CIUDAD DEL VATICANO - Sólo despojándose de los sentimientos de grandeza personal y recuperando el sentido de la maravilla en el amor de Dios puede la gente acoger a Jesús en sus corazones y en sus vidas, dijo el Papa Francisco.
Con unos 15.000 visitantes reunidos para rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro el 9 de julio, el Papa reflexionó sobre la lectura del Evangelio de San Mateo en la que Jesús alaba a Dios Padre por esconder "cosas" a los sabios y revelárselas a los niños.
Esas cosas, explicó el Papa Francisco, se refieren a los milagros de Jesús -devolver la vista a los ciegos y curar a los leprosos- que son "signos de Dios actuando en el mundo" que los orgullosos pasan por alto.
El amor de Dios, reflejado en los milagros de Jesús, "no es comprendido por quienes presumen de grandeza y fabrican un dios a su imagen: poderoso, inflexible, vengativo", dijo.
"Estos presuntuosos no aceptan a Dios como Padre; los que están llenos de sí mismos, orgullosos, preocupados sólo por sus propios intereses: estos son los presuntuosos, convencidos de que no necesitan a nadie", dijo el Papa Francisco.
Sin embargo, los hijos de Dios que están abiertos a recibir el amor de Dios "tienen un corazón libre de presunción y amor propio", explicó el Papa.
"Los infantiles son aquellos que, como niños, se sienten necesitados y no autosuficientes; están abiertos a Dios y se dejan asombrar por sus obras", dijo. "Saben leer sus signos, asombrados por los milagros de su amor".
El Papa Francisco instó a los cristianos a preguntarse si se dejan detener y asombrar por cómo actúan los signos de Dios en sus vidas o si los perciben sólo de pasada.
"Nuestra vida, si lo pensamos bien, está llena de milagros, llena de signos de amor, de signos de la generosidad de Dios", dijo. "Ante ellos, sin embargo, nuestro corazón también puede permanecer indiferente y acomodarse, extrañamente incapaz de asombrarse".
El Papa Francisco sugirió a los cristianos que presten atención a los signos del amor de Dios en la vida cotidiana en "fotografiándolos" en su mente e "imprimiéndolos" en su corazón para luego desarrollarlos en su vida a través de acciones positivas, de modo que la "fotografía" del amor de Dios "se haga más luminosa en nosotros y a través de nosotros."
Tras rezar el Ángelus, el Papa recordó "con dolor" el reciente derramamiento de sangre en Tierra Santa, donde el 3 de julio las fuerzas israelíes lanzaron un ataque terrestre y aéreo de dos días contra la ciudad de Yenín, en Cisjordania. El gobierno palestino informó de que 12 palestinos murieron en el ataque y al menos 120 resultaron heridos.
"Espero que las autoridades israelíes y palestinas puedan reanudar un diálogo directo para poner fin a la espiral de violencia y abrir caminos de reconciliación y paz", dijo el Papa.