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La Curia debe reflejar una “nueva humanidad”, fundada en el amor y la solidaridad, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO — Los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que trabajan en la Curia Romana están llamados a ser un “signo de una nueva humanidad”, fundada en el amor mutuo y la solidaridad, y no en el egoísmo ni el individualismo, afirmó el Papa León XIV.

“No somos pequeños jardineros dedicados a cuidar el propio huerto, sino que somos discípulos y testigos del Reino de Dios, llamados a ser en Cristo fermento de fraternidad universal, entre pueblos distintos, religiones diferentes, entre mujeres y hombres de toda lengua y culturas”, dijo el 22 de diciembre al dirigirse a los cardenales y a los principales responsables de la Curia durante el tradicional encuentro de felicitación navideña.

“Y esto ocurre si somos nosotros los primeros en vivir como hermanos y hacemos brillar en el mundo la luz de la comunión,”, añadió el Papa. “Recordemos esto también en nuestro servicio curial: la labor de cada uno es importante para el todo, y el testimonio de una vida cristiana, que se expresa en la comunión, es el primer y el mayor servicio que podemos ofrecer”.

El saludo navideño tradicional tuvo lugar en la Sala de las Bendiciones del Vaticano, decorada con flores de Pascua rojas y árboles de Navidad adornados con luces brillantes y ornamentos plateados y dorados.

Mientras que pontífices anteriores utilizaban el encuentro previo a la Navidad para repasar el año transcurrido, el Papa León continuó la práctica del Papa Francisco de aprovechar la ocasión para reflexionar sobre aquello que puede ayudar o dificultar la misión de la Curia de anunciar el Evangelio. El cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, ofreció un breve resumen de los ocho primeros meses del pontificado de León XIV en sus palabras de apertura.

Al hablar en italiano, el Papa León dijo que quería tomarse un momento para recordar al Papa Francisco, fallecido el 21 de abril tras 12 años al frente de la Iglesia universal.

Su voz profética, su estilo pastoral y su rico magisterio han marcado el camino de la Iglesia en estos años, animándonos principalmente a volver a colocar en el centro la misericordia de Dios, a dar un mayor impulso a la evangelización, a ser una Iglesia alegre y gozosa, acogedora con todos, atenta a los más pobres”, dijo el pontífice, nacido en Estados Unidos.

Luego, el Papa centró su reflexión en dos temas fundamentales de la exhortación apostólica de 2013 del Papa Francisco, Evangelii Gaudium (“La alegría del Evangelio”): misión y comunión.

Dijo a los responsables de la Curia que la naturaleza misma de la Iglesia es ser “extrovertida, orientada hacia el mundo, misionera”, para llevar la buena noticia del amor de Dios a todas las personas.

“La Iglesia existe para invitar, llamar y reunir al banquete festivo que el Señor prepara para nosotros”, afirmó, de modo que “para que cada uno pueda descubrirse hijo amado, hermano del prójimo, hombre nuevo a imagen de Cristo y, por lo tanto, testigo de la verdad, la justicia y la paz," añadió.

Por esa razón, dijo, “necesitamos una Curia Romana cada vez más misionera, donde las instituciones, las oficinas y las tareas estén pensadas atendiendo a los grandes desafíos eclesiales, pastorales y sociales de hoy, y no sólo para garantizar la administración ordinaria”, para servir mejor a las iglesias locales y a sus pastores.

En cuanto a la comunión, señaló que la Navidad es un recordatorio importante de que “Jesús vino a revelar el verdadero rostro de Dios como Padre, para que todos podamos convertirnos en sus hijos y, por lo tanto, en hermanos y hermanas entre nosotros”.

El amor de Dios, revelado por Jesús, permite que todos los miembros de la Iglesia católica “nueva humanidad, no fundada en la lógica del egoísmo y el individualismo, sino en el amor mutuo y la solidaridad recíproca”, dijo el Papa León.

La tarea de fomentar una mayor comunión tanto dentro de la Iglesia como en el mundo “es urgente”, afirmó.

La comunión en la Iglesia siempre es un desafío, explicó, debido a las “fuerzas de división” que a veces pueden estar presentes. “Podemos caer en la tentación de oscilar entre dos extremos opuestos: uniformar todo sin valorar las diferencias o, por el contrario, exasperar las diversidades y los puntos de vista en vez de buscar la comunión”.

“En las relaciones interpersonales, en las dinámicas internas de las oficinas y los roles, o tratando los temas que se refieren a la fe, la liturgia, la moral u otros, se corre el riesgo de ser víctimas de la rigidez y de la ideología, con las contraposiciones que ello implica”, advirtió.

Los miembros de la Iglesia están llamados a la “conversión” y a recordar que, “aunque muchos y diversos”, son miembros del único Cuerpo de Cristo como “hermanos y hermanas en Él”, dijo.

“Esta comunión se construye, más que con las palabras y los documentos, mediante gestos y actitudes concretos que deben manifestarse en lo cotidiano, también en el ambiente laboral", dijo.

El Papa León advirtió sobre la “amargura” que puede acumularse en quienes, tras muchos años de servicio en la Curia, “desilusión que, a algunas dinámicas vinculadas al ejercicio del poder, al afán de sobresalir, al cuidado de los propios intereses, les cuesta cambiar”.

Animó a los responsables a buscar una “auténtica amistad fraterna” y a rezar por la conversión personal y por la “graca de encontrar amigos en quienes poder confiar, cuando caen máscaras y engaños, cuando las personas no son usadas y pasadas por encima, cuando hay ayuda mutua, cuando se reconoce a cada uno el propio valor y la propia competencia, evitando generar insatisfacciones y rencores”.

Cuando los miembros de la Curia y de la Iglesia en general viven de este modo, dijo, también se convierten en un signo para “en un mundo herido por discordias, violencia y conflictos, en el que vemos también un aumento de la agresividad y la rabia, frecuentemente instrumentalizadas por el mundo digital y la política”.

“La Navidad del Señor trae consigo el don de la paz y nos invita a ser un signo profético en un contexto humano y cultural demasiado fragmentado”, afirmó.

Tras reunirse con los responsables de la Curia, el Papa se dirigió al aula de audiencias del Vaticano, donde saludó a cientos de empleados del Vaticano y de la Diócesis de Roma junto a sus familias. Pasó casi 30 minutos recorriendo las vallas, saludando y conversando con los presentes, y bendiciendo a bebés y niños.

En su discurso, animó a los empleados y a sus familias a aprender de Jesús “el estilo de la sencillez y la humildad, y a trabajar juntos para que este sea cada vez más el estilo de la Iglesia en todas sus expresiones”.

“A veces estamos tan absorbidos por nuestras actividades que no pensamos en el Señor o en la Iglesia”, dijo. “Pero el simple hecho de trabajar con dedicación, de intentar hacerlo lo mejor posible y también —en el caso de ustedes, los laicos— de amar a la familia, a los hijos, da gloria al Señor”.

Carol Glatz
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Carol Glatz