La conducción de la Iglesia Católica argentina emitió este viernes un crudo diagnóstico sobre la situación social que atraviesa la Argentina y alertaron sobre un avance de la “pandemia silenciosa del narcotráfico”.
La declaración de los obispos es el mensaje de cierre de la 124° Asamblea Plenaria del Episcopado, con un mensaje al Pueblo de Dios titulado “En tiempos difíciles, amar a los demás y alegrar sus vidas”.
El mensaje de los prelados tambien resona con temas de esperanza, amor y solidaridad en tiempos de crisis, necesarios en un contexto de profunda dificultad económica y social para el país del Papa Francisco, con un gobierno enfocado en resolver decadas de desanejo macroeconomico, pero cuestionado por algunas de sus politicas sociales en un intento de combatir la corrupción en la distribución de los plane ssociales y también recortar el gasto del estado.
El último relevamiento del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), refleja una realidad preocupante en términos de pobreza y marginalidad. El informe revela que la pobreza ha alcanzado al 57.4% de la población, afectando aproximadamente a 27 millones de personas en el país. Dentro de este porcentaje, un 15% se encuentra en situación de indigencia, incapaces de cubrir sus necesidades alimentarias básicas.
Este incremento en la pobreza se ha visto intensificado por una devaluación el diciembre, que ha llevado a un aumento significativo en los precios de la canasta básica, afectando desproporcionadamente a las clases trabajadoras y medias que no reciben asistencia de programas sociales. Además, el incremento no solo refleja problemas económicos inmediatos, sino también una tendencia histórica de empobrecimiento y un aumento en la dependencia de programas sociales, exacerbada por un nuevo programa económico que incluye ajustes ortodoxos.
En este contexto, el mensaje de los obispos argentinos al pueblo de Dios resuena con una urgencia particular- pero que a su vez se ha escuchado e ignorado en la última década, en la que la pobreza, la marginalidad y la inflación galopantes han afectado el entramado social de la Argentina. En menjsaje los obispos abordan los múltiples desafíos que enfrenta la nación, incluyendo el narcotráfico, la crisis de jubilación, el cierre de comedores comunitarios masivo luego de relevaminetos que demostraron una corrupción igual de masiva, y las interrupciones en políticas públicas para la integración de barrios populares.
“Avanza la pandemia silenciosa del narcotráfico, que utiliza a los pobres como material de descarte, que promueve el sicariato, que seduce con dinero manchado de sangre a miembros del ámbito político, de la justicia y del mundo empresarial”, señalaron los obispos, que estuvieron reunidos durante toda la semana en la Casa de Retiros “El Cenáculo” del partido bonaerense de Pilar.
Tras esa alerta, la Conferencia Episcopal, que preside monseñor Oscar Ojea, advirtió que en la actualidad “a muchos abuelos y abuelas se les presenta el drama de elegir entre comer o comprar los medicamentos porque la jubilación no alcanza; cierran comedores comunitarios por falta de asistencia y muchos vecinos se quedan sin la posibilidad de esa comida en el día”.
En ningún momento el mensaje hace referencia al hecho de que la situación actual que vive la Argentina no es producto únicamente del gobierno actual, ni tampoco hace referencia al hecho de que gran parte del problema, incluída la pobreza y la inflación son producto directo de décadas de corrupción política.
El mensaje no solo identifica los problemas, sino que también llama a una acción concreta y a una renovación del compromiso social y eclesiástico. Los obispos, inspirados por figuras como San Alberto Hurtado y las enseñanzas del Papa Francisco, exhortan a la comunidad a no perder la esperanza y a trabajar unidos por un país más justo y fraterno.
La referencia a la alegría cristiana como algo más profundo que el éxito o el placer temporal resuena especialmente en un país marcado por el desaliento económico y la desesperanza. Los líderes eclesiásticos subrayan que esta alegría debe ser el motor para enfrentar y superar las calamidades, evitando caer en el pesimismo que paraliza y desmoraliza.
Además, los obispos hacen un llamado a "dar la mano" en solidaridad, destacando que este gesto simple pero poderoso es fundamental para construir una sociedad más inclusiva y compasiva. Esto se contrapone directamente con aquellos que, según denuncian, buscan beneficios personales a costa de los más necesitados.
Este llamado a la unidad y al amor práctico se presenta como una respuesta necesaria frente a las divisiones sociales y políticas que, según los obispos, están erosionando el tejido social del país. A través de su mensaje, los obispos no solo buscan guiar a su rebaño a través de la fe, sino también influir en el debate público y las políticas para reflejar mejor los valores del evangelio.
“En el actual contexto económico y social argentino es fundamental sostenernos en esa alegría, una alegría profunda y duradera, la que nace del encuentro con el Señor. Es una alegría que nos libera de la desesperanza y del desaliento, evitando transformarnos en profetas de calamidades que sólo desparraman pánico y angustia”, plantearon los obispos al concluir la 124° Asamblea Plenaria.
Y concluyeron: “La alegría y la esperanza van inseparablemente unidas. Pidamos el don de la esperanza que nos sostiene en tiempos difíciles y a la vez nos anima hacia adelante sin bajar los brazos, tomados de la mano de los más vulnerables con los que vamos haciendo camino para, entre todos, construir la Patria de fraternidad que anhelamos y por la que tantos dieron su vida”.