Quienes superan distracciones u obstáculos al orar aprenden el valor de la perseverancia en tiempos de prueba, dijo el papa Francisco.

"El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en el ser capaces de perseverar en tiempos difíciles", dijo el papa el 19 de mayo durante su audiencia general semanal.

"Camina, camina, camina… Y si estás cansado, detente un poco y vuelve a caminar. Pero con perseverancia", dijo.

Al llegar en automóvil al Patio San Dámaso del Palacio Apostólico, el papa recibió una cálida bienvenida por parte de los asistentes, incluso un grupo de peregrinos de México.

"Francisco, hermano, ya eres mexicano", gritaban los peregrinos mientras se dirigía a su asiento.

Mientras el papa saludaba a los peregrinos desde una distancia segura, muchos ignoraron las reglas de distanciamiento social y se apiñaron cerca de las barricadas con la esperanza de ver al papa de cerca.

En su discurso de la audiencia principal semanal, el papa reflexionó sobre las dificultades que las personas pueden enfrentar al tratar de rezar, entre ellas "distracciones, aridez y pereza", así como la importancia de reconocerlas y superarlas.

Tanto en la oración como en la vida cotidiana, dijo, la mente a menudo "da vueltas, da vueltas por todo el mundo" y a algunas personas "le cuesta detenerse durante mucho tiempo en un solo pensamiento".

"Las distracciones no son culpables, pero deben ser combatidas", dijo. "En el patrimonio de nuestra fe hay una virtud que a menudo se olvida, pero que está muy presente en el Evangelio. Se llama 'vigilancia'".

Citando el Catecismo de la Iglesia Católica, el papa dijo que la aridez ocurre cuando el corazón de uno "está desprendido" y lo deja "sin gusto por los pensamientos, recuerdos y sentimientos, incluso espirituales".
Si bien las razones de esa sensación de aridez pueden variar desde dolencias físicas hasta agitación interior, el papa dijo que a menudo "no sabemos bien la razón".

"Los maestros espirituales describen la experiencia de la fe como un continuo alternarse de tiempos de consolación y de desolación; momentos en los que todo es fácil, mientras que otros están marcados por una gran pesadez", explicó.

Si bien la vida a menudo está llena de "esos días grises", el papa dijo que el peligro radica en "tener el corazón gris: cuando este 'estar decaído' llega al corazón y lo enferma".

"Esto es terrible: ¡no se puede rezar, no se puede sentir la consolación con el corazón gris! O no se puede llevar adelante una aridez espiritual con el corazón gris", dijo. "El corazón debe estar abierto y luminoso, para que entre la luz del Señor. Y si no entra, es necesario esperarla con esperanza. Pero no cerrarla en el gris".

Por último, el papa advirtió que la pereza no es solo uno de los siete pecados capitales, sino también "una auténtica tentación contra la oración y, más en general, contra la vida cristiana" que puede "conducir a la muerte del alma".

El papa Francisco dijo que en algún momento de sus vidas, "todos los santos han pasado por este 'valle oscuro'" y con frecuencia relata "noches de oración apática, vivida sin gusto".

Sin embargo, los creyentes, como la figura bíblica de Job, "no apagan nunca la oración" incluso cuando sus oraciones pueden parecer protestas contra Dios.

"Muchas veces, también protestar delante de Dios es una forma de rezar", dijo el papa. "Y también nosotros, que somos mucho menos santos y pacientes que Job, sabemos que finalmente, al concluir este tiempo de desolación, en el que hemos elevado al Cielo gritos mudos y muchos '¿por qué?', Dios nos responderá".