El arzobispo Francisco Moreno Barrón, quien se desempeñó como arzobispo metropolitano de Tijuana desde 2016 y fue ampliamente admirado por su calidez pastoral, humildad y dedicación constante a su grey, falleció el 26 de octubre tras una larga batalla contra el cáncer. Tenía 71 años.
La noticia fue confirmada por el obispo auxiliar de Tijuana, mons. Mario Nicolás Villanueva Arellano, en un comunicado emitido la mañana del domingo.
“Con la esperanza en Cristo Vivo y fortalecidos en la oración, con profundo dolor comunicamos la partida a la Casa del Padre de nuestro querido Arzobispo Mons. Francisco Moreno Barrón, quien ha entregado su alma al Sumo Creador este 26 de octubre de 2025, a las 15:26 hrs, rodeado del amor de sus familiares, colaboradores cercanos y en un ambiente de paz, recogimiento y oración.”
Desde 2022, el prelado venía luchando contra un mesotelioma, un tipo de cáncer raro y agresivo que se desarrolla en el mesotelio, la fina capa de tejido que recubre órganos internos como los pulmones, el corazón y el abdomen.
El año pasado, Moreno Barrón había publicado un comunicado para actualizar a su comunidad sobre su enfermedad, calificando el agresivo cáncer como parte de “el camino que Dios ha trazado para mi felicidad y realización”.
Nacido en Salamanca, Guanajuato, en 1954, Moreno Barrón ingresó al seminario de Morelia siendo un adolescente y fue ordenado sacerdote en 1979. A lo largo de las décadas siguientes se hizo conocido por su profunda devoción a la oración y su incansable trabajo con jóvenes y familias —primero en la Arquidiócesis de Morelia, luego como obispo de Tlaxcala y finalmente como arzobispo de Tijuana, una diócesis en el corazón de las complejas realidades fronterizas de México—.
Nombrado por el papa Francisco para dirigir la Arquidiócesis de Tijuana en 2016, Moreno Barrón asumió su ministerio con la convicción de que la Iglesia debe permanecer cerca de quienes se encuentran en los márgenes de la sociedad. Sus años en Tijuana se caracterizaron por la atención a los migrantes, la colaboración con parroquias locales y líderes civiles, y un énfasis en la esperanza y la unidad ante las dificultades.
A pesar de su diagnóstico en 2022, continuó sirviendo como arzobispo durante todo su tratamiento. Incluso cuando su salud se deterioraba, presidía Misas, se reunía con sacerdotes y laicos, y ofrecía reflexiones públicas sobre la fe en medio del sufrimiento. En mayo de 2024 se sometió a una cirugía de alto riesgo, pero regresó pronto a su ministerio, diciendo a sus amigos que su mayor deseo era “seguir sirviendo a Cristo y a su pueblo el mayor tiempo posible”.
