CIUDAD DEL VATICANO -- Clamar a Dios y exigir respuestas cuando muere un hijo no es en absoluto un signo de falta de fe, dijo el Papa Francisco a un grupo de padres y madres.

"No hay nada peor que silenciar el dolor, ponerle un silenciador al sufrimiento, eliminar los traumas sin afrontarlos, como a menudo alienta nuestro mundo en su prisa y entumecimiento", dijo el Papa en un discurso escrito para los miembros de la Asociación "Talità Kum" de padres que han perdido un hijo, de Vicenza, Italia.

Aunque el Papa hizo que un ayudante leyera su discurso el 2 de marzo porque padecía bronquitis, saludó personalmente a cada uno de los miembros del grupo.

En el texto, el Papa dijo que quería "ofrecer una caricia a vuestro corazón, roto y traspasado como el de Jesús en la cruz: un corazón que sangra, un corazón bañado en lágrimas y desgarrado por una pesada sensación de vacío".

"La pérdida de un hijo es una experiencia que desafía las descripciones teóricas y rechaza la trivialidad de las palabras religiosas o sentimentales" o "los estímulos estériles", decía el texto en italiano.

Reconociendo que con demasiada frecuencia las frases piadosas que los cristianos ofrecen a los padres en duelo no ayudan en nada y sólo pueden aumentar el dolor, el Papa dijo que la mejor respuesta es "imitar la emoción y la compasión de Jesús ante el dolor", sin tratar de minimizarlo, sino de compartirlo.

El Papa Francisco dijo a los padres de familia: "El dolor, sobre todo cuando es tan atroz y sin explicación, no necesita más que aferrarse al hilo de una oración que clama a Dios día y noche, que a veces se expresa en ausencia de palabras, que no intenta resolver el drama sino que, por el contrario, habita en las preguntas que vuelven una y otra vez: "¿Por qué, Señor? ¿Por qué me ha sucedido esto? ¿Por qué no has intervenido? ¿Dónde estás mientras la humanidad sufre y mi corazón llora una inmensa pérdida?".

Ante el sufrimiento, escribió el Papa, "la primera respuesta de Dios no es un discurso o una teoría, sino caminar con nosotros, estar a nuestro lado. Jesús se deja tocar por nuestro dolor, ha recorrido el mismo camino y no nos deja solos, sino que nos libera del peso que nos oprime, cargándolo por nosotros y con nosotros".

"El Señor quiere venir a nuestras casas, a la casa de nuestros corazones y a las casas de nuestras familias conmocionadas por la muerte", escribió el Papa Francisco. "Quiere estar cerca de nosotros, quiere tocar nuestra aflicción, quiere darnos la mano para levantarnos