“Hay demasiadas armas en el mundo”. Así de claro y directo se expresó el Papa Francisco durante el discurso que ofreció a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, a los que recibió en audiencia el lunes 8 de febrero.
El Santo Padre se refirió como un “signo alentador” la entrada en vigor el pasado 22 de enero del Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, “así como la prórroga por otros cinco años del Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas entre la Federación Rusa y los Estados Unidos de América”.
Además, el Papa recordó sus recientes palabras en la Encíclica Fratelli tutti, en la que señalaba que “si se tienen en cuenta las principales amenazas a la paz y a la seguridad con sus múltiples dimensiones en este mundo multipolar del siglo XXI, […] surgen no pocas dudas acerca de la inadecuación de la disuasión nuclear para responder eficazmente a estos retos”.
El Pontífice se reafirmó en sus palabras e insistió en que “no es sostenible un equilibrio basado en el miedo, cuando en realidad tiende a aumentarlo y a socavar las relaciones de confianza entre los pueblos”.
Asimismo, añadió que “el esfuerzo en el ámbito del desarme y de la no proliferación de los armamentos nucleares, que, si bien entre dificultades y reticencias, es necesario intensificar, debería efectuarse igualmente en lo que se refiere a las armas químicas y a las armas convencionales”.
Fue en ese contexto en el que afirmó que en el mundo hay demasiadas armas, y recordó unas palabras de San Juan XXIII pronunciadas en el año 1963: “La justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos [y que] las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente”.
El Papa Francisco lamentó que con el circular de armas “aumenta la violencia en todos los ámbitos y vemos a nuestro alrededor un mundo desgarrado por guerras y divisiones, sentimos que crece cada vez más la exigencia de paz, de una paz que no es sólo ausencia de guerra, sino que es vida rica de sentido, configurada y vivida en la realización personal y en el compartir fraterno con los otros”.