El lunes de Pascua, el Papa Francisco hizo un llamamiento a la reconciliación en lugar de la guerra, pero no mencionó específicamente el conflicto en Ucrania.

"Que la gracia del Señor resucitado traiga consuelo y esperanza a los que sufren, para que nadie quede abandonado", dijo Francisco al mediodía, hora de Roma. "Que las disputas, las guerras, los conflictos, den paso al entendimiento y a la reconciliación".

El papa señaló que lo que hizo Jesús con su "calvario y resurrección", es reconciliar a la humanidad, tanto con Dios Padre como entre sí.

"Reconciliación", es la palabra que utilizó para terminar el Regina Coeli, una oración mariana que sustituye al tradicional rezo del Ángelus durante los 50 días posteriores a la Pascua.

"Dios ganó la batalla decisiva contra el espíritu del mal", dijo. "Dejemos que gane, abandonemos nuestros planes humanos y convirtámonos a su designio de paz y justicia".

Las palabras de Francisco se produjeron al dirigirse a los miles de personas que se habían reunido en la Plaza de San Pedro el lunes, conocida en toda Italia como Pasquetta, o pequeña Pascua.

Antes de la oración, el Papa reflexionó sobre la alegría de la Pascua, diciendo que "no hay que guardarla para uno mismo. La alegría de Cristo se fortalece al darla, se multiplica al compartirla. Si nos abrimos y llevamos el Evangelio, nuestro corazón se abrirá y superará el miedo".

Como las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús para comprobar que había resucitado de la muerte, dijo Francisco, los cristianos están llamados a "no tener miedo" y a proclamar la alegría de su resurrección contra la falsedad, como en el "contraproclamado" que narra el Evangelio, el de los soldados pagados para decir que el cuerpo de Cristo fue robado durante la noche por sus discípulos.

"Aquí está la falsedad, la lógica del ocultamiento que se opone al anuncio de la verdad", dijo Francisco. "Es un recordatorio también para nosotros: La falsedad -en las palabras y en la vida- mancha el anuncio, corrompe por dentro, llevando de nuevo a la tumba. El Resucitado, en cambio, quiere que salgamos de las tumbas de la falsedad y la duplicidad".

Es correcto, dijo, que la gente se escandalice cuando los medios de comunicación descubren el engaño y la mentira en la vida de las personas y de la sociedad, pero es importante también reconocer las propias falsedades.

Desviándose visiblemente de su discurso preparado, Francisco dijo que la falsedad "nos hace retroceder, nos lleva a la muerte, a la tumba", mientras que con su sacrificio, Cristo quiere liberar a la humanidad de estas falsas dependencias.

"Frente al Señor resucitado está este otro 'dios', el dios del dinero, que ensucia todo, que arruina todo, que cierra las puertas de la salvación", dijo. "Y esto es así en todo. La tentación de adorar a este dios dinero en la vida cotidiana".

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