La primera Asamblea Eclesial de América Latina, que reunió a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, concluyó el domingo con el compromiso de acompañar a las "víctimas de abusos en contextos eclesiales", en lo que supone un claro reconocimiento del impacto de los escándalos de abusos sexuales del clero en todo el continente.
La resolución relativa a las víctimas fue uno de los doce "desafíos pastorales" identificados por la cumbre, que duró una semana.
La reunión incluyó a altos funcionarios del Vaticano, como el cardenal canadiense Marc Ouellet, un veterano misionero en América Latina, que dirige la Congregación para los Obispos del Vaticano, así como la Comisión Pontificia para América Latina; varios teólogos laicos; religiosos y religiosas; y prelados que dirigen otras conferencias episcopales continentales, como el cardenal Charles Bo de Myanmar, jefe de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia.
El Papa Francisco también se hizo presente a través de un video compartido el 21 de noviembre, cuando este "nuevo organismo sinodal" se inauguró en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México.
Aunque sólo unas 1.000 personas pudieron participar en la asamblea -y, de ellas, sólo 100 en persona-, las sesiones se transmitieron en directo a través de YouTube y redes sociales, al igual que las conferencias de prensa diarias celebradas en Ciudad de México con algunos participantes presenciales. El encuentro terminó técnicamente el domingo con una misa de clausura celebrada en el santuario dedicado a la patrona de las Américas, pero la última sesión de trabajo y conferencia de prensa se celebraron el sábado.
La asamblea estuvo precedida por una amplia consulta realizada tanto en persona como por internet durante la mayor parte de 2021.
Mirando al pasado, planeando el futuro
La última conferencia de los obispos latinoamericanos (CELAM) tuvo lugar en 2007 en Aparecida, Brasil, con el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, coordinando la redacción del documento final.
La idea de realizar un encuentro que involucrara a todo el pueblo de Dios en lugar de sólo a los obispos fue sugerida por el pontífice, quien, ante el pedido de convocar a una nueva conferencia, le dijo a la nueva dirigencia del CELAM elegida en 2019 que aún había mucho que aprender y aplicar de la última.
Según el padre argentino Pedro Brassesco, la asamblea fue una "experiencia de sinodalidad, que se ha reafirmado como un modo esencial de ser Iglesia", realizada sobre todo "para renovar el espíritu de Aparecida, que nos impulsó y nos sigue impulsando a la misión."
"Transformar las estructuras de la Iglesia, convertirnos pastoralmente es siempre para la misión, para el anuncio del Evangelio, que es la razón de ser de la Iglesia", dijo el sacerdote argentino, secretario adjunto del CELAM.
El cardenal brasileño Odilio Scherer, vicepresidente del CELAM, también se centró en la llamada misionera de Aparecida, reconociendo que, a pesar de su riqueza y de que sigue siendo muy actual, el documento no ha sido suficientemente asumido.
El arzobispo de São Paulo también señaló que la adopción plena de la llamada de Aparecida a una Iglesia continental constantemente misionera tiene que estar atenta a los desafíos que han surgido desde 2007, incluyendo "nuevas cuestiones eclesiales, sociales, humanitarias, económicas, políticas y culturales que desafían la misión de la Iglesia".
"Retomamos un concepto importante de la Conferencia de Aparecida: la conversión", dijo, insistiendo en que la Iglesia no puede contentarse con un esfuerzo pastoral de "conservación" y lanzar una verdadera renovación pastoral misionera.
El Pueblo de Dios es uno
La hermana Gloria Liliana Franco, presidenta de la Confederación de Religiosos de Latinoamericana y del Caribe (CLAR), sostuvo que la renovación y conversión de la Iglesia en el continente debe seguir las "tres p", es decir, "pertenencia, participación y paciencia".
