CIUDAD DEL VATICANO -- Música festiva, bailes y oraciones en honor a María resonaron en la Plaza de San Pedro mientras cientos se reunían para conmemorar la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.
Los sonidos del mariachi mexicano trajeron la calidez necesaria en una fría mañana romana del 12 de diciembre para honrar a la patrona de las Américas y Filipinas, cuya aparición a San Juan Diego en el cerro Tepeyac en México continúa trayendo esperanza en tiempos inciertos.
"Esta experiencia debe repetirse una y otra vez", dijo el papa Francisco a los peregrinos durante su discurso del Ángelus dominical. "De esta manera, Dios, que es comunión, nos moverá hacia la conversión y la renovación de la Iglesia y de la sociedad que tanto necesitamos en las Américas - la situación en muchos países latinoamericanos es muy triste - así como alrededor del mundo".
A la espera de escuchar las palabras del papa, los peregrinos se pararon cerca del famoso obelisco en el centro de la plaza donde una gran réplica de la tilma de San Juan Diego, que lleva la imagen de María, estaba adornada con rosas blancas y rodeada por las banderas de todos los países de América Latina.
Entre los presentes para conmemorar la fiesta se encontraban el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, y el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, secretario suplente de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano.
Varios peregrinos se vistieron con ropas tradicionales indígenas mientras que otros recrearon el momento en que, en 1531, San Juan Diego desplegó su manto y reveló la imagen milagrosa de María.
Después del rezo del rosario en español, portugués y filipino, el cardenal Ouellet dirigió a los peregrinos en una oración final por la intercesión materna de María para que ella ayudara a todos los cristianos "a ver el rostro de Jesús en cada persona, especialmente en los más excluidos y marginados".
"Preserva la paz en nuestros pueblos y conmueve el corazón de los violentos, para que cese su odio y encuentren en tu hijo el camino para transformar sus vidas", rezó.
Al ver las numerosas banderas de América Latina desde la ventana del Palacio Apostólico, el papa se dirigió a los peregrinos en español y les dio la bienvenida a quienes "desde Alaska hasta la Patagonia están celebrando a Nuestra Señora de Guadalupe, madre del Dios verdadero por quien vivimos".
Anticipando el 500 aniversario de la aparición mariana en 2031, el papa Francisco dijo que tales "actos de fe y testimonio público" ayudan a llevar el mensaje de esperanza de María a los más necesitados.
"La Virgen de Guadalupe y San Juan Diego nos enseñan siempre a caminar juntos desde las periferias hasta el centro en comunión con los sucesores de los apóstoles, que son los obispos para así, ser Buena Noticia para todos", dijo el papa.