LISBOA, Portugal -- Cuando sentimientos de sufrimiento, ansiedad y soledad hacen llorar a los jóvenes, Jesús llora con ellos y camina junto a ellos en el camino de la cruz, dijo el Papa Francisco.

Después de que cientos de miles de jóvenes pasaran horas cantando y bailando bajo el sol esperando la llegada del Papa al Parque Eduardo VII de Lisboa para rezar el Vía Crucis el 4 de agosto, el Papa les pidió que guardaran silencio.

"Voy a hacer una pregunta, pero no me respondan en voz alta", dijo. "¿Yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar?".

"Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía. Y ahí está Jesús con nosotros, él llora con nosotros, porque nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto", continuó. "Voy a hace run poquito de silencio y cada uno le diga a Jesús porqué llora en la vida".

Aunque muchos de los asistentes no entendían el español del Papa, las 800.000 personas reunidas en el parque central de Lisboa se sumieron en el silencio durante 10 segundos a petición del Papa.

Después de bromear por la mañana diciendo que sus gafas "no funcionaban" y que no podía leer bien, el Papa dejó totalmente de lado sus observaciones preparadas para el Vía Crucis, improvisando todo su discurso.

Cuando estallaron los cánticos después de que el Papa Francisco comenzara a hablar, sonrió y levantó la mano para calmar a la multitud.

"Ustedes hoy van a caminar con Jesús", dijo. "Jesús es el camino, y vamos a caminar con él porque él caminó" mientras curaba, predicaba y cuidaba de los pobres, y en última instancia hacia la cruz.

"La cruz es el sentido más grande, de amor más grande. Ese amor con el que Jesús quiere abrazar nuestra vida", dijo haciendo un gesto a la multitud. "Jesús camina por mí, lo tenemos que decir todos, 'Jesús empieza este camino por mí, para dar su vida por mí'".

Antes de que los jóvenes presentaran sus meditaciones sobre el Vía Crucis, el Papa les instó a caminar con Jesús por "el camino de vuestro sufrimiento, el camino de nuestras angustias, el camino de nuestra soledad".

De nuevo, pidió a los jóvenes que hicieran silencio y pensaran en sus angustias y desgracias, "no tengan miedo, piénsenlas, y piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír".

"Jesús camina a la cruz, muere en la cruz, para que nuestra alma pueda sonreír", al terminar el momento de silencio.

Las meditaciones leídas en un idioma diferente cada estación buscaba abordar los retos a los que se enfrentan los jóvenes hoy en día, como las presiones de las redes sociales, la ansiedad por el cambio climático y la caída en las drogas, la pornografía y el alcohol.

En las pantallas de vídeo repartidas por el parque se proyectaron vídeos de jóvenes de distintos países compartiendo testimonios de fe.

Caleb, un estadounidense de 29 años, describió cómo era una "oveja perdida" a la que Jesús abandonó el rebaño para encontrar. Contó que, tras crecer en un hogar de maltratadores y vivir el doloroso divorcio de sus padres, cayó en la drogadicción y tuvo pensamientos suicidas. Sin embargo, fue en su momento más bajo cuando conoció a su futura esposa, que acabaría llevándole de vuelta a Dios.

Mientras el Papa Francisco daba su bendición en portugués, las pantallas gigantes instaladas en el parque mostraban primeros planos de jóvenes peregrinos llorando. Pero tan rápido como se sumieron en el silencio al escuchar al Papa, vitorearon ruidosamente cuando se despidió con la mano.