CIUDAD DEL VATICANO -- Las fuertes raíces de la fe y la comunidad ayudaron al pueblo de Hungría a resistir y sobrevivir a la ocupación nazi y al comunismo, dijo el Papa Francisco, y el pueblo debe aprovechar esas raíces hoy para resistir a las amenazas más sutiles del consumismo y el individualismo.

En su audiencia general semanal del 3 de mayo, el Papa reflexionó sobre su visita a Budapest, Hungría, del 28 al 30 de abril.

Pero también aprovechó su discurso principal para desear un feliz 92 cumpleaños a su amiga, Edith Bruck, escritora de origen húngaro y superviviente del Holocausto que ahora vive en Roma.

El fascismo y la ocupación nazi de Hungría durante la Segunda Guerra Mundial llevaron a "la trágica deportación de mucha población judía" y a la muerte de unos 400,000 de ellos, dijo el Papa. "Pero en ese atroz genocidio muchos destacaron por la resistencia y la capacidad de proteger a las víctimas, y esto fue posible porque las raíces de la vida juntos eran firmes".

"En Roma tenemos una buena poetisa húngara que ha pasado todas estas pruebas y cuenta a los jóvenes la necesidad de luchar por un ideal, para no ser vencidos por las persecuciones, por el desánimo," dijo. "Esta poetisa cumple hoy 92 años: ¡muchas felicidades, Edith Bruck!"

Aunque el nazismo y el comunismo han sido derrotados, dijo el Papa, "la libertad está amenazada" en muchas partes del mundo hoy, pero con "guantes blancos".

El culpable, dijo, es "un consumismo que anestesia", haciendo que la gente se sienta cómoda y conforme "con un poco de bienestar material" para que olviden las luchas del pasado y lo importante que era defender su fe y su cultura.

"Es un problema que tiene que ver con toda Europa, donde dedicarse a los otros, sentirse comunidad, sentir la belleza de soñar juntos y crear familias numerosas está en crisis. Toda Europa está en crisis", afirmó. "Reflexionemos entonces sobre la importancia de custodiar las raíces, porque sólo profundizando las ramas crecerán hacia lo alto y darán frutos".

El Papa Francisco instó a la gente a preguntarse: "¿Cuáles son las raíces más importantes de mi vida? ¿Dónde estoy arraigado? ¿Las recuerdo, las cuido?"

Budapest, a orillas del Danubio, también es una ciudad de puentes, dijo. Y durante su visita a la ciudad quiso destacar "la importancia de construir puentes de paz entre pueblos diversos. Es, en particular, la vocación de Europa, llamada, como “puente de paz”, a incluir las diferencias y a acoger a quien llama a sus puertas".

"Hermoso, en este sentido, el puente humanitario creado por tantos refugiados de la cercana Ucrania, que he podido encontrar, admirando también la gran red de caridad de la Iglesia húngara", dijo el Papa.

"Construyan puentes", dijo a la gente, "puentes de armonía y puentes de unidad".