El Vaticano inauguró el jueves una conferencia de tres días sobre la renovación del sacerdocio, en medio de un descenso de las vocaciones, el cuestionamiento del celibato por parte de cardenales cercanos al Papa Francisco, y una crisis de credibilidad causada por el "depravado" escándalo de los abusos sexuales del clero y su encubrimiento.

El organizador de la conferencia, el cardenal Marc Ouellet, dijo que el objetivo del simposio es romper un concepto "clericalizado" del sacerdocio que está en la raíz del escándalo. Denunció que los sacerdotes han asumido un lugar de poder pervertido sobre su rebaño, cuando la Iglesia es realmente el "Pueblo de Dios".

Tal distorsión ha creado una crisis en la que "los abusos sexuales son sólo la punta visible y perversa del iceberg", dijo Ouellet, para referirse también a los abusos de poder, de conciencia y espirituales, como otros comportamientos "depravados" de los sacerdotes.

Dijo que esperaba que la conferencia ayudara a trazar "un nuevo equilibrio" en el que las mujeres, en particular, desempeñen un mayor papel en la Iglesia Católica.

Ouellet inició su discurso en el simposio internacional “Por una teología fundamental del sacerdocio” planteando a los más de 700 expertos presentes tres preguntas:

  • ¿Qué se puede esperar de una ‘teología fundamental del sacerdocio’ en el actual contexto histórico dominado por el drama de los abusos sexuales del clero?
  • ¿No deberíamos más bien abstenernos de hablar del sacerdocio cuando los pecados y crímenes de ministros indignos ocupan las primeras páginas de la prensa internacional por traicionar su compromiso o por encubrir vergonzosamente a los culpables de tal depravación?
  • ¿No deberíamos más bien guardar silencio, arrepentirnos y buscar las causas de tales fechorías?”

El discurso de apertura estuvo en manos del Papa Francisco, quien dedicó sus más de 5,000 palabras para reiterar su pedido a los sacerdotes de estar más cerca de Dios, sus obispos, otros sacerdotes y del Pueblo de Dios.

Francisco no mencionó los escándalos de abusos, pero también culpó al "clericalismo" de distorsionar el verdadero significado del sacerdocio, a la que definió como una vocación de servicio, no de poder.

"El clericalismo es una distorsión porque no se basa en la cercanía (a los demás) sino en la distancia", dijo.

Oficialmente, la conferencia no busca “reducir” el sacerdocio al escándalo de los abusos sexuales ni del celibato. Sin embargo, el discurso de apertura de Ouellet dejó claro que el tema de la protección de menores era un telón de fondo inevitable para los debates. Por su parte, el Papa cerró- nuevamente- la puerta al cuestionamiento del celibato en la Iglesia Católica de rito latino.

“El celibato es un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que para ser vivido como santificación requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo,” dijo Francisco, quien se expresó en favor de mantener la práctica en reiteradas oportunidades. “Sin amigos y sin oración el celibato puede convertirse en un peso insoportable y en un anti testimonio de la hermosura misma del sacerdocio.”

Son muchos los obispos y cardenales que en este último tiempo llamaron a abolir la obligatoriedad del celibato. Entre ellos, el alemán Reinhard Marx, miembro del consejo de cardenales que ayuda al pontífice argentino a renovar el gobierno central de la Iglesia.

Ouellet, por su parte, dijo que "esta es una oportunidad para expresar nuestro sincero pesar y pedir perdón a las víctimas, que sufren sus vidas destruidas por un comportamiento abusivo y criminal".

Otro de los temas al centro de la conferencia es la crisis de las vocaciones sacerdotales, con sesiones dedicadas al celibato y el rol de las mujeres.

Según las estadísticas del Vaticano publicadas este mes, en 2020 había 410.219 sacerdotes católicos en el mundo, lo que supone un descenso de 4.117 respecto al año anterior, último dato disponible. Las fuertes caídas en América del Norte y Europa se vieron compensadas por el aumento de nuevos sacerdotes en África y Asia. Se espera que la caída sea aún mayor cuando las estadísticas reflejen el número de sacerdotes que fallecieron a causa del COVID-19, que se cuentan de a cientos.

Las estadísticas también mostraron un descenso en el número de seminaristas que se preparan para el sacerdocio, pasando de 114.058 en 2019 a 111.855 en 2020.

Huyendo de “discursos y discusiones interminables sobre la teología del sacerdocio o sobre teorías de lo que debería ser”, Francisco dijo que su discurso nacía “de lo que el Señor me fue mostrando a lo largo de estos más de 50 años de sacerdocio“.

Desde la experiencia personal, el Papa se inspiró tanto en los sacerdotes que, “con su vida y testimonio, desde mi niñez me mostraron lo que configura el rostro del Buen Pastor” y de “aquellos hermanos sacerdotes que tuve que acompañar porque habían perdido el fuego del primer amor y su ministerio se había vuelto estéril, rutinario y sin sentido”.

“He meditado sobre qué compartir de la vida del sacerdote hoy y llegué a la conclusión de que la mejor palabra nace del testimonio que recibí de tantos sacerdotes a lo largo de los años”, dijo. “Lo que ofrezco es fruto del ejercicio de pensar en ellos, discernir y contemplar cuáles eran las notas que los distinguían y les brindaban una fuerza, alegría y esperanza singular en su misión pastoral”.

El Papa llamó a los sacerdotes a “discernir la voluntad de Dios es aprender a interpretar la realidad con los ojos del Señor, sin necesidad de evadirnos de lo que acontece a nuestros pueblos y sin la ansiedad que lleva a querer encontrar una salida rápida y tranquilizadora de la mano de una ideología de turno o una respuesta prefabricada, ambas incapaces de asumir los momentos más difíciles e inclusive oscuros de nuestra historia”.

En relación a la crisis vocacional, el dijo se “frecuentemente” nace de la ausencia en las comunidades de “un fervor apostólico contagioso, por lo que no inspiran entusiasmo y atracción. Donde hay vida, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas. Incluso en parroquias donde los sacerdotes no están muy comprometidos y ni son alegres, es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que suscita el deseo de consagrarse completamente a Dios y a la evangelización”.