ROMA – Durante su audiencia semanal de los miércoles, el papa Francisco se refirió a su viaje a Chipre y a Grecia, donde visitará las poblaciones de dos países “ricos de historia, de espiritualidad y civilidad.”

Respecto a su visita a la isla griega de Lesbos, que ya visitó en el pasado, dijo que le dará la oportunidad de “acercarme a una humanidad herida en a la carne de tantos migrantes en busca de esperanza.”

Chipre

Del 2 al 4 de diciembre el papa Francisco estará en este pequeño país, que está casi escondido en la esquina sureste de Europa. Con una población que no llega a los 1.5 millones, esta isla dividida por un enorme muro verde, se encuentra hoy en la primera línea de una nueva ruta migratoria para las personas que huyen de África y Medio Oriente con la esperanza de llegar a Europa.

En el centro de Nicosia, pocas cosas reflejan esta nueva realidad como el pequeño patio de la iglesia de la Santa Cruz, donde todas las mañanas cientos de migrantes hacen cola para recibir ayuda de Cáritas. La situación es abrumadora para los voluntarios y trabajadores humanitarios, que no ocultan su alegría ante la visita de Francisco, que incluirá una oración ecuménica con los migrantes en este mismo lugar, el 3 de diciembre.

Pero esta iglesia no solo se encuentra al centro de la crisis migratoria: sus muros superiores siguen aún llenos de agujeros de bala. Chipre fue invadida por Turquía en 1974, producto de un breve golpe de Estado de inspiración griega. Frente a la iglesia, un ex edificio de Naciones Unidas permanece aún en ruinas.

Hablando con los periodistas en Roma, el vocero de la Santa Sede Matteo Bruni dijo que el Papa hablará de la división que sacude a la isla desde entonces: el tercio norte de la isla se auto proclamó República Turca del Norte de Chipre, un Estado al que ningún país del mundo, además de Turquía, reconoce.

"Es una herida que está abierta desde hace tiempo. La Santa Sede apoya, sin duda, todos los esfuerzos para fortalecer las conversaciones bilaterales, que son la única solución para la isla y su pueblo", dijo.

Nicosia, la capital de Chipre, se encuentra en la frontera entre las dos regiones, y el monasterio franciscano adyacente a la iglesia de la Santa Cruz se encuentra en una región considerada como “tierra de nadie” y será la residencia del papa durante la visita.

Chipre recibe actualmente más solicitantes de asilo per cápita que cualquier otro país de Europa, lo cual es difícil de creer considerando que es un lugar tan pequeño que pocos europeos pueden encontrarlo en el mapa.

En Chipre solo viven 30.000 católicos -25.000 de ellos de rito latino y 5.000 católicos maronitas, lo que implica un 2% de la población. La agenda del Papa incluye reuniones con funcionarios del gobierno de la República de Chipre; el arzobispo ortodoxo de Chipre, Su Beatitud Crisóstomo II y un encuentro ecuménico de migrantes, además de una misa que se espera atraiga unos 5.000 fieles.

Puede que este sea un país pequeño, mayormente ignorado por los otros 26 países que forman la Unión Europea, sin embargo, es un destino clave para un papa conocido por elegir naciones que no suelen acaparar titulares. En efecto, algunas de las imágenes más reconocidas de este pontificado fueron tomadas en naciones- o destinos- pequeños e insulares.

Francisco, las periferias, y las pequeñas islas

En julio de 2013, eligió hacer de la pequeña isla italiana de Lampedusa su primer destino como pontífice. En una isla de apenas 5.000 habitantes, el Papa argentino, hijo de inmigrantes italianos, anunció al mundo que la migración y los refugiados serían uno de los ejes sociales de su pontificado, denunciando la “globalización de la indiferencia”.

Dos veces visitó Cuba, y ambas fueron históricas por sus propios motivos: en 2015, fue su “escala” antes de pisar Estados Unidos por primera vez en el mes de septiembre. Cinco meses después, en febrero de 2016, el avión de Alitalia que lo llevó a México se detuvo en el aeropuerto de la Habana, donde se reunió con el Patriarca de Moscú. Fue la primera vez que el líder de la Iglesia católica y el líder de la Iglesia ortodoxa rusa se encontraron desde el cisma de 1054. La visita duró solo dos horas, pero la foto del abrazo entre ambos, y la declaración conjunta, continúan teniendo impacto en el diálogo entre las dos denominaciones cristianas.

El viaje que emprende el jueves, como explicó el portavoz del Papa, también tiene un fuerte elemento ecuménico, motivo por el cual se reunirá con el arzobispo ortodoxo de Chipre, Jrisóstomo II, y el de Atenas, Jerónimo II.

