El encargado de los asuntos de la Misión Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Mons. John Putzer, llamó a la comunidad internacional a “pasar de la declaración a la acción” y recibir a los refugiados, frente a la reciente toma del poder en Afganistán por parte de los extremistas talibanes.
Durante la 31 sesión especial del Consejo de Derechos Humanos este 24 de agosto, Mons. Putzer habló sobre “las graves preocupaciones de derechos humanos y la situación en Afganistán” y señaló que la Santa Sede ha “ha seguido con gran atención y profunda preocupación la evolución” de las dificultades que atraviesa actualmente el país.
El sacerdote reiteró el pedido del Papa Francisco de rezar “al Dios de la paz para que cese el sonido de las armas y que las soluciones se puedan encontrar en la mesa del diálogo”.
“Sólo así la martirizada población de aquel país, hombres, mujeres, ancianos y niños, podrá regresar a sus casas, vivir en paz y seguridad en el pleno respeto recíproco”, señaló el Santo Padre al finalizar el rezo del Ángelus este domingo 15 de agosto.
Mons. Putzer subrayó que la Santa Sede exhorta a reconocer y defender “el respeto de la dignidad humana y los derechos fundamentales de toda persona, incluido el derecho a la vida, la libertad de religión, el derecho a la libertad de circulación y el derecho de reunión pacífica”.
“En este momento crítico, es de vital importancia apoyar el éxito y la seguridad de los esfuerzos humanitarios dentro del país, en un espíritu de solidaridad internacional, para no perder los avances que se han logrado, especialmente en el área de salud y educación”, agregó.
Finalmente, indicó que el Vaticano tiene la convicción que el diálogo “representa la herramienta más poderosa para lograr esa paz” y la esperanza de “una resolución pacífica y rápida de las tensiones actuales”.
La Santa Sede “pide a toda la comunidad internacional que pase de la declaración a la acción dando la bienvenida a los refugiados con espíritu de fraternidad humana”, concluyó.
Tras el retorno de los talibanes al poder en Afganistán, en medio del retiro de las fuerzas militares de Estados Unidos y sus aliados, la amenaza de múltiples violaciones a los derechos humanos y a la libertad religiosa se cierne nuevamente sobre el país.
Los “talibanes” o “estudiantes del islam” retomaron el poder de Afganistán por las armas el 15 de agosto, tras una ofensiva contra las fuerzas gubernamentales de apenas tres meses.
Tras tomar Kabul, la capital del país, los talibanes lo renombraron como el “Emirato Islámico de Afganistán”.
La última vez que este grupo extremista tuvo el poder pleno en Afganistán, en la década de 1990, impuso fuertes prohibiciones culturales y religiosas, al tiempo que restringió el acceso de mujeres al trabajo y las obligó a usar burkas, prendas que, en el mejor de los casos, permiten ver solamente los ojos de las mujeres.