El cardenal Pietro Parolin, ex secretario de Estado del Vaticano, venera el icono de la "Salus Populi Romani" mientras celebra misa en el segundo día del "novendiali" -nueve días de luto por el Papa Francisco marcados por misas- en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 27 de abril de 2025. (CNS photo/Pablo Esparza)
CIUDAD DEL VATICANO — La misericordia —piedra angular de la enseñanza y el ministerio del Papa Francisco— debe guiar a la Iglesia Católica durante su período de duelo y ante la incertidumbre que se avecina, afirmó el segundo funcionario de mayor rango en el Vaticano.
Al celebrar la misa del 27 de abril, en el segundo día de los "novendiali" —nueve días de luto marcados por misas por el fallecido pontífice—, el cardenal Pietro Parolin, ex secretario de Estado del Vaticano, dijo a unas 200,000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro en el Domingo de la Divina Misericordia que el Papa Francisco hizo del mensaje de la misericordia de Dios el corazón de su pontificado.
“Nuestro afecto por él no debe quedarse en una mera emoción del momento”, señaló el cardenal Parolin. “Debemos acoger su legado y hacerlo parte de nuestras vidas, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo también misericordiosos entre nosotros”.
Aunque la misa era oficialmente de duelo, las multitudes jubilantes de jóvenes que viajaron a Roma para el Jubileo de los Adolescentes del 25 al 27 de abril llenaron la plaza desde temprano, animando, cantando y coreando.
“Con la muerte del papa todos nuestros planes cambiaron, pero los chicos están emocionados de estar aquí para este momento importante, es increíble para ellos”, dijo Jesús Serrano, quien acompañaba a un grupo de 185 jóvenes de la Arquidiócesis de Madrid.
Como muchos adolescentes en la Plaza de San Pedro, el grupo de España pensaba que viajaba a Roma para asistir a la canonización del beato Carlo Acutis, un joven italiano que iba a ser declarado el primer santo millennial por el Papa Francisco.
En cambio, participaron en la misa fúnebre del papa el 26 de abril y volvieron al Vaticano al día siguiente para su segunda misa memorial. Las camisetas, gorras, banderas y pancartas de colores brillantes de cada grupo crearon un tapiz vibrante bajo el sol.
Sentados en el estrado en la plaza, a ambos lados del cardenal Parolin, estaban los cardenales reunidos en Roma para el funeral de Francisco y empleados del Vaticano vestidos de luto.
En su homilía, el cardenal reconoció el ambiente agridulce de la plaza, diciendo a los jóvenes que su presencia era un signo visible de la alegría pascual, incluso en medio del duelo de la Iglesia, y añadió que al Papa Francisco “le hubiera gustado encontrarse con ustedes, mirarles a los ojos y pasar entre ustedes para saludarlos”.
El cardenal animó a los adolescentes a aferrarse a la esperanza que proviene de Cristo, incluso frente a los desafíos del mundo moderno, como el rápido cambio tecnológico y el auge de la inteligencia artificial.
“Nunca olviden alimentar sus vidas con la verdadera esperanza, la que tiene el rostro de Jesucristo”, dijo. “Con Él, nunca estarán solos ni abandonados, ni siquiera en los peores momentos”.
Al destacar la celebración litúrgica del Domingo de la Divina Misericordia, el cardenal Parolin dijo que era apropiado recordar al Papa Francisco, quien hizo de la misericordia un sello de su pontificado.
“El Papa Francisco nos recordó que ‘misericordia’ es el mismo nombre de Dios y, por tanto, nadie puede poner límites a su amor misericordioso, con el que quiere levantarnos y hacernos personas nuevas”, afirmó.
La Iglesia, señaló el cardenal, debe seguir siendo un lugar donde la misericordia sane heridas, fomente la reconciliación y supere el odio y la división. “Solo la misericordia cura y crea un mundo nuevo, apagando los incendios de la desconfianza, el odio y la violencia”, dijo. “Este es el legado del Papa Francisco”.
Al abrirse al público la tumba del Papa Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor la mañana del 27 de abril, el cardenal Parolin recordó la profunda devoción mariana del difunto papa, quien eligió ser sepultado en la basílica mariana fuera del Vaticano y encomendó la Iglesia a su cuidado.
De pie junto al icono de María que el Papa Francisco solía visitar durante su pontificado, el cardenal rezó para que ella “nos proteja, interceda por nosotros, vele por la Iglesia y acompañe el camino de la humanidad en paz y fraternidad”.