"Sólo será posible que cooperemos en los procesos de renovación de nuestra Iglesia a los que nos ha convocado el Papa Francisco a través de una profunda experiencia de pertenencia, de sentirnos parte de la Iglesia, cada uno desde nuestras experiencias y carismas, que son diferentes pero complementarios", dijo el religioso colombiano.
Este sentimiento de pertenencia se aplica también a las mujeres en la Iglesia, algo que, según ella, se "resolvió" en el marco de la asamblea. Citando la activa participación y las intervenciones de las mujeres (Susana, Isabel, Rosario, Bridgit, Marta, y otras) a lo largo de los debates de la semana, Franco sostuvo que quedó claro que las mujeres "tienen que estar" involucradas en la espiritualidad de la Iglesia, con una encarnación "nueva, creativa, simbólica y actual" del mensaje de Jesús.
Las mujeres también deben estar presentes "en la frontera" y en las "periferias", con los migrantes, las comunidades afro del continente, con los pobres y marginados, ofreciendo tanto "misericordia como transformación". Después de escuchar el testimonio de las mujeres de América Latina, dijo Franco, "entendemos que las mujeres tienen que estar presentes en los lugares de reflexión teológica", y también se hizo evidente que las mujeres tienen que estar "en el rincón de la resistencia y el profetismo, donde con sinceridad, verbalizamos y expresamos lo que queremos para las mujeres en nuestra Iglesia".
El Secretario de la Comisión del Vaticano para América Latina, el laico Rodrigo Guerra López, dijo durante su intervención que teniendo en cuenta el momento actual de la Iglesia Católica, es importante recordar la premisa de que la fe convoca a vivir en comunión y en unidad.
"La misma fe nos llama a ser lo más pacientes posible con los defectos y deficiencias de los demás, y por lo tanto, la misma fe nos invita a juzgar con prudencia y por supuesto, cuando uno es el que comete el error: a pedir perdón", dijo el laico mexicano
Guerra argumentó que la Asamblea Eclesial es un proceso de aprendizaje, y como tal, parte de una historia más amplia, definiéndola sin embargo como una primera instancia para la Iglesia en América Latina y el Caribe donde "nos estamos dando la oportunidad de escucharnos, de tratar de dialogar, de tratar de abrazar y acoger y de tratar de corregir".
Procesos como la Asamblea Eclesial "son muy esperanzadores, si parten de la humildad y de la petición de perdón mutuo, de todos nosotros, donde quizás mi juicio es demasiado precipitado, donde quizás mi intolerancia ha impedido que alguien participe, donde quizás yo mismo, por mi cansancio, ya no hago mi mejor esfuerzo para ser paciente y caritativo".
Ouellet dijo que "no existe el Pueblo de Dios y la Iglesia jerárquica: la jerarquía forma parte del Pueblo de Dios".
Además, dijo durante una de las ruedas de prensa, "los obispos tienen que comportarse como fieles, en fraternidad con todos, escuchando a todos, porque es el mismo Espíritu el que habita en todos los miembros y los guía hacia un testimonio dado a la humanidad y hacia la salvación".
La sinodalidad, elemento clave para la conversión pastoral
A lo largo de la asamblea, los participantes destacaron que la visión del Papa Francisco de una Iglesia sinodal, tomada del Concilio Vaticano II, es un principio central para la Iglesia misionera que Aparecida propone. Según Ouellet, el primer objetivo de la sinodalidad es "hacer de la Iglesia un testimonio de amor mutuo, porque si no hay amor [entre sus miembros] nadie nos creerá".
La sinodalidad, dijo, es la "dimensión organizativa de la comunión", y una Iglesia cada vez más sinodal es aquella en la que "todos se sienten partícipes, se respetan, son miembros, cada uno tiene una aportación que hacer".
La hermana Dolores Palencia, que también procede de México, argumentó que en América Latina hay "signos emergentes de un nuevo modelo eclesial en clave sinodal", citando la reestructuración del CELAM, la creación de una estructura similar para la región amazónica, que incluye diócesis de ocho países, la celebración de Sínodos diocesanos y Consejos Plenarios, así como la propia asamblea.
