La dignidad infinita e inalienable inherente a cada ser humano tiene consecuencias prácticas, entre ellas la protección del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural y la oposición a la ideología "tecnocrática" de género, afirmó el responsable de la oficina doctrinal del Vaticano.
"No queremos ser crueles ni decir que no entendemos las condicionantes de las personas y el profundo sufrimiento que existe en algunos casos de 'disforia' que se manifiesta incluso desde la infancia", dijo el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Quienes experimentan una disforia profunda, que es un estado de intenso malestar emocional o angustia, están en "situaciones excepcionales (que) deben ser evaluadas con sumo cuidado", dijo en una conferencia realizada a mediados de febrero y organizada por la Universidad Católica de Teología de Colonia, en Alemania.
Lo que la Iglesia rechaza es "la ideología que suele acompañar a tantas decisiones de cambio de sexo", una ideología que, según el cardenal, pretende ser "omnipotente" y se niega a reconocer la realidad del propio cuerpo como un don, explicó en su intervención, que fue publicada en el sitio web del dicasterio en italiano y alemán.
El cardenal participó por videoconferencia en el evento, que estuvo dedicado a las enseñanzas católicas sobre la dignidad humana. Presentó un documento con "algunas aclaraciones" sobre el significado de la "dignidad infinita" y la "dignidad ontológica" de la persona, tal como se presentan en Dignitas Infinita (Dignidad Infinita), un documento publicado en abril de 2024 por el dicasterio y aprobado por el papa Francisco.
El documento provocó preguntas sobre la naturaleza o el origen de la dignidad infinita y cómo podría decirse que se aplica a seres finitos, mientras que otros criticaron su condena a la teoría de género y a los procedimientos de cambio de sexo.
El cardenal buscó responder a esas inquietudes aclarando la defensa que hace la Iglesia Católica de la "dignidad ontológica" de la persona humana, una dignidad que no puede ser otorgada ni arrebatada y que es inmutable sin importar el estado, la capacidad o las circunstancias de la persona.
Esta no debe confundirse con la dignidad moral, social o existencial, que sí puede ser imperfecta, perderse o verse afectada, dijo. Por ejemplo, un ser humano no pierde su dignidad ontológica ni siquiera cuando vive una vida "indigna" en un sentido moral o social, como en un estado de pecado o en la pobreza extrema.
Ciertas condiciones "no son dignas", en el sentido de que no corresponden a la naturaleza del ser humano, que es amado por Dios y llamado a amar a los demás, afirmó el cardenal.
La "realidad ontológica" de una dignidad inherente a la naturaleza humana y dada por Dios, que "no se reduce ni se ve afectada" por ninguna circunstancia, es la base para defender y proteger la dignidad de todos los seres humanos, incluso si están inconscientes, no han nacido, tienen discapacidades, están enfermos o condenados a muerte.
Esta comprensión de la dignidad es contraria a "la interpretación de gran parte de la sociedad actual y de la historia", dijo, que prefiere ignorar, eliminar o inventar derechos humanos según la conveniencia o según lo que decidan los poderosos.
Si bien Dignitas Infinita denunció la discriminación contra las personas LGBTQ+ y las situaciones en las que se les "priva del bien de la vida únicamente por su orientación sexual", también condenó la "teoría de género" por ser "extremadamente peligrosa, ya que anula las diferencias en su afán de hacer que todos sean iguales". Advirtió además que las intervenciones de cambio de sexo pueden "amenazar la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción".
En su intervención del 17 de febrero, el cardenal dijo que el documento invita a los fieles a reconocer las consecuencias de creer —como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica— que "el cuerpo humano comparte la dignidad de la 'imagen de Dios'".
Desde esa perspectiva, "el cambio de sexo no es simplemente una transformación externa ni comparable a una cirugía estética normal o a una cirugía para curar una enfermedad", dijo. "Se trata de la exigencia de un cambio de identidad, de querer ser otra persona".
El documento, señaló, "no excluye que existan casos fuera de la norma, como disforias graves que pueden llevar a una existencia insoportable o incluso al suicidio", los cuales deben ser evaluados "con sumo cuidado".
"Lo que estamos diciendo es que la ideología que suele acompañar tantas decisiones de cambio de sexo incluye la negación de la realidad dada como un don, con la idea de que la identidad sexual corporal puede ser objeto de un cambio radical, siempre sujeto a los propios deseos y reivindicaciones de libertad", dijo.
Respecto a la cuestión de la "dignidad infinita" para seres finitos y su origen, el cardenal explicó que los seres humanos han sido llamados a ser hijos de Dios a través de Jesús. "Esta posibilidad se abrió verdaderamente con la encarnación y la redención de Cristo".
Durante un encuentro con personas con discapacidad en Alemania en 1980, San Juan Pablo II dijo: "Con Jesucristo, Dios nos ha mostrado de una manera insuperable cuánto ama a cada ser humano y, por lo tanto, le otorga una dignidad infinita".
Así es como debe entenderse la declaración del papa fallecido sobre la dignidad infinita y el título del documento, dijo el cardenal Fernández, "es decir, que el amor infinito de Dios confiere dignidad infinita a cada ser humano".