En la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, ante la presencia del presidente Javier Milei, advirtió que el país “sufre las cadenas de diversas esclavitudes”. Hizo un fuerte llamado a “la unidad de los argentinos”, en medio de la grave crisis, y pidió buscar acuerdos y dejar de lado las diferencias.
"Una vez más, el mensaje que compartiré quiere ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina," comenzó García Cuerva, enfatizando la responsabilidad compartida en la construcción del país durante su homilía en el Te deum por el 9 de julio, cuando se conmemora la independencia argentina. Resaltó la importancia de la acción conjunta, más allá de las diferencias: "Los congresales de Tucumán (en 1816) alzaron su voz de manera unánime y proclamaron la independencia. Hoy nosotros queremos retomar aquella valentía, aquel coraje, para reconstruir nuestra Patria."
Como lo había hecho en el tedeum del 25 de Mayo, García Cuerva dijo que su mensaje estaba dirigido a todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que “entre todos construimos la patria, más allá de saber que luego puedan querer ser tomadas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”.
Inspirado por el pasaje del Evangelio según Mateo donde Jesús sana a un paralítico, el arzobispo trazó un paralelo con la situación actual de Argentina a la luz de los ideales trazados por los padres de la patria en 1816, instando a la unidad y al compromiso comunitario.
"Una Argentina que nos duele hace mucho, que se dice independiente hace 200 años, pero que aún hoy sufre las cadenas de diversas esclavitudes que no nos dejan caminar como pueblo hacia un desarrollo pleno y una mejor calidad de vida para todos”, describió, al trazar un diagnóstico del momento actual.
El arzobispo citó al historiador Vicente Fidel López, que escribió que el Congreso de Tucumán recibía a la patria “casi cadáver” por los complejos acontecimientos que se habían sucedido desde 1810, cuando comenzó la lucha por la independencia. Y trasladó esa figura a la Argentina de hoy: “Tantos hermanos paralizados hace años en su esperanza, tantos atravesados por el hambre, la soledad y una justicia largamente esperada”. Y prosiguió: “Tantos argentinos tendidos sobre una manta en el frío de las veredas de las grandes ciudades del país, postrados como consecuencia de la falta de solidaridad y el egoísmo”.
García Cuerva exhortó a los argentinos a seguir el ejemplo de fe de quienes llevaron al paralítico ante Jesús, destacando la importancia de una fe activa y comprometida: "A Jesús le llama la atención la fe de los hombres que llevan la camilla del paralítico. Una fe comprometida, que no se queda en promesas o palabras porque se juegan por el enfermo, haciendo algo por él. Una fe comunitaria porque no se cortan solos. No tira cada uno por su lado. Dejan de lado sus indudables y legítimas diferencias”, describió García Cuerva, quien estuvo acompañado por sus obispos auxiliares y dignatarios de otras confesiones religiosas".
Finalmente, hizo un llamado apasionado por una Argentina renovada y libre de las cargas que la detienen: "Ese tiene que ser nuestro gran objetivo: que Argentina se cure, que Argentina se ponga de pie, que Argentina camine, que Argentina se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma. Porque como decía el Papa Francisco: Hoy no hay tiempo para la indiferencia. O somos hermanos o se viene todo abajo".
Sin ser necesariamente tensa, la relación entre la Iglesia y el gobierno de Milei tampoco son ideales. La institución religiosa ha realizado varios reclamos al gobierno, que hasta el momento se centró en resolver la macroeconomía de un país que cerró el 2023 con la inflación más alta del mundo, pero, algunos reclaman, no se está ocupando de los pobres. La respuesta del gobierno es que ha incrementado el presupuesto de planes sociales.