CIUDAD DEL VATICANO -- Cuando los cristianos reconocen su propia debilidad y fragilidad, descubren el amor y el cuidado de Dios por ellos, dijo el papa Francisco.
En declaraciones a peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para su discurso del Ángelus del domingo 3 de octubre, el papa dijo que "saberse pequeños, saberse necesitados de salvación, es indispensable para acoger al Señor. Es el primer paso para abrirnos a Él ".
"En la prosperidad, en el bienestar, vivimos la ilusión de ser autosuficientes, de bastarnos a nosotros mismos, de no tener necesidad de Dios", dijo. "Hermanos y hermanas, esto es un engaño, porque cada uno de nosotros es un ser necesitado, pequeño. Debemos buscar nuestra propia pequeñez y reconocerla. Y allí encontraremos a Jesús".
Después de rezar el Ángelus, el papa expresó su tristeza tras un motín carcelario mortal provocado por bandas rivales en la penitenciaría del Litoral en Guayaquil, Ecuador, que dejó 118 muertos y decenas de heridos.
"Rezo por ellos y por sus familias", dijo el papa. "Dios nos ayude a sanar las llagas del crimen que esclaviza a los más pobres. Y ayude a cuantos trabajan cada día para hacer más humana la vida en las cárceles".
En su discurso principal, el papa reflexionó sobre la lectura del Evangelio del día en la que Jesús, después de ser puesto a prueba por los fariseos, se indignó cuando los discípulos reprendieron a las personas que le llevaban a sus hijos.
Jesús, señaló el papa, "no se indigna con quienes discuten con Él, sino con quienes, para aliviarle el cansancio, alejan de Él a los niños".
"Quien busca a Dios lo encuentra allí, en los pequeños, en los necesitados", dijo. "He aquí por qué Jesús se indigna: cada afrenta hecha a un pequeño, a un pobre, a un niño, a un indefenso, se le hace a Él".
El papa Francisco dijo que, contrario a la creencia popular, "reconocerse pequeño es un punto de partida para llegar a ser grande" y una forma de descubrir "el sentido de la vida".
"Cuando nos sintamos pequeños ante un problema, pequeños ante una cruz, una enfermedad, cuando experimentemos fatiga y soledad, no nos desanimemos", dijo. "Está cayendo la máscara de la superficialidad y está resurgiendo nuestra radical fragilidad: es nuestra base común, nuestro tesoro, porque con Dios las fragilidades no son obstáculos, sino oportunidades".
Antes de guiar a los peregrinos en la oración del Ángelus, el papa dijo que Dios siempre se acerca a quienes reconocen sus limitaciones y fragilidades, como "un papá a su niño".
" Así nos hacemos grandes: no con la ilusoria pretensión de nuestra autosuficiencia —esto no hace grande a nadie—, sino con la fortaleza de depositar en el Padre toda esperanza. Justo como hacen los pequeños, hacen así".