ROMA - El Papa Francisco concluyó la jornada de oración y reflexión por el Líbano instando a hombres y mujeres, cristianos y musulmanes, al pueblo libanés y a la comunidad internacional a unirse para que el país siga siendo "un proyecto de paz" y no una tierra de "intereses y beneficios ajenos."
“Que la noche de los conflictos se desvanezca y surja un amanecer de esperanza. Que cese el rencor, desaparezcan las discordias y Líbano vuelva a irradiar la luz de la paz”, dijo el jueves.
Es esencial, dijo Francisco, que los que están en el poder -tanto en la nación de Oriente Medio como fuera de ella- se pongan “al servicio verdadero de la paz y no al de los propios intereses. ¡Basta del beneficio de unos pocos a costa de la piel de muchos! ¡Basta con el prevalecer de las verdades parciales a costa de las esperanzas de la gente!”
“¡Basta de utilizar al Líbano y Medio Oriente para intereses y beneficios ajenos! Es necesario dar a los libaneses la oportunidad de ser protagonistas de un futuro mejor, en su tierra y sin injerencias indebidas” dijo el papa.
Francisco pronunció su apelo en favor del Líbano durante una oración ecuménica celebrada en la Basílica de San Pedro durante la tarde del jueves, después de haber pasado el día junto a nueve de los líderes cristianos más importantes del Líbano en el Vaticano, donde rezaron por el país y reflexionaron sobre cómo ayudar a aliviar la crisis actual.
Según un informe publicado el martes por el Banco Mundial, es probable que el colapso económico del Líbano figure entre las peores crisis financieras del mundo desde mediados del siglo XIX. El Líbano dejó de pagar su deuda externa el año pasado, la moneda perdió alrededor del 90% de su valor y la pobreza está devastando un país que hasta hace poco era considerado un faro de prosperidad en la región.
El hundimiento total de la economía libanesa en los últimos 18 meses se achaca a la corrupción y la mala gestión de la élite política. El hecho de que no hayan sido incapaces de formar un gobierno después de que el anterior dimitiera tras la explosión en el puerto de Beirut en agosto del 2020, ayuda a explicar el llamado de Francisco el jueves a los líderes políticos para que "encuentren soluciones urgentes y duraderas".
El presidente libanés, Michel Aoun, y el primer ministro designado, Saad Hariri, se han culpado mutuamente del estancamiento político que ha impedido la formación de un gobierno. Esto no ha hecho más que agravar la caída económica del país.
[Nunca antes, como en estos meses, hemos comprendido que no podemos salvarnos solos y que los problemas de unos no pueden ser ajenos a los demás” dijo el Papa, hablando en plural, como si representara a todos los líderes Cristianos del Líbano. "Por eso, hacemos un llamamiento a todos" dijo, dirigiéndose a los ciudadanos del Líbano, a los líderes políticos, a los de la diáspora y a la comunidad internacional, argumentando que todos están llamados a poner de su parte porque asegurarse de que el país no se derrumbe y, en su lugar, emprenda un camino de recuperación "redundará en beneficio de todos".
El último informe del Banco Mundial no ve "ningún punto de inflexión claro en el horizonte" y las estadísticas que compartió, junto con las de Unicef, también publicadas esta semana, son sombrías: el 30% de los niños se acuestan con hambre y no reciben la atención médica básica. La mayoría de la población del país solo tiene acceso a tres horas de electricidad al día y el 40% de los niños crece en familias donde nadie tiene trabajo. Además, Líbano acoge a unos 1,5 millones de refugiados sirios, y el 99% de estas familias no tiene suficiente dinero para comprar alimentos.
En palabras de Marwan Sehnaoui, presidente de la Fundación de la Orden de Malta en el Líbano, el país está hoy "en cuidados intensivos", y a pesar de haber tenido guerras, conflictos y crisis políticas en el pasado, "nunca la situación había sido tan dramática."
El miércoles dijo a los periodistas que la población del Líbano seguirá "luchando, pero sin armas", para que el país resurja de sus cenizas, "como el ave fénix".
El Líbano, dijo el Papa el jueves, está llamado a ser una tierra de “tolerancia y pluralismo, un oasis de fraternidad donde diferentes religiones y confesiones se encuentran, donde conviven diversas comunidades anteponiendo el bien común a las ventajas particulares.
Entre los que se reunieron en Roma figuran el cardenal Bechara Rai, patriarca maronita del Líbano; el patriarca sirio-católico Ignace Joseph III Younan; el patriarca greco-ortodoxo Juan X de Antioquía; el católico armenio apostólico Aram de Cilicia; y el reverendo Joseph Kassab, presidente del Consejo Supremo de la Comunidad Evangélica de Siria y Líbano.
"Como cristianos, hoy queremos renovar nuestro compromiso de construir juntos un futuro", dijo Francisco, añadiendo que las relaciones humanas no pueden basarse en la búsqueda de " intereses, privilegios y ganancias particulares".
" Los cristianos estamos llamados a ser sembradores de paz y artesanos de fraternidad, a no vivir de rencores y remordimientos pasados, a no huir de las responsabilidades del presente, a cultivar una mirada de esperanza hacia el futuro", dijo. " aseguramos a nuestros hermanos y hermanas musulmanes y a los de otras religiones nuestra apertura y disposición para colaborar en la construcción de la fraternidad y la promoción de la paz".
Hacia el final de su intervención, Francisco destacó el papel que tienen los jóvenes y las mujeres en el renacimiento del Líbano, pidiendo que se escuchen las voces de los primeros y que se incluya a las mujeres en los procesos de toma de decisiones.
“No nos demos por vencidos, no nos cansemos de implorar al Cielo esa paz que los hombres tienen dificultad de construir en la tierra”, dijo. “Pidámosla con insistencia para Medio Oriente y para Líbano.”
Líbano, insistió, no puede quedar a merced del destino o de quienes persiguen sin escrúpulos sus propios intereses: “Líbano es un pequeño gran país, pero es más que eso: es un mensaje universal de paz y fraternidad que se eleva desde Medio Oriente”.