CIUDAD DEL VATICANO -- Al igual que Jesús expulsó a los mercaderes del templo de Jerusalén, los cristianos deben limpiarse de una relación transaccional con Dios y desarrollar una intimidad con él como la de una familia en el hogar, dijo el Papa Francisco.

Hablando a unas 20.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus el 3 de marzo, el Papa destacó el significado espiritual del templo y dijo que las diversas concepciones de la gente sobre el templo representan "modos distintos de presentarse ante el Señor".

Aunque a veces su voz sonaba cansada, pronunció la totalidad de los discursos que había preparado. El día anterior había comunicado a los grupos que padecía bronquitis y durante la semana anterior había hecho que un ayudante leyera sus discursos por él.

Citando la lectura del Evangelio del día de San Juan, en la que Jesús dice a los que venden mercancías en el templo que "No hagan de la casa de mi Padre un mercado", el Papa Francisco dijo que el templo debe entenderse como una casa donde "se va para visitar al Señor, para estar unidos a Él y a los hermanos, para compartir alegrías y dolores".

"En el mercado, se busca el propio interés", dijo, mientras que "en casa se da gratuitamente".

En la lectura del Evangelio, Jesús recurre a palabras y acciones duras -- expulsar a los mercaderes del templo con un látigo y volcar las mesas de los cambistas -- porque no acepta que el templo se transforme en un mercado, dijo el Papa Francisco.

"Y Jesús es hoy duro porque no acepta que el templo-mercado reemplace al templo-casa, no acepta que la relación con Dios sea distante y comercial en vez de cercana y llena de confianza, no acepta que los puestos de venta sustituyan a la mesa familiar, los precios a los abrazos y las monedas a las caricias", dijo el Papa.

Al tratar el templo como un mercado, dijo, "se crea una barrera entre Dios y el hombre y entre hermano y hermano, mientras que Cristo vino a traer comunión, a traer misericordia, es decir, perdón, y a traer cercanía".

El Papa Francisco animó a los católicos durante la Cuaresma a "hacer en nosotros y a nuestro alrededor más casa y menos mercado".

Construir el sentido de hogar se consigue rezando "como hijos que, sin cansarse, llaman confiados a la puerta del Padre, no como mercaderes avaros y desconfiados", dijo, así como difundiendo el sentido de fraternidad.

El Papa Francisco instó a los cristianos a considerar la calidad de su oración, a observar sus relaciones y a ser generosos y cercanos a los demás, y pidió la ayuda de María para "hacer casa" con Dios, entre nosotros y a nuestro alrededor.