El Papa Francisco presidió la Santa Misa por la memoria de todos los fieles difuntos en el Cementerio de Guerra de Roma, situado en el barrio de Testaccio de la capital italiana, e hizo un llamado a que “los hombres no se maten más en las guerras”.

El Pontífice llegó al cementerio alrededor de las 10:00 a.m. (hora local). Allí recorrió las tumbas donde reposan los restos de militares caídos durante la liberación de Roma en la Segunda Guerra Mundial. Antes de la Misa, ofrendó un ramo de flores y dedicó algunos instantes a la oración personal.

“La celebración de un día como hoy nos lleva a dos pensamientos: la memoria y la esperanza”, señaló el Papa Francisco en su homilía. La memoria, explicó el Sucesor de Pedro, porque recordamos a todos los que nos han precedido. Tanto a las personas que “nos han hecho bien”, como a las que “no hicieron tanto bien”, pero fueron “acogidas en la misericordia de Dios”.

Asimismo, puntualizó que la conmemoración de todos los fieles difuntos es una oportunidad para vivir nuestra vida desde la esperanza, para “mirar hacia adelante, nuestro camino, nuestra senda”.

“Caminamos hacia el encuentro, con el Señor y con todos. Y hemos de pedir al Señor esta gracia de la esperanza: la esperanza que nunca defrauda; la esperanza, que es la virtud cotidiana que nos lleva adelante, que nos ayuda a resolver problemas y a buscar salidas. Pero siempre hacia adelante, hacia adelante”, manifestó el Papa Francisco.

También compartió con los presentes un pensamiento que le sobrevino mientras recorría las tumbas del cementerio: “Me fijé en la edad de estos soldados caídos. La mayoría tienen entre 20 y 30 años. Vidas truncadas, vidas sin futuro”, afirmó.

El Pontífice se pronunció en contra de la violencia de la guerra que afecta a tantos países en la actualidad, señalando que lo que les ocurrió a esos soldados en el siglo pasado, sigue sucediendo aún hoy.

“Lo mismo ocurre hoy: tanta gente joven y ya no tan joven... En las guerras del mundo, incluso en las más cercanas a nosotros, en Europa y más allá: ¡cuántos muertos! Se destruye la vida sin ser conscientes de ello”, añadió.

El Sucesor de Pedro aprovechó la festividad de los difuntos para pedir la paz al Señor, y que “los hombres no se maten más en las guerras”, que son siempre “una derrota” en las que nunca hay una victoria total.

“Roguemos al Señor por nuestros muertos, por todos: que el Señor los reciba a todos. Y recemos también para que el Señor tenga piedad de nosotros y nos dé esperanza: la esperanza de que saldremos adelante y de que todos estaremos con Él cuando nos llame. Que así sea”, concluyó.