CIUDAD DEL VATICANO -- Eliminar las causas profundas de la migración forzada significa asegurar que todos tengan una participación igualitaria en el bien común, que sus derechos fundamentales sean respetados y que sus vidas puedan florecer a través del desarrollo humano integral, dijo el Papa Francisco.
"Está claro que la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables", escribió el Papa en su mensaje para la celebración, el 24 de septiembre, de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado.
El mensaje del Papa Francisco, centrado en el tema "Libres de elegir si migrar o quedarse", se dio a conocer en el Vaticano el 11 de mayo.
Todo el mundo debería ser libre -- no verse forzado -- a abandonar su patria, a permanecer en su nueva nación de acogida y a regresar a su país de origen, escribió el Papa.
Por desgracia, "conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir" y dejar sus hogares.
"Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria", afirmó. "Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación".
"Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades", escribió.
"Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer", añadió. "Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común".
El ideal de la primera comunidad cristiana era que los fieles estuvieran juntos y tuvieran "todas las cosas en común" para que los beneficios y el producto de los bienes de todos pudieran satisfacer las necesidades de todos, escribió el Papa.
"Para que la migración sea una decisión realmente libre", escribió, "es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral".
Esto es, en primer lugar, responsabilidad de cada nación y de sus dirigentes, pero también deben estar capacitados para hacerlo "sin ser despojados de los propios recursos naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos pocos", dijo el Papa en su mensaje.
La decisión de una persona de marcharse, añadió, debe ser "informada y ponderada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones peligrosas o de traficantes sin escrúpulos".
Los países individuales y la comunidad internacional, escribió, deben trabajar juntos para garantizar que las personas tengan y puedan disfrutar "del derecho derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra".
Mientras tanto, escribió, "estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante" acompañando y gestionando los flujos migratorios de la mejor manera posible, "construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular".
"Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera", escribió.
En una rueda de prensa en el Vaticano para presentar el mensaje, el obispo de Cassano all'Jonio, Francesco Savino, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana, dijo a los periodistas que en su región de Calabria "cada año se van más italianos que emigrantes llegan".
Estaría bien, dijo, que esos miles de jóvenes que acaban lejos de casa tuvieran la libertad de quedarse. Pero irse a otra parte también puede enriquecer a la persona que emigra y al país que la acoge.
"Recordemos cuánta belleza y cuántos puestos de trabajo han aportado los italianos al mundo", dijo. "Y cuánto ha recibido y recibe Italia de otros pueblos, hoy, como en su larga historia".
La gente debe ser libre de moverse, de viajar y de emigrar, dijo, porque el mundo es de todos. "Toda frontera es artificial y debe permanecer permeable".
Pero "la libertad no es sólo movilidad; es también lealtad, arraigo, amor por aquellos lugares que nutrieron nuestra infancia y que nos vinculan al gran pasado", dijo el obispo.
El padre Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral dijo a los periodistas que el sitio web del dicasterio, migrants-refugees.va, estaba publicando materiales como parte de una campaña de sensibilización previa al día mundial.