Todos los días al medio día de Roma, la sala de prensa de la Santa Sede publica lo que se conoce como “bolletino,” que es un resumen de las actividades del papa- desde reuniones hasta nombramientos de nuevos obispos.

La lista de personalidades a las que recibe el Papa Francisco es larga y variada, e incluye líderes políticos, sociales y culturales, los jefes de los diversos departamentos de la curia romana- el gobierno central de la iglesia- y los nuncios, es decir, los representantes de que la Santa Sede tiene en más de 150 paíes.

Habitualmente, el amplio abanico de noticias en torno al papa y el Vaticano, hace que la gran mayoría de estos encuentros pasen completamente desapercibidos. Sin viernes 22 de marzo Francisco recibió al arzobispo Savio Hon Tai-Fai, nuncio apostólico en Grecia.

Cultivador de un bajo perfil, este hombre de 70 años está lejos de ser un hombre con merezca pasar desapercibido, más teniendo en cuenta la situación actual, tanto en Grecia, y la intersección de este país con los intereses del papa, como del mundo.

De un modo rápido y conciso, la biografía de Hon Tai-Fai puede resumirse entre claves: nació en Hong Kong, donde fue profesor durante años en el seminario; fue secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos entre 2010 y 2017; fue el enviado especial del Papa Francisco a Guam para lidiar con los escándalos de abuso sexual de menores del arzobispo Anthony S. Apuron; y hoy es nuncio en Grecia.

Su nacionalidad, y su experiencia en la formación de los sacerdotes que hoy están en esta región administrativa especial de China, que tiene una cierta autonomía de la República Popular, son clave para mantener al Papa Francisco informado de lo que sucede en este país con el que la Santa Sede hace décadas intenta forjar relaciones diplomáticas. En el 2018 ambos estados firmaron un acuerdo, renovado el año pasado, pero el mismo se refiere casi exclusivamente a la ordenación de obispos.

Hon Tai-Fai ha defendido públicamente a la “iglesia clandestina” china, es decir, aquella que está en comunión plena con el Vaticano y no con el gobierno comunista, por lo que es perseguida por el gobierno. Pero lo ha hecho con mayor cautela- y diplomacia- que el cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong.

Es de destacar también que Francisco recibió al nuncio inmediatamente después del Cardenal canadiense Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos quien, entre otras tareas, se encarga de presentar al papa la “terna” de candidatos a dirigir las distintas diocesis del mundo que necesitan un obispo. Pocos mejor preparados que Hon Tai-Fai para sugerir candidatos chinos que puedan ser aceptados tanto por la Santa Sede como por el régimen de Xi Jinping.

Por otra parte, sus siete años en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que coordina los esfuerzo misionarios de la Iglesia Católica, representan un enorme pedigree para conocer la situación en diversos países del mundo que hoy están en el centro de las noticias por motivos no religiosos sino bélicos: Myanmar (también llamado Burma), Taiwán, Asia del Sur, África, Filipinas, Japón y la India son hogar de muchos de los 1.115 territorios que la Iglesia considera como “de misión,” y por ende, bajo el cuidado de la congregación de la que Hon Tai-Fai fue secretario.

La gente sostiene velas mientras participa en una protesta contra el golpe de Estado en Rangún, Myanmar, el 14 de marzo de 2021. (Foto CNS/Reuters)

Muchos observadores apuntan a un rearme de las grandes potencias en la región del Pacífico, con China, Estados Unidos, Rusia, Japón, Corea del Sur y del Norte, Gran Bretaña y Francia aumentando su armamento para proteger sus intereses en la región. Gran Bretaña anunció recientemente una importante inversión para renovar su arsenal nuclear, mientras la Santa Sede, movida por Francisco, continúa bregando por la desmantelación de las armas de destrucción masiva.

Los así llamados “puntos calientes” son muchos, e incluyen a Corea del Norte, que lejos de desarmarse, insiste en enfrentar a los Estados Unidos, con Kim Yo-jong, la hermana del dictador Kim Jong-un, desafiando a la administración demócrata: “si Biden quiere dormir en paz en los próximos cuatro años”, más le vale dejar tranquilos a los norcoreanos.

El golpe militar en Myanmar, que ya ha dejado cientos de muertos en los enfrentamientos entre los manifestantes que piden el regreso a la democracia y los militares, beneficia a pocos como a China, y es posible que Beijing no mire con cariño los reiterados llamados del Papa Francisco por una pronta vuelta a la democracia.

Una vez más, tanto la nacionalidad como la experiencia laboral de Hon Tai-Fai pueden aportar mucho al primer papa de Latinoamérica, que no ha disimulado su debilidad por Asia durante sus ocho años de pontificado.

Por último, hijo de migrantes italianos que llegaron a Argentina desde Italia, huyendo del hambre y la guerra, Francisco ha hecho de la migración forzada, un flagelo que afecta a más de 270 millones de personas, es decir, al 3.5 de la población mundial, un tema central de su agenda social. Fue el drama de los refugiados, en su mayoría de África y del Oriente Medio, lo que lo movieron a ir a la isla griega de Lesbos en 2016.

Si bien los desafíos que enfrentan los cientos de miles que cada año cruzan el Mar Mediterráneo en busca de un mejor futuro en Europa están lejos de las tapas de los diarios, por el COVID-19 y por una aparente apatía generalizada ante el tema, los migrantes y refugiados continúan teniendo un lugar central en la agenda del papa.

Con todo esto, no sorprende el encuentro entre el papa y su representante en el puerto de llegada de los refugiados a Europa. Lo que sorprende, en todo caso, es que haya pasado prácticamente desapercibido.