En abril de 2016, Francisco volvió a descolocar al mundo cuando decidió visitar por primera vez la pequeña isla griega de Lesbos, donde se ubica el mayor campo de refugiados de Europa. Por si el gesto, realizado en conjunto con el Patriarca Bartolomeo de Constantinopla no fuera suficiente, en el avión que lo llevó a Roma transportó a 12 refugiados musulmanes que habían huido de Siria. Hoy se encuentran en Italia, donde tienen trabajo y con la ayuda de la Comunidad de Sant’Egidio fueron capaces de construir la nueva vida con la que soñaban cuando la guerra los obligó a dejar todo.

Unas 4,000 personas se han beneficiado desde entonces de estos “corredores humanitarios,” que ofrecen a los migrantes y refugiados recepción y acogida, ayudándolos a integrarse en sus nuevos países.

El mensaje del Papa argentino en esta pequeña isla, donde visitó el campo de refugiados y migrantes llamado Moria, comenzó con él hablando de la situación de los cientos de miles que huyen de conflictos, violencia y hambre como la "mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial".

El domingo, Francisco visitará Mavrovouni, hoy refugio temporario unas 2.500 personas. Moria se incendió este verano europeo. Según las Naciones Unidas, hoy en el mundo unos 84 millones de personas han debido desplazarse forzosamente de sus hogares.

La ONG Missing Migrants estima que al menos 18.580 personas murieron en el Mar Mediterráneo intentando llegar a Europa. Por este motivo, el Papa habitualmente se refiere a él como el “Mare Mortum,” o el cementerio más grande de Europa.

Grecia

En un video publicado por el Vaticano en la víspera del viaje, el papa Francisco define a Grecia como el hogar de la cultura clásica.

Cuando su predecesor Juan Pablo II visitó Grecia en 2001- la primera visita de un papa después de más de 1291 años, protestas masivas llenaron Atenas con pancartas que tildaban al Papa de "anticristo". En esta oportunidad, sin embargo, los líderes políticos y religiosos aplauden la visita del pontífice, lo que se refleja en el humor de los ciudadanos.

Hace 20 años, sacerdotes y monjes ortodoxos celebraron vigilias de protesta y marcharon con pancartas que denunciaban la visita del "monstruo de dos cuernos de Roma". El arzobispo Christodoulos, jefe de la Iglesia ortodoxa griega en ese momento, se negó a rezar con el Papa católico, aunque aceptó recibirlo en una visita de cortesía. Diplomáticamente hablando este fue, quizá, uno de los viajes más complejos de Juan Pablo II.

El objetivo de entonces, sin embargo, es prácticamente el mismo: promover la reconciliación entre Roma y las iglesias ortodoxas orientales para poner fin a un cisma que data de 1054. Y tanto entonces como ahora, la gran mayoría de los griegos considera la visita como una señal  de que Grecia es un país relevante.

Los católicos romanos de Grecia se ven a sí mismos como una minoría asediada en un país que es 95% ortodoxo. Los creyentes ortodoxos, sin embargo, ven con mayor temor a los católicos bizantinos, que siguen los ritos orientales, pero son leales a Roma. La Iglesia ortodoxa los considera una especie de caballo de Troya para convertir a los creyentes ortodoxos.

Como Francisco recuerda emocionado en el video publicado el sábado, Grecia y Chipre son dos países estrechamente ligados a las primeras comunidades cristianas, escenario de episodios protagonizados por los apóstoles Pablo y Bernabé narrados en los Hechos de los Apóstoles. “Vengo con alegría tras las huellas de los primeros grandes misioneros”, afirma. “Es bueno volver al origen y es importante que la Iglesia redescubra la alegría del Evangelio”.

Cuando el Papa aterrice en Atenas, será acogido en el Palacio Presidencial, donde se dirigirá a las autoridades, a la sociedad civil y al cuerpo diplomático.

La tarde estará dedicada a los encuentros de carácter religioso: una visita de cortesía a Su Beatitud Ieronymos II Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, en el Arzobispado Ortodoxo de Grecia, y después el encuentro con las autoridades ortodoxas del país en el Salón del Trono del Arzobispado, donde el Papa pronunciará un discurso. Más tarde, en la Catedral de San Dionisio de Atenas tendrá el encuentro con obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas. A última hora, en la Nunciatura Apostólica, se reunirá en privado con miembros de la Compañía de Jesús.

El domingo por la mañana el Papa volará desde Atenas a Mitilene-Lesbos, y cuando regrese a Atenas, celebrará la Eucaristía. A última hora del día, se encontrará nuevamente con Su Beatitud Ieronymus II.

El último día en Grecia, el lunes 6 de diciembre, estará marcado por dos eventos: un encuentro con el presidente del Parlamento en la Nunciatura y más tarde, un encuentro con los jóvenes en el Colegio San Dionisio de las Hermanas Ursulinas.

Su regreso a Roma está previsto para el medio día local.