CIUDAD DEL VATICANO - Los funcionarios de la Curia Romana deben aprender a escuchar realmente a los demás, y no tratar una discusión como un juego de "ping pong" en el que todo lo que dice el otro recibe una respuesta rápida y automática, dijo el Papa Francisco.

"A veces, inclusive cuando nos comunicamos entre nosotros, corremos el riesgo de ser como lobos rapaces. Enseguida intentamos devorar las palabras del otro, sin escucharlo realmente, e inmediatamente vertemos sobre él nuestras impresiones y nuestros juicios", dijo el Papa el 21 de diciembre durante una reunión con los cardenales, arzobispos, obispos, monseñores, sacerdotes, religiosas y laicos que dirigen las oficinas del Vaticano.

El Papa Francisco ha hecho de la reunión anual prenavideña menos una revisión del año pasado en la vida de la Iglesia -como lo fue en pontificados anteriores- y más una reflexión sobre las actitudes espirituales y humanas que deben marcar el servicio en la Curia Romana.

De hecho, fue el cardenal Giovanni Battista Re, de 89 años y decano del Colegio Cardenalicio, quien inició la reunión con una mirada retrospectiva a las reiteradas súplicas del Papa por la paz en 2023, sus cinco viajes al extranjero, la asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad y los documentos publicados por el Papa durante el año.

El Papa Francisco terminó su discurso con una oración: "

Que el Señor Jesús, Verbo Encarnado, nos conceda la gracia de la alegría en el servicio humilde y generoso. Y, por favor, les pido, no perdamos el sentido del humor, ¡que es saludable!".

Quizá lo más sorprendente fue que el Papa no utilizó la palabra "sinodalidad" en su discurso, a pesar del actual proceso mundial de reflexión sobre cómo llegar a ser una Iglesia más "sinodal", en la que los miembros se escuchen unos a otros, reconozcan los dones de los demás y compartan la responsabilidad de la misión de la Iglesia de predicar el Evangelio.

Al principio de su pontificado, sus discursos a la Curia eran conocidos por su tono admonitorio, pero el discurso de este año expresaba advertencias sobre la ideología y la rigidez bajo la luz más positiva de actitudes que promueven la escucha, el discernimiento y el avance en la fe.

Sesenta años después del Concilio Vaticano II, dijo, algunas personas "seguimos debatiendo sobre la división entre “progresistas” y “conservadores”" dentro de la Iglesia católica, pero la única diferencia que cuenta es entre quienes arden en amor por el Señor y quienes "han perdido esa pasión inicial".

La pasión por el Señor y por la misión de compartir el Evangelio, dijo, no debe confundirse con insistir en un conjunto fijo de reglas o hacer las cosas como siempre se han hecho, porque las personas cambian, el mundo cambia y el Espíritu Santo inspira respuestas apropiadas y a veces creativas.

El primer paso, dijo, es siempre escuchar en silencio, pensar en lo que se ha dicho, rezar sobre ello y sólo entonces ofrecer una respuesta.

"Escuchar “de rodillas” es la mejor manera para escuchar de verdad, porque significa que no nos colocamos frente al otro en la posición de quien cree ya lo sabe todo, de quien ya ha interpretado las cosas aun antes de escucharlas, de quien mira por encima del hombro, sino que, por el contrario, nos abrimos al misterio del otro, dispuestos a recibir humildemente lo que quiera entregarnos".

El siguiente paso es aprender a discernir, que es "un arte de la vida espiritual", dijo el Papa. "Nos despoja de la pretensión de saberlo ya todo, del riesgo de pensar que es suficiente aplicar las reglas, de la tentación de proceder, incluso en la vida de la Curia, repitiendo simplemente esquemas".

Insistir en hacer las cosas como se han hecho en el pasado es no "darse cuenta de que el Misterio de Dios nos supera siempre y que la vida de las personas y la realidad que nos rodea son y siguen siendo siempre superiores a las ideas y a las teorías", dijo el Papa.

El tercer punto al que se refirió el Papa Francisco fue que los discípulos de Jesús están llamados a ponerse en camino.

"La fe cristiana ―recordémoslo― no quiere confirmar nuestras seguridades, ni hacer que nos instalemos en fáciles certezas religiosas, o regalarnos respuestas rápidas a los complejos problemas de la vida", dijo. Por el contrario, Jesús "nos pone en camino, nos saca de nuestras zonas de confort (y) de nuestra autocomplacencia por lo que ya hemos hecho".

"Los miedos, las rigideces y la repetición de esquemas generan inmovilidad, que tiene la aparente ventaja de no crear problemas ―quieta non movere―, nos llevan a vagar ociosamente en nuestros laberintos, perjudicando el servicio que estamos llamados a ofrecer a la Iglesia y al mundo entero", dijo el Papa.

El camino de la fe y del servicio en la Curia o en cualquier otro lugar, dijo, comienza con una llamada del Señor.

"Por eso, siempre que el servicio que ofrecemos corra el riesgo de volverse aburrido, encerrado en el laberinto de la rigidez o de la mediocridad, siempre que nos encontremos enredados en la red de la burocracia y contentos "con arreglárnoslas"", dijo el Papa Francisco, "recordemos siempre mirar hacia arriba, recomenzar desde Dios, dejarnos iluminar por su palabra y encontrar el coraje necesario para comenzar de nuevo."