ROMA - En su tradicional bendición de Pascua, el Papa Francisco volvió a denunciar el domingo la guerra "cruel y sin sentido" en Ucrania y expresó su compasión por las víctimas, al tiempo que expresó su esperanza de que el mundo no se olvide de otros puntos calientes los otros puntos de tensión, globales, incluyendo el conflicto israelí-palestino.

"Que haya paz en la martirizada Ucrania, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la guerra cruel e insensata a la que ha sido arrastrada", dijo Francisco a las 50.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro, calificando ésta como una "Pascua de guerra".

"Que un nuevo amanecer de esperanza despunte pronto sobre esta terrible noche de sufrimiento y de muerte", dijo Francisco. "Que se elija la paz. Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente".

En ningún momento de sus declaraciones, pronunciadas desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el pontífice mencionó a Rusia. Esto es consistente con su política desde el inicio de su pontificado de criticar la guerra pero declinando denunciar a Rusia por su nombre.

El Papa pidió a la gente que implore por la paz desde los balcones y en las calles, y a los líderes de las naciones que escuchen la súplica del pueblo.

Francisco dijo que después de la Cuaresma que "parecía interminable", agrupando no sólo los 40 días de preparación para la Pascua sino los dos años marcados por la pandemia, el mundo tenía la oportunidad de "salir del túnel juntos", aunando fuerzas y recursos, pero en cambio demostró que "todavía tenemos con nosotros el espíritu de Caín, que no vio a Abel como un hermano sino como un rival", y lo eliminó.

Citando un Aviso al mundo de 1955, también conocido como el "Manifiesto Russell-Einstein", en el que Bertrand Russell y Albert Einstein destacaban los peligros de las armas nucleares y pedían a los líderes mundiales que buscaran soluciones pacíficas a los conflictos, Francisco planteó su pregunta: "¿Pondremos fin a la raza humana, o renunciará la humanidad a la guerra?".

El Papa añadió que el sufrimiento ucraniano recuerda "a todos esos otros niños que sufren en todo nuestro mundo: los que mueren de hambre o por falta de atención médica, los que son víctimas de abusos y violencia, y los que se les niega el derecho a nacer. "

El Papa destacó los "signos alentadores", como las puertas abiertas en toda Europa, con familias y comunidades que acogen a los refugiados, y calificó este hecho como una oportunidad para preocuparse más por otras situaciones de sufrimiento y dolor, que afectan a "demasiadas áreas de nuestro mundo, situaciones que no podemos pasar por alto y que no queremos olvidar."

A continuación, Francisco nombró algunos de los muchos países del mundo actualmente en conflicto, o con una tregua inestable: desde el Líbano, Siria e Irak en Oriente Medio -pidiendo en particular la paz para todas las comunidades cristianas allí- hasta Libia, Yemen, "que sufre un conflicto olvidado por todos", Myanmar y Afganistán.

Francisco también pidió la paz en todo el continente africano "para que cese la explotación que sufre y la hemorragia provocada por los atentados terroristas -en particular en la región del Sahel- y para que encuentre un apoyo concreto en la fraternidad de los pueblos."

Para su patio trasero, América Latina, el Papa argentino pidió que "Cristo resucitado" acompañe a los pueblos que, en algunos casos, han visto empeorar sus "condiciones sociales en estos difíciles tiempos de pandemia, agravados además por los casos de delincuencia, violencia, corrupción y narcotráfico".

Quizá la única sorpresa fue la referencia a Canadá, aunque es comprensible tras las reuniones que mantuvo con varios pueblos indígenas de este país a principios de mes. Al final de una serie de encuentros de una semana de duración, Francisco se disculpó por el papel que desempeñó la Iglesia católica en los internados.

Más de 150.000 niños indígenas de Canadá fueron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el Estado desde el siglo XIX hasta la década de 1970 en un esfuerzo por asimilar a los niños indígenas. Las escuelas eran dirigidas por varias denominaciones cristianas en nombre del gobierno, y muchas eran operadas por la Iglesia Católica.

"Pidamos al Señor resucitado que acompañe el camino de reconciliación que la Iglesia católica de Canadá está haciendo con los pueblos indígenas", dijo. "Que el Espíritu de Cristo resucitado sane las heridas del pasado y disponga los corazones para buscar la verdad y la fraternidad".

Al final de la misa de Pascua, Francisco dio una vuelta por la plaza en el papamóvil, la segunda vez que lo hace en la plaza de San Pedro desde que comenzó la pandemia del COVID-19, a principios de 2020, siendo la anterior el Domingo de Ramos. Después subió a la loggia centrale, o balcón central de la Basílica de San Pedro que da a la plaza, para impartir lo que se conoce como la bendición Urbi et Orbi, "a la ciudad y al mundo".

Esta ventana se utiliza regularmente dos veces al año, para esta bendición impartida el domingo de Pascua, y en el día de Navidad. También es la ventana desde la que se presenta al mundo un nuevo Papa tras un cónclave.