LISBOA, Portugal -- Para terminar el "Woodstock católico" -- como ha sido llamada la Jornada Mundial de la Juventud por la prensa portuguesa -- el Papa Francisco dijo a 1,5 millones de jóvenes cansados y privados de sueño en Lisboa que no dejen que sus grandes sueños de cambiar el mundo sean "ofuscados por el temor".

En su homilía de la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud del 6 de agosto, el Papa pidió "un poco de silencio" a los peregrinos que, tras pasar la noche en el Parque Tejo de Lisboa después de la vigilia de la noche anterior, a las 6 de la mañana ya estaban bailando al ritmo de música tecno mezclada por un sacerdote DJ antes de la llegada del Papa.

"Cada uno repita para sí mismo, en su corazón, estas palabras: No tengan miedo'", dijo a la silenciosa multitud.

Jesús "conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes", dijo el Papa Francisco. "Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: 'No tengan miedo'".

Mientras amanecía en el parque ribereño, los peregrinos salían de las tiendas de campaña, las lonas y los sacos de dormir para prepararse para la Misa. Violeta Marovic, de 19 años, de Chicago, dijo a Catholic News Service que los peregrinos pasaron las 10 horas entre la vigilia de la noche anterior y la Misa papal "durmiendo muy poco", bailando, jugando e intercambiando regalos con otros jóvenes de todo el mundo; ella llevaba pulseras que le habían regalado peregrinos de Italia y Polonia.

Marovic, una estudiante de Teología en la Universidad de Dallas, dijo que normalmente se pone "nerviosa" cuando cuenta a la gente lo que estudia, pero que le ha reconfortado ver la enorme cantidad de gente tan apasionada por su fe, señalando que los jóvenes católicos a menudo "se sienten solos" cuando practican su religión en Estados Unidos.

Al frente de la multitud, que se extendía por ambas orillas del río Trancão de Lisboa, 30 cardenales, 700 obispos y 10.000 sacerdotes concelebraron la Misa con el Papa Francisco. El presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, estaba sentado en primera fila.

El cardenal Manuel do Nascimento Clemente, de Lisboa, agradeció al Papa el haber hecho de la Jornada Mundial de la Juventud una oportunidad para que los jóvenes se reúnan y construyan un mañana mejor "después de una pandemia que los ha confinado y alejado de los demás y de la mejor (versión) de sí mismos".

El cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que organiza la Jornada Mundial de la Juventud, dio las gracias al Papa Francisco por reunir en Lisboa a jóvenes "que han sido peregrinos de la paz en tiempos en los que se libran muchas, demasiadas, guerras en tantas partes del mundo".

Antes de revelar el lugar de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco invitó a los jóvenes a viajar a Roma para una celebración juvenil durante el Año Santo 2025. La próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en 2027, prosiguió, "será en Corea del Sur, en Seúl", dijo entre vítores de los numerosos grupos de coreanos dispersos entre la multitud.

En declaraciones tras la Misa, el Papa también recordó el sufrimiento de Ucrania y preguntó a los jóvenes si él, "ya viejo", podía compartir un sueño suyo: "el sueño de la paz, el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz".

Utilizando la palabra portuguesa para agradecer -- "obrigado"-- el Papa dio las gracias a los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud, a los voluntarios que la hicieron posible y a la ciudad de Lisboa, que rezó para que permanezca "en la memoria de estos jóvenes como una casa de fraternidad y una ciudad de sueños".

"Y 'obrigado' a todos vosotros, queridos jóvenes", dijo antes de rezar el Ángelus. "Dios ve todo lo bueno que ustedes son, y sólo Él conoce lo que ha sembrado en sus corazones. Se van de aquí con lo que Dios sembró en el corazón".

La multitud se dispersó después de la Misa, fluyendo por las calles de Lisboa, llenando las carreteras cerradas mientras ondeaban banderas de todo el mundo.