ROMA - "Abana alathie", fueron las primeras- y únicas- palabras que el Papa Francisco dijo hablando al micrófono durante el comienzo de la jornada de oración y reflexión por el Líbano, que tiene lugar en el Vaticano el día jueves.

El Vaticano cree que la angustiante situación económica y social del país, cuya clase política lleva casi un año intentando formar un gobierno, pone en riesgo la situación de los cristianos en la región.

La frase es el comienzo del Padre Nuestro en árabe, y fue lo único que se escuchó este jueves por la mañana en una basílica de San Pedro semivacía: solo el papa, acompañado por nueve líderes católicos, ortodoxos y protestantes del Líbano, junto a algunos oficiales de la Santa Sede, estaban presentes.

La jornada de oración y reflexión sobre el Líbano y sus desafíos religiosos, políticos, sociales y económicos comenzó con una breve caminata: el Papa y los otros líderes religiosos caminaron juntos desde la Casa Santa Marta, donde vive Francisco y se hospedan las comitivas que llegaron desde Medio Oriente para el encuentro, hasta la basílica de San Pedro, donde rezaron el Padre Nuestro, permanecieron en silencio por unos minutos.

Antes de retirarse para comenzar la jornada a puertas cerradas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, cada uno de ellos encendió una vela en la cripta ubicada debajo del altar mayor, donde se encuentra la tumba del apóstol.

Antes de que llegaran el Papa y sus invitados, el cardenal Argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, dijo a los periodistas que para los cristianos, la jornada se trata sobre todo de “partir por la fe” cuando se trata de enfrentar los problemas del Líbano.

“En el Líbano hay tantos problemas, tantas dificultades, tanto sufrimiento, que es superfluo que yo les recuerde lo que pasa”, dijo el cardenal. “¿Quién es el que puede intervenir? Dios, nuestro padre. De aquí la convocatoria del papa para reflexionar a la luz de la gracia de Dios”.

El grupo planeaba reunirse en tres oportunidades durante la jornada, para buscar un accionar conjunto que pueda ayudar al Líbano a salir de la crisis política, financiera y social que el Banco Mundial ha descrito como una de las peores que el mundo ha presenciado en los últimos 150 años.

Al final del día, Francisco presidirá un servicio ecuménico en San Pedro con oraciones en árabe, sirio, armenio y caldeo.

Líbano, una nación mediterránea de 5 millones de habitantes, tiene el mayor porcentaje de cristianos de Oriente Medio y es el único país árabe con un jefe de Estado cristiano. Los cristianos representan un tercio de la población.

El país atraviesa un colapso económico y financiero sin precedentes, al que se suma un bloqueo político para la formación de un nuevo gobierno. Los acontecimientos suponen la mayor amenaza para su estabilidad desde el final de la guerra civil hace tres décadas.

El ministro de Asuntos Exteriores del Vaticano, el arzobispo Paul Gallagher, fue tajante al explicar la "fuerte preocupación de la Santa Sede por el colapso del país" durante una conferencia de prensa la semana pasada.

Dijo que Francisco había invitado a los líderes religiosos a Roma reconociendo que la comunidad cristiana había sido particularmente afectada por la crisis, que ha hecho que las clases medias bien educadas huyan de la inflación, los cortes de energía, la escasez de combustible, el aumento de los precios y ahora los actos esporádicos de violencia.

La crisis, dijo Gallagher, "corre el riesgo de destruir el equilibrio interno y la propia realidad del Líbano, poniendo en peligro la presencia cristiana en Oriente Medio".

El arzobispo también dijo que el Papa está esperando que se forme un gobierno para visitar el país, aunque reconoció que es posible que vaya antes.

"La comunidad cristiana se está debilitando, existe el riesgo de que se destruya el equilibrio interno en el propio Líbano, poniendo en peligro la presencia de los cristianos en Oriente Medio", dijo Gallagher.