El informe anual del Rossing Center, organización dedicada a la convivencia interreligiosa con sede en Jerusalén, documentó 111 casos de acoso y violencia contra la comunidad cristiana en Israel y Jerusalén Este durante el año 2024.

Un clima de hostilidad que, según una de las autoras del estudio, Federica Sasso, solo representa “la punta del iceberg de un fenómeno mucho mayor”. “Ocurren muchos más ataques, pero son muy difíciles de monitorizar”, reseña a ACI Prensa.

Además detalla que en estos momentos Tierra Santa “se ha vaciado de peregrinos cristianos” por la guerra desatada tras los ataques de Hamás el 7 de octubre del 2023 lo que amortigua un poco la situación.

“Si estuviéramos en un periodo normal de flujo de peregrinos la cifra de ataques sería probablemente mucho mayor”, señala.

La experta que atribuye en parte esta situación a la “creciente polarización y radicalización dentro de la sociedad israelí” destaca que, aunque existe un cierto escepticismo generalizado respecto a la eficacia de las denuncias, están observando una tendencia positiva, ya que los consagrados “están cada vez más dispuestos a denunciar los incidentes”.

En parte debido a un “historial demostrado de desestimarlas o dejar en libertad a los sospechosos sin las consecuencias apropiadas” preferían no hacerlo público, explica.

En el 2023, registraron 90 ataques contra cristianos, 21 menos
Se trata del segundo año en el que ha sido publicado este importante documento. En 2023 registraron 90 actos violentos cometidos contra cristianos en este territorio. Antes de este informe no existía una metodología común de recuento. Por lo que era difícil hacer una comparación científica. Para realizar el informe, según Sasso, es necesaria la colaboración “tanto de los dirigentes de las Iglesias como de las comunidades, que son las que en definitiva viven estas experiencias concretas diariamente”.

Además han consultado también al Centro Intercultural de Jerusalén y al Centro de Datos de Libertad Religiosa, que se fundó en 2023 como una plataforma a través de la cual las víctimas pueden comunicar cuando han sufrido un ataque.

Los ataques identificados incluyen episodios de agresión física, como escupitajos, agresiones directas y vandalismo contra iglesias y monasterios, así como casos de acoso verbal, que ha dejado a la comunidad cristiana sintiéndose “cada vez más amenazada en su propio hogar”, asegura Sasso.

47 agresiones físicas, sobre todo, escupitajos

De los 111 casos de agresiones reportadas, 47 han sido agresiones físicas que se manifiestan sobre todo con “escupitajos”, un comportamiento que ha evolucionado de actos sutiles a manifestaciones abiertamente agresivas. En varias zonas, especialmente en la Ciudad Vieja de Jerusalén, sacerdotes, monjas, frailes y monjes “al ser fácilmente identificados se exponen cotidianamente a estos ataques”, explica Sasso.Según el informe, los cristianos han informado de un “nuevo aumento de la frecuencia y agresividad de tales episodios (escupitajos) y, según los testimonios recogidos, los sacerdotes y monjas que viven en ciertas zonas de Jerusalén… se enfrentan ahora a un riesgo casi seguro de sufrir este tipo de acoso cada vez que salen a la calle”.

Además del acoso y los escupitajos, Rossing Center ha certificado otras violaciones contra el derecho a la libertad religiosa. Por ejemplo, se ha increpado a los religiosos cristianos para que quitaran las cruces de los espacios públicos.

La ceremonia del entierro el Viernes Santo por la noche en el Pravis (el patio de la Iglesia del Santo Sepulcro) es un privilegio especial de los los cristianos ortodoxos palestinos. Crédito: Adi Marer/Rossing Center
La ceremonia del entierro el Viernes Santo por la noche en el Pravis (el patio de la Iglesia del Santo Sepulcro) es un privilegio especial de los los cristianos ortodoxos palestinos. Crédito: Adi Marer/Rossing Center

Durante el año pasado se documentaron 35 casos de vandalismo y profanación en iglesias y monasterios, que incluyeron pintadas en las paredes de los templos, lanzamiento de piedras, incendios provocados y actos de desfiguración en la imaginería cristiana. En un caso especialmente grave, se reportó el allanamiento de una casa de retiro católica en el norte de Israel, en la cual se “dañaron objetos sagrados y se sustituyeron por objetos religiosos judíos”, según el informe.

