todo “en un ambiente de impunidad flagrante” ante la inacción del gobierno frente a los carteles y bandas criminales.

Durante la presentación del informe, el cardenal Parolin destacó el apoyo de la Iglesia católica a la libertad religiosa de todas las personas, sin importar su fe, y recordó el próximo 60° aniversario de la Declaración sobre la Libertad Religiosa del Concilio Vaticano II.

El apoyo del Concilio a este derecho fue “una llamada a la acción basada en la convicción de que Dios mismo ha revelado al ser humano el modo en que debe servirle y así salvarse en Cristo”, explicó el cardenal.

Y aunque todas las personas tienen una “obligación moral” de buscar la verdad, insistió, nadie puede ser forzado a hacerlo.

“Solo se puede responder de un modo: libremente, es decir, por amor y con amor, no por la fuerza, porque el cristianismo es amor”, dijo.

A nivel personal, añadió, la libertad religiosa “protege el santuario interior de la conciencia, la brújula dada por Dios que guía las decisiones éticas y espirituales”.

Y a nivel colectivo, “fomenta comunidades vibrantes donde personas de distintas religiones pueden convivir, contribuir a la sociedad y entablar un diálogo constructivo sin miedo a la persecución”.

El informe 2025 de Ayuda a la Iglesia que Sufre también advierte que “el nacionalismo religioso está en aumento, alimentando la exclusión y la represión de las minorías”. La identidad nacional, afirma, se define cada vez más por el nacionalismo etnorreligioso, lo que erosiona los derechos de las minorías.

“En India y Myanmar, por ejemplo, el nacionalismo religioso impulsa la persecución; en Palestina, Israel, Sri Lanka y Nepal, fomenta la discriminación.”

El documento también concluye que la “persecución religiosa impulsa cada vez más la migración forzada y el desplazamiento”, con víctimas en todo el mundo que huyen de la violencia, la discriminación y la falta de protección estatal.

ACN reconoce que el acuerdo provisional de 2018 entre el Vaticano y el gobierno comunista de China muestra “signos de mejora” para los cristianos del país, pero aclara que dicho progreso se limita a quienes pertenecen a organizaciones cristianas reconocidas por el Estado.

Sacerdotes y obispos católicos continúan siendo arrestados o detenidos por negarse a unirse a la Asociación Patriótica Católica, y en muchas regiones de China se prohíbe la asistencia a misa o actividades parroquiales a menores de 18 años, según el informe.

La situación en Nicaragua también ocupa un lugar destacado en el documento, debido a los arrestos y exilios de obispos y sacerdotes, la confiscación de bienes eclesiásticos y la prohibición de procesiones y celebraciones religiosas públicas.

“Durante el período analizado, la hostilidad hacia las iglesias se intensificó, violando gravemente el derecho fundamental a la libertad religiosa”, señala el texto.

El informe también llama la atención sobre “un fuerte aumento de los delitos de odio antisemitas y antimusulmanes”, incluso en Europa y Norteamérica, además de ataques incendiarios contra iglesias en Canadá y actos de vandalismo o profanación de templos en Estados Unidos.

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Cindy Wooden