Durante su primer viaje al extranjero como vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris visitó América Latina el 7 y 8 de junio, donde abordó un tema que durante mucho tiempo ha estado en la mente de la Iglesia Católica de las Américas: aliviar los problemas que obligan a centroamericanos, en particular, a dejar sus países de origen y participar en un peligroso viaje hacia el norte.
"Nosotros seguimos sosteniendo que la causa raíz de la migración, del éxodo de migrantes hacia Estados Unidos pasando por México, sigue siendo la pobreza", expuso el cardenal guatemalteco Álvaro Ramazzini.
Días antes de la visita de la vicepresidenta, el cardenal, a través de Zoom, se había dirigido a un grupo de obispos el 2 de junio, quienes estaban reunidos en las afueras de Chicago, junto con líderes de organizaciones católicas prominentes de Estados Unidos, Centroamérica, y México.
El cardenal Ramazzini, quien ha visto los efectos buenos y malos de la migración en ambos lados de la frontera, enfatizó la urgencia de abordar la corrupción y un sistema económico arraigado en la avaricia, que no permite a los pobres -- en busca de mejores salarios, vivienda, y educación -- otra opción más que irse de su país.
"Sigue afligiéndonos tremendamente el tema de la corrupción", expresó el cardenal Ramazzini a sus hermanos obispos reunidos en el Seminario Mundelein. "Ustedes han escuchado desde el punto de vista del papa Francisco: es como la lepra, un cáncer que destruye el tejido de la convivencia de la sociedad civil".
Aunque hubo conversaciones sobre una posible reunión de funcionarios de la Iglesia Católica en Guatemala con Harris -- para expresar sus preocupaciones durante su parada del 7 de junio en Ciudad de Guatemala -- la vicepresidenta se concentró en escuchar a funcionarios gubernamentales y empresarios.
En la reunión, Harris habló ante dos presidentes que han criticado públicamente los esfuerzos de Estados Unidos para combatir la corrupción en la región; no obstante, la vicepresidenta anunció que se está creando un nuevo grupo anticorrupción para la región.
"Si realmente queremos luchar por la democracia (de nuestros países), especialmente en un mundo donde está constantemente bajo ataque, un acuerdo central debe ser luchar contra la corrupción", señaló Harris durante una conferencia de prensa el 7 de junio. Fue en esta conferencia donde anunció la creación del grupo anticorrupción, encontrándose a pocos metros del presidente guatemalteco Alejandro Giammattei.
Giammattei criticó recientemente al principal abogado de la Fiscalía Especial contra la Impunidad de su país, diciendo que era "parcial".
Hacer cambios estructurales en la relación entre los gobiernos de Estados Unidos, México, y las naciones de Centroamérica es importante, dijo el cardenal Ramazzini, pero admitió que este intento se produce durante un momento político difícil para Centroamérica.
El gobierno nicaragüense, gobernado por el presidente Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, ha estado deteniendo a candidatos de la oposición, encarcelando a cualquier candidato que pueda ser una amenaza en las próximas elecciones presidenciales del país en noviembre.
En El Salvador, el presidente Nayib Bukele -- quien apartó cualquier amenaza a su poder al despedir a cinco magistrados de la Corte Suprema y a un fiscal general que se le opuso cuando su partido asumió el poder legislativo en mayo -- ha mostrado abiertamente desdén por las críticas de Estados Unidos ante acciones antidemocráticas.
"Hay que tener en cuenta la actitud dictatorial del señor en Nicaragua . . . y otro aspecto negativo, la actitud que ha adoptado el señor Bukele", cuando se trata de países que colaboran en iniciativas económicas conjuntas para la región que pueden ayudar a frenar la migración, dijo el cardenal Ramazzini.
Estas actitudes también dificultan el proyecto de un Mercado Común Centroamericano, afirmó el cardenal Ramazzini, recordando un acuerdo económico entre Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, y Nicaragua en la década de 1960, que facilitó el desarrollo económico regional a través del libre comercio y la integración económica.
