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Jesús quiere estar cerca de nosotros y reavivar la esperanza en el camino de la vida, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO -- Jesús siempre camina junto a todos, sin importar cuán mundano o precario sea su camino, dijo el Papa León XIV.

"A veces pensamos que el Señor sólo viene a visitarnos en momentos de recogimiento o de fervor espiritual, cuando nos sentimos con fuerzas, cuando nuestra vida parece ordenada y luminosa", dijo el Papa el 8 de octubre durante su audiencia general en la Plaza de San Pedro.

"En cambio, el Resucitado se acerca en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos cotidianos que pesan sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman", dijo. "Nada de lo que somos, ningún fragmento de nuestra existencia le es ajeno".

Entre los más de 60.000 peregrinos que se encontraban en la plaza había un grupo de estudiantes de la Academia Nuestra Señora del Monte Carmelo de Chicago con el cardenal Blase J. Cupich. Los estudiantes vestían trajes blancos y escarlatas y un sombrero de cuatro puntas similar al que llevan los cardenales. Uno de los estudiantes iba vestido de guardia suizo.

Según la publicación de la Arquidiócesis de Chicago, habían recreado un "cónclave papal simulado" el 6 de mayo, dos días antes de que el verdadero Colegio Cardenalicio eligiera en Roma al cardenal Robert F. Prevost, natural de Chicago.

En su propia representación escolar, los niños eligieron en su tercera votación a Augie Wilk, un alumno de cuarto grado, que tomó el nombre de Papa Agustín.

"Los alumnos tuvieron que presentar su candidatura para ser uno de los 20 cardenales; cinco alumnos de sexto curso interpretaron a cardenales mayores de 80 años que no podían votar, pero que ayudaron a dirigir el cónclave", informó la publicación.

Los profesores confeccionaron los trajes, incluidas las "mozettas" o capas rojas, con fieltro, y los sombreros con cartulina, según informó.

El cardenal Cupich, que fue uno de los 133 cardenales del cónclave que eligió al Papa León, visitó a los alumnos en su escuela el 2 de junio para ver su recreación, según se informó, "y para responder a sus preguntas sobre el cónclave real".

Mientras tanto, en su serie de catequesis sobre el tema del Jubileo, "Jesucristo, nuestra esperanza", el Papa León reflexionó sobre la resurrección de Cristo como un acontecimiento marcado por la sencillez y la humildad.

"El Señor resucitado no hace nada espectacular para imponerse a la fe de sus discípulos", dijo. "No aparece rodeado de huestes de ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes para revelar los secretos del universo".

"Habríamos esperado efectos especiales, signos de poder, pruebas abrumadoras", dijo. "Pero el Señor no busca eso: prefiere el lenguaje de la proximidad, de la normalidad, de la mesa compartida".

"En esto hay un mensaje precioso", dijo el Papa. "La Resurrección no es un giro teatral, es una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto humano".

Cada cuerpo humano, cada historia y cada relación, dijo, están "destinados a la plenitud de la vida" al "entrar en una comunión más profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor".

El Papa León XIV posa para una foto con alumnos de la Academia Nuestra Señora del Monte Carmelo (Our Lady of Mount Carmel Academy) de Chicago, entre los que se encuentran Augie Wilk, alumno de cuarto curso, vestido de papa, y el cardenal Blase J. Cupich, de Chicago, al término de la audiencia general en la plaza de San Pedro del Vaticano, el 8 de octubre de 2025. Los alumnos acapararon la atención mundial cuando celebraron un cónclave simulado en su colegio el 6 de mayo, en el que eligieron a su propio “papa”, Wilk, que tomó el nombre de “Papa Agustín”, pocos días antes de la elección del Papa León, quien también de Chicago y agustino. (Foto CNS/Lola Gómez)

Eso significa que "todo puede convertirse en gracia. Incluso las cosas más ordinarias: comer, trabajar, esperar, cuidar de la casa, apoyar a un amigo", dijo el Papa León.

"Sin embargo, hay un obstáculo que a menudo nos impide reconocer esta presencia de Cristo en lo cotidiano: la pretensión de que la alegría debe ser sin heridas", dijo.

Los discípulos esperaban "otro final" para el Mesías, dijo. "Pero Jesús está a su lado y, con paciencia, les ayuda a comprender que el dolor no es la negación de la promesa, sino el modo en que Dios ha manifestado la medida de su amor".

Sus ojos se abren cuando se sientan a la mesa con el Señor y se dan cuenta de que "su corazón ya ardía" a pesar de su tristeza, dijo. "Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas del desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser reavivado".

"La resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza", dijo. "Por distantes, perdidos o indignos que nos sintamos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza infalible del amor de Dios".

"El Señor resucitado viene junto a cada uno de nosotros, tal como recorremos nuestros caminos --los del trabajo y el compromiso, pero también los del sufrimiento y la soledad-- y con infinita delicadeza nos pide que nos dejemos calentar el corazón", dijo el Papa.

"Con paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su rostro amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza", añadió.

"El Resucitado sólo desea manifestar su presencia, hacerse nuestro compañero de camino y encender en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que cualquier muerte", dijo.

"Pidamos, pues, la gracia de reconocer su presencia humilde y discreta, de no esperar una vida sin pruebas, de descubrir que todo dolor, si es habitado por el amor, puede convertirse en lugar de comunión", dijo el Papa.

La alegría cristiana, añadió, "nace de la certeza de que el Señor está vivo, que camina con nosotros y nos da en cada momento la posibilidad de recomenzar".

Carol Glatz
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Carol Glatz