El informe señala que la responsabilidad de estos actos recae exclusivamente en individuos identificados como judíos, “principalmente hombres jóvenes de círculos ultraortodoxos y nacional-religiosos”.

Según la investigación, el clima de radicalización está motivada por “una mezcla de fervor nacionalista y extremismo religioso” que impulsa a estos grupos, especialmente dentro de la corriente Hardal, el sector ultraortodoxo de tendencia nacionalista.

En el informe también se aduce como razón el desconocimiento del cristianismo o los prejuicios. A este respecto, Sasso señala que este es uno de los problemas de fondo en el bagaje histórico de las relaciones judeo-cristianas forjado durante milenios.

“Israel es el único lugar en el mundo donde las relaciones judeo-cristianas son completamente diferentes de las que tenemos en Occidente; es decir, es el único lugar donde la población judía es mayoría y los cristianos son minoría, por lo que es una relación de minoría completamente invertida en comparación con Occidente”, explica.

Este contexto favorece que en la percepción que los judíos israelíes siguen teniendo del cristianismo haya “ciertos estereotipos que se han perpetuado incluso en los programas de estudio de los colegios”.

Por eso en las recomendaciones del informe dejan claro que la parte educativa es realmente fundamental. “Es necesario explicar que el cristianismo es, ante todo una identidad religiosa, que debe separarse de la memoria histórica de la Shoah”, explica la investigadora.

El 48 % de los jóvenes cristianos menores de 30 años quiere emigrar

Más allá de los episodios de violencia física, el acoso diario a la comunidad cristiana ha tenido un efecto devastador generando una sensación de inseguridad y abandono.

El informe subraya que “la presión” se hace cada vez más evidente y ha provocado que casi el 48 % de los jóvenes cristianos menores de 30 años consideren emigrar. De estos, el 77 % atribuye su decisión a la “creciente discriminación y violencia” agravada por la inestabilidad sociopolítica.

En un entorno en el que los cristianos, que representan apenas el 1,8 % de la población israelí y un modesto 4 % en Jerusalén, se sienten cada vez más marginados, el estudio alerta sobre la posible erosión definitiva de sus derechos y libertades religiosas.

De hecho, el informe del Rossing Center advierte de su progresiva “judaización” a través de nuevas políticas de asentamiento como “el plan de construcción de 11.500 viviendas en Jerusalén Este”, que es considerada internacionalmente como la capital de Palestina.

Según este documento, las confesiones religiosas minoritarias sufren también “restricciones fiscales” porque, aunque sus lugares de culto sí pueden beneficiarse de ellas, no lo hacen sus escuelas ni centros juveniles ni albergues de peregrinos. Los que son judíos sí. Esto ha generado múltiples litigios entre las comunidades cristianas —especialmente la Custodia de Tierra Santa— y las autoridades municipales.

Sumado a otros factores, el informe del Rossing Center advierte de otro problema añadido en el norte de Israel. Allí el crimen organizado produjo 230 asesinatos en el último año que afectaron especialmente a los cristianos de Galilea, conocidos por ser especialmente respetuosos de la ley, pero quienes carecen de protección estatal ante la delincuencia.

El análisis concluye que, sin medidas contundentes para promover la inclusión y el respeto, la histórica presencia cristiana en Tierra Santa podría sufrir una disminución “significativa” de su presencia en los próximos años, afectando no solo a la comunidad local sino también a la dinámica interreligiosa de la región, con repercusiones a nivel mundial.

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ACI Prensa
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