Algunos argumentan que muchos líderes en la región no quieren que se detenga la emigración de sus ciudadanos, ya que el dinero que envían a sus familiares sostiene las economías de sus gobiernos -- entre un 14 por ciento y un 21 por ciento, según reporta el Banco Mundial -- mucho más que cualquier ayuda extranjera que ingrese.
El plan de la administración de Joe Biden es inyectar $4 mil millones en El Salvador, Honduras, y Guatemala para combatir la pobreza, crear empleos, abordar el cambio climático y la violencia, y mejorar las condiciones en esos países para que sus ciudadanos no se vayan. Esto depende de la cooperación de los gobiernos contra la corrupción y una mayor transparencia, pero muchos dudan del compromiso de los líderes.
Organizaciones de la Iglesia Católica, como Catholic Relief Services -- con una presencia en la región y un historial de creación de empleos, programas educativos y contra la violencia -- pueden estar en una posición estratégica para ayudar en ese plan.
Sean Callahan, presidente y director ejecutivo de CRS, quien también asistió a la reunión de obispos en el Seminario Mundelein, dijo el 2 de junio que la organización ha estado en diálogo con la administración de Biden.
Recientemente, en lugares como El Salvador, debido al despido de los jueces principales, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional redirigió los fondos estadounidenses que iban a ir a la policía nacional y otras agencias policiales salvadoreñas, y dio ese dinero a grupos de sociedad civil, incluyendo algunos que luchan contra la corrupción y promueven la transparencia.
Tanto el ejército como la policía nacional de la región habían recibido fondos bajo la administración de Donald Trump para impedir migración hacia el norte, pero los funcionarios estadounidenses finalmente retiraron los fondos. En un programa de televisión de marzo de 2021, el expresidente admitió que el dinero había parado como castigo porque "nadie sabía qué (los gobiernos) estaban haciendo con el dinero".
"Si quieres algo que sea sostenible, dáselo a sectores sostenibles y desmilitaricemos todo el tema de la migración", dijo Callahan.
Aunque las conferencias de obispos católicos mexicanos y guatemaltecos no pudieron reunirse con Harris, trataron de llegar a ella con declaraciones.
"Las migraciones irregulares son producto de un sistema económico y político fallido que no ha priorizado el resolver las causas estructurales que originan estas migraciones", dijo la Comisión Episcopal de Movilidad Humana de Guatemala a Harris en una carta antes de su visita.
Asimismo, los obispos de México expresaron preocupaciones similares, pero también esperanza.
La "mejor política", dijeron los obispos mexicanos, es seguir el ejemplo del buen samaritano: cuando "nos ocupamos por lo más débiles y heridos en nuestras sociedades, eliminando sus dependencias y esclavitudes, creando oportunidades para que puedan ser cada vez más protagonistas de su propio destino".
Harris enfrentó críticas por su viaje en Estados Unidos. Algunos se sintieron ofendidos por su declaración al decirle a migrantes "no vengan ... serán enviados de vuelta", mientras trataba de decirle a la gente en Centroamérica que no emigrara. Pero en la región, el obispo salvadoreño Oswaldo Escobar, quien también asistió a la reunión de obispos sobre inmigración a principios de junio en Chicago, dijo que la visita generaba esperanza, aunque muchos dudaban que impediría que la gente se fuera.
"Se valora el esfuerzo de este gobierno, en contraste con el gobierno anterior. Es mi opinión personal", dijo a Catholic News Service el 10 de junio a través de un audio de WhatsApp. "Tenemos este mundo, aunque globalizado, hoy lo tenemos muy fracturado en la región y los esfuerzos van a costar mucho más que antes. En todo caso, la visita siempre es positiva porque quiere ayudarse a la región".
Sin embargo, cualquier esfuerzo para ayudar a la región tiene que ir de la mano con el proyecto de legalizar a centroamericanos en Estados Unidos, expresó.
"Quieren ver como desarrollan el área, pero eso debería ir de la mano con la reforma migratoria por allá", dijo el obispo Escobar. "Porque eso no tendría equilibrado el problema migratorio, querer aquí desarrollar (en Centro América) y allá me mantener el cuello de la botella. Sería, a mi criterio, agravar más la situación".