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ROMA - Una vez más, el Papa Francisco parece estar en camino de desafiar los pronósticos y recuperarse de su último susto de salud.

A pesar de sufrir lo que el Vaticano, con retraso, ha descrito como un ataque de bronquitis grave, que le obligó a retirarse de un viaje previsto a la cumbre COP28 sobre el cambio climático en Dubai, allí estaba el miércoles en su habitual audiencia general semanal, entrando deliberadamente en el Aula Pablo VI por sus propios medios, apoyándose únicamente en un bastón en lugar de utilizar una silla de ruedas.

El Pontífice, visiblemente mejorado, dijo a la multitud con voz firme: "Estoy mucho mejor, pero todavía me canso si hablo demasiado", y luego cedió la palabra al italiano monseñor Filippo Ciampanelli, funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, que leyó en voz alta sus observaciones preparadas.

El mismo día, Francisco se reunió con Roselyne Hamel, la hermana de un sacerdote francés asesinado por radicales islámicos en Francia en julio de 2016, así como con los ganadores del Premio Nobel de Física y de la Paz de este año, entregándoles a cada uno una copia del "Documento sobre la fraternidad humana" que firmó junto con el Gran Imán de la mezquita de Al-Azhar en El Cairo. También recibió las credenciales de los nuevos embajadores de Kuwait, Nueva Zelanda, Malawi, Guinea, Suecia y Chad, se reunió con arzobispos de Siria, Grecia y Francia, y concedió audiencias tanto a miembros del movimiento de los Focolares como a una organización italiana sin ánimo de lucro que trabaja en la promoción social.

En otras palabras, el miércoles nos mostró a un Papa aparentemente todavía en la cima de su juego, que fue la misma imagen que proyectó el viernes al hacer la tradicional visita a la Plaza de España de Roma para honrar la imagen de la Santísima Virgen María en la fiesta de la Inmaculada Concepción, un gesto considerado como el pistoletazo de salida de la temporada navideña en la Ciudad Eterna.

Entonces, ¿significa su última recuperación que las preocupaciones sobre la salud del Papa han sido exageradas? Bueno, sí y no. El marco adecuado para evaluar el estado de salud de Francisco podría describirse como una mezcla de cautela y realismo.

Para empezar con la dosis de cautela, es importante recordar que los papas, como el cobarde de "Julio César" de Shakespeare, tienden a morir mil veces en términos de percepción pública. Los obituarios del Papa Juan Pablo II se escribieron más veces de las que se podrían contar durante sus casi 27 años de papado, hasta el punto de que el Papa polaco desarrolló una frase estándar para reírse cada vez que alguien le preguntaba cómo se sentía: "No lo sé", respondía con una sonrisa irónica, "hoy todavía no he leído los periódicos".

Sí, Francis tiene una serie concéntrica de retos físicos. Le falta parte de un pulmón por una operación de juventud, ha tenido que ser atendido en el Hospital Gemelli de Roma tres veces en 2023, se ha sometido a dos operaciones intestinales, sufre de ciática crónica y los dolores artríticos en la rodilla derecha siguen limitando sus movimientos. Todo ello se suma a su edad (86 años, que cumplirá la semana que viene, 87), que lo convierte en el Papa más anciano de los últimos 120 años y que, obviamente, no va a rejuvenecer.

Sin embargo, ninguna de estas dolencias pone en peligro la vida del Papa, y todas son manejables con un tratamiento adecuado y reposo.

Por otra parte, bajo el epígrafe de "mente sana, cuerpo sano", no se trata de un Papa que parezca estar decayendo. A Francisco aún le quedan muchos kilómetros por recorrer antes de dormir, incluidas sus ambiciones de concluir su Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad en octubre de 2024 y presidir el Gran Jubileo de 2025.

Por último, el Vaticano se ha vuelto, si no totalmente transparente, al menos más comunicativo sobre el estado del Pontífice. Atrás han quedado los días en que L'Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, publicó un airado editorial denunciando a los periodistas que se habían atrevido a informar de que el Papa Pío XI parecía estar resfriado, justo un día antes de su muerte. Hoy en día, si existe una amenaza grave para la salud del Pontífice, se puede confiar en que el Vaticano lo dirá en voz alta en un plazo razonable.

En consecuencia, es importante no dejarse llevar cada vez que el Papa cancela una audiencia o se retira de un viaje. Puede que pase por varios ciclos más de retirada y regreso antes de que llegue el final.

Sin embargo.

Ese final acabará llegando, y cada día que pasa nos acerca más a ese momento. Puede parecer macabro centrarse tanto en los altibajos de la condición del Papa, pero es importante recordar que el catolicismo no tiene límites de mandato, por lo que el único escenario en el que se produce una transición en la cima es la muerte o la renuncia, ambas generalmente provocadas por el deterioro de la salud.

Desde el punto de vista político, los aliados de un Papa en funciones suelen manifestar una falsa indignación cada vez que surgen especulaciones sobre su salud, considerándolas una forma de socavar su autoridad haciéndole parecer un pato cojo. Eso puede ser cierto en algunos casos, pero en principio, no hay nada desleal o indecoroso en reconocer que, tarde o temprano, incluso una figura tan resistente como Francisco se encontrará con un desafío que no podrá superar, y la Iglesia no debe ser sorprendida desprevenida cuando llegue ese momento.

El difunto cardenal Francis George, de Chicago, me dijo una vez que tenía un archivo de material biográfico sobre sus colegas cardenales y que lo revisaba de vez en cuando, especialmente cuando estallaba una crisis de salud en torno al Papa Juan Pablo II. No lo hacía porque tuviera prisa por que llegara el final, sino porque reconocía que emitir un voto en un eventual cónclave sería la elección más importante que haría como cardenal, y no quería que fuera "Una noche en el Improv".

Conclusión: No ignore estos sustos de salud, porque al final, uno será de verdad. Pero tampoco hay que dejarse llevar, porque ya hemos pasado por esto antes y no hay forma de saber cuánto camino queda por recorrer antes de que llegue el momento de salir.