Antes de rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro, en la Solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco reflexionó sobre la santidad, “un don y un camino”, y recordó que “los santos no son héroes lejanos, sino personas como nosotros, nuestros amigos”.

El Santo Padre subrayó en su mensaje que “la santidad es un don de Dios que hemos recibido en el Bautismo”, y “si lo dejamos crecer, puede cambiar completamente nuestra vida”.

Además, resaltó que el punto de partida de todos los santos “es el mismo don que nosotros hemos recibido: el bautismo”.

“Si lo pensamos bien, seguro que hemos conocido a algunos de ellos”, dijo, señalando a “los santos de todos los días, alguna persona justa, alguna persona que vive la vida cristiana en serio, con sencillez, esto es lo que a mí me gusta llamar los santos ‘de la puerta de al lado’, que viven normalmente”.

El Papa Francisco resaltó que “la santidad es un don que se ofrece a todos para tener una vida feliz”, y el agradecimiento a este regalo “es una invitación a esforzarse para que no sea desperdiciado”.

Luego destacó que “la santidad es un camino, un camino que hay que recorrer juntos, ayudándonos unos a otros, unidos a esos excelsos compañeros de ruta que son los santos”.
Ellos, indicó, “son nuestros hermanos y hermanas mayores, con los que podemos contar siempre: los santos nos sostienen y, cuando en la ruta erramos el camino, con su presencia silenciosa nunca dejan de corregirnos”.

“Son amigos sinceros en los que podemos confiar, porque desean nuestro bien. En sus vidas encontramos un ejemplo, de sus oraciones recibimos ayuda y amistad, y con ellos nos unimos en un vínculo de amor fraterno”.

A continuación, el Papa invitó a los fieles a preguntarse: “¿recuerdo que he recibido el don del Espíritu Santo, que me llama a la santidad y me ayuda a llegar a ella? ¿Le doy gracias al Espíritu Santo por esto, por este don de la santidad? ¿Siento a los santos cerca de mí, hablo con ellos, me dirijo a ellos? ¿Conozco la historia de algunos de ellos?”.

“Nos hace bien conocer la vida de los santos y motivarnos con sus ejemplos. Y nos hace tanto bien también dirigirnos a ellos en la oración”, expresó.

“Que María, Reina de todos los Santos, nos haga sentir la alegría del don recibido y aumente en nosotros el deseo de la meta eterna”, concluyó.