CIUDAD DEL VATICANO -- Los sacerdotes están llamados a ser acogidos y modelados por el amor sin límites de Dios, y a darse cuenta de que no hay lugar para la división y el odio de ningún tipo, dijo el Papa León XIV.

"Reconciliados, unidos y transformados por el amor que brota abundantemente del Corazón de Cristo, caminemos juntos tras sus huellas, humildes y decididos, firmes en la fe y abiertos a todos en la caridad", dijo a los sacerdotes de todo el mundo.

"Llevemos al mundo la paz del Resucitado, con esa libertad que nace de sabernos amados, elegidos y enviados por el Padre", dijo en su homilía durante la Misa celebrada en la Basílica de San Pedro el 27 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes.

La Misa marcó la conclusión de una semana de celebraciones jubilares para seminaristas, obispos y sacerdotes, en las que el Papa León reiteró la necesidad de fundamentar la propia vocación en el amor de Dios, la amistad de Jesús y el poder transformador del Espíritu Santo, así como la necesidad de estar unidos y ser misioneros en un mundo sediento de sentido y esperanza.

Durante la Misa, el Papa ordenó también a 32 sacerdotes de Asia, África, las Américas, Europa y Oceanía.

En su homilía, el Santo Padre dijo a los ordenandos: "Les digo algunas cosas simples, pero que considero importantes para su futuro y para el de las almas que les serán confiadas".

"Amen a Dios y a los hermanos, sean generosos, fervorosos en la celebración de los sacramentos, en la oración -- especialmente en la adoración (ante la Eucaristía) -- y en el ministerio", les dijo. "Sean cercanos a su grey, donen su tiempo y sus energías a todos, sin escatimarse, sin hacer diferencias, como nos enseñan el costado abierto del Crucificado y el ejemplo de los santos".

Les animó a buscar entre los muchos ejemplos de sacerdotes santos en la historia de la Iglesia. "Interésense por sus historias, estudien sus vidas y sus obras, imiten sus virtudes, déjense encender por su celo e invoquen con frecuencia y con insistencia su intercesión", exhortó.

"Nuestro mundo propone muchas veces modelos de éxito y prestigio discutibles e inconsistentes. No se dejen embaucar por ellos", dijo.

Miren, en cambio, el ejemplo sólido los frutos del apostolado, "muchas veces escondido y humilde", de en la vida ha servido al Señor y de sus hermanos y hermanas. "Mantengan su memoria con su fidelidad".

El Papa León dijo a los sacerdotes que el Sagrado Corazón de Jesús ha "confiado de manera especial a nosotros para que lo hagamos presente en el mundo".

Los sacerdotes contribuyen a la obra de la salvación de varias maneras, dijo, en primer lugar, imitando al Buen Pastor que vela por su rebaño, busca a los perdidos, ayuda a los heridos y fortalece a los débiles y enfermos.

"En un tiempo de grandes y terribles conflictos", dijo, esto nos recuerda que en " el amor del Señor, del cual estamos llamados a dejarnos abrazar y moldear, es universal, y que a sus ojos -- y por tanto también a los nuestros -- no hay lugar para divisiones ni odios de ningún tipo".

Dios también exhorta a sus sacerdotes a "a abandonarnos a la acción transformadora de su Espíritu que habita en nosotros, en un camino diario de conversión", dijo.

"Es una invitación a vivir la caridad pastoral con el mismo espíritu generoso del Padre, cultivando en nosotros su deseo: que nadie se pierda, sino que todos, también a través de nosotros, conozcan a Cristo y tengan en Él la vida eterna", dijo el Papa.

"Es una invitación a unirnos íntimamente a Jesús, semilla de concordia entre los hermanos", dijo. "Cargando sobre nuestros hombros a los que se han perdido, perdonando a los que han errado, yendo en busca de los que se han alejado o han quedado excluidos, cuidando a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu".

Cada sacerdote debe procurar "que estén unidos al obispo y al presbiterio", dijo el Papa León. "Cuanto mayor sea la unidad entre nosotros, tanto más sabremos llevar también a los demás al redil del Buen Pastor, para vivir como hermanos en la única casa del Padre".

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Carol Glatz