El proceso sinodal tiene su origen en la escucha, y ha de implicar a todos si se quiere "superar las relaciones desiguales de superioridad y subordinación propias del clericalismo, y apostar por la necesidad recíproca y el trabajo conjunto".
"La participación no como una concesión sino como un derecho de todos, siendo un deber asesorarse de la escucha de quienes ejercen la autoridad", argumentó el teólogo venezolano Rafael Luciani, que fue copresentador con Palencia. "La escucha no es genérica ni abstracta".
Durante su intervención, los teólogos pidieron que la asamblea sea un instrumento que haga avanzar aún más la sinodalidad en la Iglesia regional, creando lo que Luciani llamó "una nueva cultura del consenso eclesial", porque, según la religiosa, "está en juego el futuro de la Misión".
"Necesitamos dejar atrás el modelo clerical... y sus privilegios", fortaleciendo en cambio la idea de que "todo el pueblo de Dios debe ser responsable de [implementar] acciones transformadoras, flexibles, atentas a las necesidades de las nuevas generaciones, que puedan recrear una comunidad eclesial participativa, de consenso, con nuevas y diversas formas de vivir la autoridad y tomar decisiones."
"Es mejor una iglesia con errores y desaciertos, dispuesta a levantarse y reiniciar el camino, que la parálisis, el pánico, que detiene el paso del Espíritu y se anquilosa", dijo Palencia.
La asamblea, desde los ojos de un europeo
Uno de los invitados a la Asamblea Eclesial de América Latina fue el cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich, que preside la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea y es relator general del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad.
Personalizó su intervención diciendo que hablaba como alguien que vive en Europa, "un viejo continente en el que la Iglesia está a veces un poco cansada", enfrentándose a una gran secularización que la Iglesia aún no ha encontrado la manera de abordar adecuadamente.
Como ejemplo, habló de Alemania, un país en el que hoy el número de personas sin religión es casi tan alto como el de protestantes y católicos juntos. Sin embargo, como enseña el Papa Francisco, dijo Hollerich, "hay que buscar y encontrar a Dios en el mundo secularizado de hoy", y como tal, es importante recordar que "Dios está presente en la Europa de hoy".
La asamblea, más allá de servir de inspiración personal para el discurso que pronunciará en 2023, abriendo el Sínodo de los Obispos en Roma, reunió muchas realidades en las que Dios se encuentra en el plano personal de cada participante, en sus alegrías y penas individuales, así como en las de sus comunidades y pueblos.
Los participantes "pudieron discernir la presencia del Dios vivo en estas realidades, discernir su llamada y dar una respuesta personal y comunitaria a esta llamada".
Los 12 retos del futuro
En su mensaje final, los asambleístas señalaron los desafíos que marcarán el itinerario pastoral en el proceso de conversión misionera y sinodal que tiene por delante la Iglesia latinoamericana. Reiteraron su compromiso de revivir el espíritu de Aparecida en preparación de dos grandes jubileos: el 500 aniversario de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe (2031) y los 2.000 años de la muerte de Cristo, conocido como el Jubileo de la Redención (2033).
Los desafíos incluyen:
- Trabajar por un renovado encuentro de todos con Cristo, "encarnado en la realidad del continente", promoviendo y acompañando a los jóvenes como protagonistas de la vida de la Iglesia.
- Atender a "las víctimas de abusos en los contextos eclesiales y comprometernos en la prevención".
- Promover la participación activa de las mujeres en los ministerios y en los espacios de discernimiento y decisión eclesial.
- Promover la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.
- Seguir combatiendo el clericalismo a través de la sinodalidad.
- Escuchar el clamor de los pobres.
- Renovar la formación en los seminarios.
- Acompañar a los pueblos originarios y afrodescendientes en su lucha por preservar su vida, su tierra y su cultura.