La situación de los derechos humanos en Bielorrusia, tras la impugnación de los resultados electorales del pasado 9 de agosto, es cada vez más delicada. A la represión de las manifestaciones contra el presidente Aleksander Lukashenko, acusado por los opositores de fraude electoral, se une la persecución de la libertad religiosa.

El Arzobispo de Minsk-Mohilev, y presidente de los Obispos bielorrusos, Mons. Tadeusz Andrusiewicz, se encuentra desde el pasado 31 de agosto, exiliado después de que la policía le impidiera volver al país tras haber estado en Polonia para participar en una celebración litúrgica.

Desde el inicio de la crisis, la diplomacia vaticana no ha dejado de realizar esfuerzos para permitir el regreso de Mons. Andrusiewicz, lograr que se respete el derecho a la libertad religiosa y los demás derechos humanos y favorecer el diálogo con la oposición.

Ahora, el Papa Francisco ha dado un paso más y ha trasladado directamente su “preocupación” por la situación del país al presidente Lukashenko por medio de un emisario que se ha reunido en la mañana de este jueves 17 de diciembre con el mandatario bielorruso.

Según confirmó la sala de prensa del Vaticano por medio de una declaración de su director, Matteo Bruni, el nuncio apostólico en Bielorrusia, Mons. Claudio Gugerotti, en calidad de enviado especial del Pontífice, se reunió con Lukashenko a las 09:30, hora de Roma.

El emisario pontificio transmitió al presidente bielorruso las reclamaciones y preocupaciones del Santo Padre, según señaló Bruni en el comunicado.

La crisis en Bielorrusia comenzó el pasado 9 de agosto cuando el presidente Aleksander Lukashenko, en el poder desde 1994 y que implantó una dictadura de inspiración soviética tras la caída del régimen comunista en Bielorrusia, resultó elegido en unas elecciones presuntamente manipuladas.

El gobierno de Lukashenko inició una deriva autoritaria que busca restringir aún más las libertades ciudadanas para ahogar los grupos de protesta. En esa estrategia, ha iniciado también una campaña contra las autoridades religiosas y, en particular, de la Iglesia católica en el país.

Lukashenko incluso amenazó con nacionalizar la Iglesia católica en el país. Por el momento, ya ha alejado al presidente de los Obispos.