El Papa Francisco saluda a los fieles en la Plaza de San Pedro al final de la Misa de clausura del Jubileo de los Enfermos y de los Agentes Sanitarios en el Vaticano el 6 de abril de 2025. (CNS photo/Vatican Media)
Desde el momento de su elección, el Papa Francisco dejó claro desde el balcón de la Basílica de San Pedro que su primer mandato era servir como obispo de Roma y estar cerca de la gente.
"Comenzamos este camino: Obispo y pueblo", dijo el 13 de marzo de 2013, antes de pronunciar su primera bendición "urbi et orbi" (a la ciudad y al mundo). "Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad".
En la que sería su última aparición pública antes de su muerte, el 21 de abril, el Papa pronunció su última bendición "urbi et orbi", instando a la paz mundial. Más sorprendente aún, el convaleciente Papa subió por última vez a su papamóvil para saludar a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.
Tras ser dado de alta del hospital Gemelli de Roma el 23 de marzo, los médicos ordenaron que el Papa iniciara un periodo de recuperación de dos meses en el Vaticano. Sin embargo, al salir del hospital, no pudo evitar desviarse hacia la Basílica de Santa María la Mayor, que alberga el ícono mariano al que el Papa le solía rezar, especialmente antes y después de cada viaje papal.
Al no poder entrar en la basílica, el Papa dejó un ramo de flores al cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de Santa María la Mayor, para que lo colocara frente al ícono mariano.
Aunque siguió las indicaciones prescritas para su recuperación y no se le vio en público, dos semanas después de su salida del hospital, el Papa hizo una aparición sorpresiva al final de la Misa de clausura del Jubileo de los Enfermos y del Mundo de la Sanidad.
Con la voz entrecortada, el Papa deseó a los fieles: "¡Feliz domingo, gracias a todos!".
El 9 de abril, se reunió en privado con los reyes Carlos y Camilla. El Vaticano anunció que la reunión tuvo lugar a pesar de que en un principio se había pospuesto debido al delicado estado de salud del Papa.
Tras conocerse la noticia del fallecimiento del Papa, el Rey Carlos declaró que él y la Reina estaban "entristecidos" y "muy emocionados por haber podido visitarlo a principios de mes".
Sin embargo, el 10 de abril, al día siguiente de la visita de la realeza, el Pontífice sorprendió a muchos cuando apareció en la Basílica de San Pedro vestido con una sencilla camisa blanca, pantalones negros y una manta. Según el Vaticano, el Papa fue a ver las obras de restauración en curso en la basílica, así como a rezar ante la tumba de San Pío X.
También dedicó varios minutos a saludar a los sorprendidos turistas y peregrinos en la basílica.
Aunque no se dio ninguna razón de por qué el Papa rezó en la tumba de San Pío X, no es ningún secreto que el Papa Francisco admiraba a su predecesor.
En el prefacio del libro "Tributo a Pío X: Retratos contemporáneos", escrito por el padre italiano Lucio Bonora, el Papa dijo que tenía a San Pío en alta estima. También señaló que su difunto predecesor "lloró al inicio de la (Primera) Guerra Mundial" y suplicó "a los poderosos que depusieran las armas".
"Qué cerca me siento de él en este trágico momento del mundo moderno", escribió el Papa Francisco.
Nadie sabrá si el Papa Francisco sabía que su tiempo se estaba terminando. Aunque su salud era frágil, su voz en sus escasas apariciones públicas, aunque tensa, parecía mucho más fuerte.
Sin embargo, algunos pueden especular que, a pesar de su necesidad de recuperarse, sus apariciones más frecuentes durante la Semana Santa significaron una especie de despedida de aquellos a los que permaneció cerca durante su pontificado.
El 12 de abril, en vísperas del Domingo de Ramos, el Papa visitó la Basílica de Santa María la Mayor para rezar por última vez ante el ícono mariano del cual era tan devoto.
El ícono, llamado "Salus Populi Romani" ("Salud del pueblo romano"), es el lugar donde el Papa rezaba antes y después de cada viaje internacional, así como de cualquier acontecimiento notable, como cuando salió del hospital en 2021 tras someterse a una operación intestinal.
Es cerca del ícono donde el Papa también será enterrado, según sus deseos. En su autobiografía, "Esperanza", el Papa dijo que quería ser enterrado cerca del ícono.
" El Vaticano es mi última morada, no mi morada eterna. Iré a la sala donde ahora se guardan los candelabros, cerca de la Regina della Pace (Reina de la Paz) a quien siempre he pedido ayuda y cuyo abrazo he sentido más de cien veces a lo largo de mi papado", escribió.
Al día siguiente, Domingo de Ramos, el Papa apareció al final de la Misa en la plaza de San Pedro. De buen humor y sin llevar la cánula nasal que le suministraba oxígeno, se dirigió brevemente a los fieles: "Feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa".
El 16 de abril, se reunió con el personal médico y de cuidado de la salud que le atendió durante un largo periodo en el hospital Gemelli. "Rezo por ustedes; por favor, háganlo por mí, gracias. Gracias por el servicio en el hospital, muy bueno, ¡sigan así!", les dijo.
El Papa no permitió que su enfermedad se interpusiera en su habitual visita a un centro penitenciario el Jueves Santo, 17 de abril. Reunido con unos 70 reclusos en la cárcel Regina Coeli de Roma, el Papa señaló: "Me gusta hacer cada año lo que Jesús hizo el Jueves Santo, el lavatorio de los pies, en la cárcel".
"Este año no puedo hacerlo, pero sí puedo y quiero estar cerca de ustedes. Rezo por ustedes y por sus familias", dijo.
Al salir de la prisión, el auto del Papa se detuvo cerca de un grupo de periodistas. Hablando de su visita a la prisión, dijo: "Cada vez que entro por estas puertas, me pregunto: '¿Por qué ellos y no yo?'".
El Viernes Santo no pudo unirse a los peregrinos en el Coliseo, pero en sus reflexiones adjuntó un mensaje de despedida al mundo:
Jesús vino a cambiar el mundo y, para nosotros, "esto significa para nosotros cambiar de dirección, ver la bondad de tus pasos, dejar trabajar en nuestro corazón la memoria de tus ojos", escribió en la introducción a los comentarios y oraciones del Vía Crucis.
"Sólo es necesario escuchar la invitación: '¡Ven! Sígueme! Y confiar en esa mirada de amor", y a partir de ahí "todo vuelve a florecer", escribió, y los lugares desgarrados por el conflicto pueden avanzar hacia la reconciliación, y " un corazón de piedra puede convertirse en un corazón de carne".
El Domingo de Resurrección, un día antes de su muerte, el Papa se reunió brevemente con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. La reunión fue cordial a pesar de las diferencias entre la visión de línea dura de la administración Trump sobre inmigración y situaciones humanitarias.
Poco después, el Papa se dirigió al balcón central de la Basílica de San Pedro para la que sería su última bendición "urbi et orbi". Con la voz entrecortada y pudiendo apenas levantar las manos para bendecir, la multitud de peregrinos agradecidos le aplaudió, más aún cuando subió a su papamóvil para saludarles por última vez.
En su último día de vida terrena, el Papa Francisco terminó su pontificado como lo comenzó hace más de 12 años, al ser elegido: emprendiendo el camino de un obispo con su pueblo.