El compromiso de la Iglesia Católica de dialogar con otras iglesias y con otras religiones fluye del Evangelio, pero el papa Francisco dijo que sabe que algunos católicos no están de acuerdo.

"A menudo hay que arriesgarse" para promover la armonía, dijo a los periodistas el 8 de marzo mientras volaba de regreso a Roma desde Bagdad. "Hay algunas críticas: 'El papa no es valiente, es imprudente'. Está haciendo cosas en contra de la doctrina católica. Está a un paso de la herejía'".

Aún así, dijo, a través de la oración y escuchando los consejos de expertos y asistentes, se ha convencido de que Dios quiere que la iglesia, y toda la humanidad, continúe promoviendo un sentido de pertenencia a una sola familia humana.

Y, dijo, que no importa si algunas religiones, sectas o grupos parecen estar más lejos de compartir esa visión.

"El gobierno de Jesús es el amor y la caridad", dijo el papa. "¿Pero cuántos siglos nos llevó poner eso en práctica?"

Predicar y vivir la "fraternidad humana"- reconociendo que todos los hombres y mujeres, creados por Dios, son miembros de la misma familia humana y hermanos y hermanas entre sí - es un proceso que requiere esfuerzo, énfasis y repetición.

"Eres humano. Eres un hijo de Dios. Eres mi hermano o hermana", dijo el papa.

Con la violencia esporádica que continúa en Irak, el viaje del papa del 5 al 8 de marzo involucró una operación de seguridad masiva con el despliegue de miles de policías y oficiales militares. Incluso la policía del Vaticano y la Guardia Suiza usaban chalecos antibalas debajo de sus trajes oscuros, una práctica inusual en un viaje papal.

Pero el otro peligro lo planteaba el COVID-19 y el riesgo de que las personas que se reunieran para ver al papa, que ha sido vacunado, genere un aumento en el número ya creciente de casos en Irak.

El papa Francisco dijo que la pandemia, no el problema de seguridad fue lo que lo hizo pensar varias veces, "tal vez, tal vez no" sobre la visita.

Las decisiones sobre viajes al extranjero "se acumulan en el tiempo", dijo el papa.

"Pensé tanto, recé tanto" sobre el viaje a Irak por la pandemia del coronavirus ", y al final tomé la decisión libremente, pero vino de por dentro y me dije a mí mismo que él que me ayudó a decidir esto va a cuidar a la gente".

Y aunque muchos expertos no esperan que la pandemia se resuelva para el otoño, el papa Francisco dijo que prometió ir a Budapest, Hungría un día en septiembre para celebrar la misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional, que se pospuso de 2020.

El otro viaje que le gustaría hacer pronto, dijo, es una visita al Líbano.

El cardenal Bechara Rai, patriarca de la Iglesia católica maronita, incluso le pidió que se detuviera en el Líbano en el camino hacia o desde Irak, dijo el papa, pero hacer eso parecería darle "migajas" al pueblo libanés dado su sufrimiento.

Cuando se le preguntó sobre su reunión del 6 de marzo en Nayaf con el ayatolá Ali al-Sistani, una figura de autoridad para los musulmanes chiítas en Irak y en todo el mundo, el papa Francisco lo describió como "un gran hombre, un hombre sabio, un hombre de Dios".

La reunión, dijo, "fue buena para mi alma" y fue un paso más en el camino de promover una mayor comprensión y cooperación con los musulmanes.

El día después de reunirse con el ayatolá, el papa Francisco viajó a Mosul, una ciudad aterrorizada y dejada en gran parte en ruinas por los militantes del Estado Islámico que controlaron el área de 2014 a 2017.

Aunque dijo que había visto fotos de las iglesias en ruinas de Mosul, el papa Francisco dijo que estar parado entre los escombros era "increíble, increíble".

Pero aún más conmovedor, dijo, fue el testimonio de los sobrevivientes, incluso la de una madre que perdió a un hijo, que habló sobre la importancia del perdón y la reconstrucción.

"Somos muy buenos para insultar y condenar a la gente", dijo, pero demasiadas personas han olvidado el poder de perdonar a los demás.

Cuando se le preguntó, si alguna vez, haría un viaje a Argentina, el papa Francisco repitió que se imaginaba muriendo o renunciando y permaneciendo en Roma, "mi diócesis".

Bromeó diciendo que había pasado 76 años en Argentina y no veía por qué la gente quería que pasara más tiempo allí.

Pero, negando tener lo que denominó "patrio-fobia", dijo a los periodistas que había planeado un viaje a Argentina, junto con Chile, en noviembre de 2017. Sin embargo, el viaje se retrasó hasta enero de 2018 debido a las elecciones en Chile. Y enero en Argentina habría sido demasiado cálido.

"No sé si los viajes van a disminuir, pero les puedo decir que en este viaje me he sentido más cansado", dijo, y agregó que tener 84 años viene con algo de cansancio.

Sin embargo, dijo, disfruta estar con la gente, especialmente "después de estos meses de encarcelamiento" debido a la pandemia y el cierre en Italia.

"Me siento diferente cuando estoy lejos de la gente", dijo, y agregó que continuará siguiendo las recomendaciones de las autoridades gubernamentales de salud en cuanto a realizar audiencias generales u otros eventos que puedan atraer a un gran público.

"La cercanía al pueblo de Dios" es una parte esencial de ser sacerdote, dijo el papa. "Los únicos que nos salvan del orgullo son el pueblo santo de Dios", de lo contrario los sacerdotes corren el riesgo de actuar como "una casta de élite".